La palabra Basilippo hunde sus raíces en la antigua Tartessos, cuyo significado es algo similar a “aldea del bosque de la luna”. Se cree que se encontraba a mitad de camino entre Carmona y El Viso del Alcor, entre los siglos X y VI antes de Cristo, con una marcada conexión con el acebuche, antepasado del olivo. Algunos sostienen que incluso dio nombre a la actual localidad visueña. Lo que sí está claro es que en pleno siglo XXI, Basilippo es sinónimo de aceite de oliva virgen extra (AOVE), una creación nacida de la pasión y visión de Juan Antonio Morillo, abogado de formación que decidió seguir su verdadera vocación.
En 1999, Morillo adquirió la finca Merrha en El Viso del Alcor, Sevilla, con la meta de producir un AOVE de la más alta calidad. A pesar de haberse formado entre códigos y leyes, su inclinación hacia la agricultura, en especial el cultivo del olivo, lo llevó a dejar su carrera para dedicarse completamente a la elaboración de aceite de oliva. Los primeros años de Basilippo no fueron fáciles. En un mercado dominado por grandes productores y aceites de baja calidad envasados en plástico, Morillo apostó por un producto premium envasado en vidrio, decisión que en su momento parecía arriesgada. No obstante, esta apuesta por la excelencia pronto comenzó a dar frutos.
“Mi marido nunca llegó a ejercer como abogado”, comenta Juana Roldán, viuda de Morillo y actual directora general de la empresa. “Se enamoró del aceite de oliva incluso antes de terminar la carrera y decidió que ese sería su verdadero camino”. Con un enfoque claro: priorizar la calidad sobre la cantidad.
El fallecimiento de Juan Antonio en 2015 fue un duro golpe para su familia, pero su legado no se desvaneció. Bajo la dirección de Juana, la empresa ha seguido creciendo, consolidándose como un referente en el sector del aceite de oliva virgen extra, tanto a nivel nacional como internacional. “Este era su sueño y ahora es el nuestro”, asegura Juana, quien ha guiado la empresa con la misma dedicación y compromiso que su esposo.
El secreto detrás del éxito
Un riguroso control de calidad en cada etapa del proceso de producción convierte a Basilippo en un aceite único, merecedor de múltiples reconocimientos. La finca Merrha, donde los olivos se cultivan de manera orgánica, se gestiona bajo una filosofía de respeto y cuidado por la tierra. Guillermo Jiménez, encargado de la administración y gestión comercial, explica que uno de los pilares del éxito de Basilippo es la recolección temprana. “Recogemos las aceitunas en su momento óptimo, cuando aún están verdes, lo que nos permite obtener un aceite más rico en antioxidantes y con un sabor fresco e intenso”, comenta.
Esta estrategia impacta directamente en la cantidad de aceite que producen. Mientras otras empresas obtienen un litro de aceite con apenas cuatro kilos de aceitunas maduras, Basilippo necesita quince kilos para extraer la misma cantidad. “Es una decisión deliberada. Sabemos que sacrificamos volumen, pero obtenemos un aceite de calidad incomparable”, añade Guillermo. El proceso de conservación es otro de los aspectos cruciales. Para mantener intactas sus propiedades, el aceite se almacena en tanques de acero inoxidable con control de temperatura y se protege del aire mediante un sistema de inertización con nitrógeno. Este esmero garantiza que el aceite conserve su frescura, sabor y aroma hasta el embotellado. “El aceite de oliva, a diferencia del vino, no mejora con el tiempo. Si no se almacena correctamente, puede perder sus propiedades en cuestión de meses”, explica Jiménez.
Oleoturismo en Basilippo: una experiencia única
No obstante, el éxito de Basilippo no radica únicamente en la singularidad de su aceite. Su otra gran apuesta es el oleoturismo. Desde 2012, la empresa ha apostado por ofrecer experiencias que permiten a los visitantes conocer de primera mano el proceso de producción del aceite de oliva virgen extra, al tiempo que educan sobre su importancia. La finca Merrha recibe a más de 15.000 visitantes al año, muchos de ellos turistas internacionales, sobre todo de Estados Unidos. Juana Roldán destaca que el 80% de los visitantes provienen del extranjero, reflejando el interés global por los aceites de alta calidad.
Las visitas incluyen un recorrido por los olivares, donde los visitantes descubren cómo se cultivan y cosechan las aceitunas, además de una visita a la almazara para conocer el proceso de elaboración del aceite. La experiencia concluye con una cata de AOVE. Guillermo Jiménez explica: “Les enseñamos a apreciar los matices del aceite, a calentarlo en la mano para liberar sus aromas y a identificar las características de un buen virgen extra”. Además, uno de los productos estrella que cautiva a los visitantes es un AOVE aromatizado con naranjas cultivadas en la propia finca. “Es un aceite que enamora a quien lo prueba”, afirma Guillermo.
Esta innovadora propuesta ha permitido a Basilippo diferenciarse en un mercado altamente competitivo y ofrecer a sus clientes una experiencia sensorial irrepetible. El éxito del oleoturismo ha incrementado la visibilidad de la marca, que ya está presente en los mejores restaurantes de España y ha creado un vínculo emocional con los consumidores. “Quienes visitan la finca no solo compran aceite, se llevan consigo parte de nuestra historia y de nuestra tierra”, señala Juana.
Un sello de calidad internacional
Con el paso de los años, Basilippo ha obtenido numerosos premios que avalan la calidad de su aceite. Uno de los más destacados es el premio Mario Solinas, que le fue otorgado en 2009 por el Comité Oleícola Internacional (COI), uno de los reconocimientos más prestigiosos en el mundo del AOVE. “Ese premio fue un gran logro para mi marido y para todos nosotros. Reflejó el resultado de muchos años de esfuerzo y dedicación”, comenta Juana Roldán. A pesar de estos reconocimientos, en los últimos años la empresa ha decidido no centrar su estrategia en la obtención de premios. Juana explica que muchas competiciones están dominadas por grandes compañías que producen millones de litros de aceite y seleccionan pequeños lotes para competir. “Preferimos enfocarnos en mantener una calidad constante y en educar al consumidor sobre lo que realmente significa un aceite de oliva virgen extra de calidad”, afirma.
Además de los premios, Basilippo ha logrado posicionarse en algunos de los restaurantes más prestigiosos de España, donde su aceite se utiliza para realzar los sabores de platos de alta cocina. Entre estos restaurantes figuran Kabuki, en Madrid; y Mirlo Blanco, en Mijas, dos referentes de la gastronomía española que confían en la calidad de Basilippo para complementar sus creaciones culinarias. Estas alianzas refuerzan la reputación de la marca y la consolidan como uno de los aceites más valorados por chefs en todo el país.
Un futuro que une innovación y sostenibilidad
Ese amor por el olivo ha llevado a Basilippo a implementar mejoras tecnológicas en su proceso de producción, lo que les permite optimizar cada fase sin comprometer la calidad del producto. “No queremos ser los más grandes, sino los mejores. Nuestro objetivo es perfeccionar constantemente lo que hacemos”, explica Guillermo Jiménez. Uno de los mayores desafíos que enfrenta Basilippo es mantener su enfoque artesanal en un mercado cada vez más demandante. A pesar de las presiones por aumentar la producción, han optado por mantener un límite de unos 2.000 litros diarios. “Es una cuestión de principios. No queremos sacrificar la calidad por la cantidad. Nuestro aceite es único precisamente porque cuidamos cada detalle del proceso”, enfatiza Juana.
La sostenibilidad también es un valor clave en Basilippo. Desde el uso de prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente hasta la plantación de lavanda y otras especies que atraen insectos beneficiosos para controlar plagas sin recurrir a pesticidas. “Cuidar la tierra es fundamental para nosotros. Aunque el olivo es un árbol resistente, también necesita atención para que siga produciendo frutos de calidad”, afirman desde la empresa. El compromiso ambiental de Basilippo se refleja tanto en las prácticas agrícolas como en el factor humano. La empresa da empleo a trabajadores locales y colabora con escuelas y universidades para promover el conocimiento sobre el cultivo del olivo y la producción de AOVE. “Queremos que la gente entienda la importancia de este producto no solo para nuestra salud, sino también para el medio ambiente y la economía local”, explica Juana.
El sueño de Juan Antonio Morillo de vivir por y para el olivo sigue vivo en cada botella de aceite que sale de la finca Merrha. Su esposa continúa al frente del legado familiar, mientras su hijo, con apenas 17 años, ya comienza a involucrarse, ayudando en la finca. Un sueño convertido en realidad en un producto de la más alta calidad, junto con el firme compromiso de su familia por mantener viva esa excelencia. Y casi 20.000 personas al año lo certifican. Bendito día.