Mar en calma. Su inmensidad abruma una mañana soleada de otoño. El océano mece a la flora y fauna marina que habita en sus entrañas. Pero, por desgracia, no solo esconde tesoros. En su superficie navegan objetos que las corrientes arrastran desde lugares recónditos. Un vaso de un concierto de Los Rolling Stones celebrado en 1974 viajó de El Caribe a Canarias. Una reliquia si estuviera en la vitrina de un salón, solo basura al surfear las olas.
El mar está lleno de historias y algunas dejan huellas indeseables aún por eliminar. Según recoge un informe de Greenpeace, se desconoce la cantidad exacta a nivel mundial, pero se estiman entre 5 y 50 billones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas. Es uno de los problemas globales alarmantes por los que se alza la voz el 24 de octubre, Día Internacional contra el Cambio Climático.
Desde el puerto de Cádiz un catamarán con una tecnología innovadora ha zarpado con el fin de aportar su granito de arena. Su misión es limpiar la Bahía “como lo hace un camión de la basura, pero en el mar”. A bordo del barco, Santiago Miranda echa un vistazo al imponente Puente de La Pepa que se erige ante sus ojos. El gaditano forma parte de la empresa naval Ocean Cleaner Technology S.L. encargada de desarrollar este invento de última generación con el que cuenta la Autoridad Portuaria para controlar la contaminación de las aguas.
El proyecto surgió en 2013 gracias a la inquietud de dos empresarios, el gaditano Luis Miranda, actual CEO, y el danés Christian Harhoff, director de relaciones internacionales. Tuvieron una idea, y no la soltaron hasta que no la hicieron realidad. Dos años más tarde el primer prototipo del barco vio la luz. “Tenía cosas muy buenas pero el sistema de limpieza que se había desarrollado no valía, nos dimos cuenta de que no terminaba de funcionar”, comenta Santiago, químico especializado en medio ambiente que se incorporó ese año.
Desde ese momento, decidieron solicitar ayudas para poder “darle una vuelta de tuerca” y mejorar el modelo. La Unión Europea se fijó en su propuesta y en 2018 la empresa pudo continuar con la línea de financiación para proyectos de I+D Investigación y Desarrollo denominada Horizonte H-2020.
“Podemos recoger todo lo que flota”
El equipo buscó un nuevo sistema de limpieza que incluyó en el primer prototipo y tras varias pruebas, voilá. A finales de 2020 estaba listo para cuidar el mar. “Podemos recoger todo lo que flota”, aclara el gaditano en medio de la Bahía. La embarcación OC tech Horizon cuenta con un sistema que captura los sólidos en la proa y los vertidos en la popa.
A simple vista se observa una espuma oleosa molesta. “Cuando hay una mancha de hidrocarburo, el barco se para, bajamos el sistema, lo ponemos a ras del agua y simplemente pasamos por encima de la mancha y lo recoge. Esta pasa a un skimmer que dejaría el vertido arriba y el agua limpia la devuelve al mar”, explica Santiago mientras José Luis, al que llaman El Pipa, lleva el timón.
Microplásticos, hidrocarburos, microalgas. En sus idas y venidas se encuentra de todo. “Aquí repostan muchos trasatlánticos, muchos megayates de lujo, hay que estar pendiente por si se sale algo”, dice el chipionero que lleva toda la vida en barcos de pesca. “Mucho remiendo de red, muchas noches sin dormir”, ríe el patrón al que no se le escapan las manchas de aceite o petróleo.
La mayoría de los vertidos proceden de los cruceros o de los surtidores que tienen algún despiste. En cambio, la basura que más divisan son los plásticos. “Allí hay una bolsa”, dice Marcelo señalando el residuo. El isleño, que fue militar de la Armada durante 21 años, coge el zalabar para retirarla. Acostumbrado a los vaivenes del mar, se mantiene atento a lo que pueda aparecer durante el recorrido, que tiene parada en el muelle de La cabezuela en Puerto Real, en el de El Puerto y en las dos dársenas del puerto gaditano, la comercial y la pesquera.
“En el muelle pesquero hay mucha suciedad. Cajas, botellas, mucho corcho, tablones de madera que se caen”, explica. Marcelo y José Luis se topan con palés, garrafas de 25 litros, gaviotas muertas, partes de defensas para barcos, y, una vez, hasta un contenedor IBC y un casco de protección. A su paso, vuelve a estar reluciente.
Las algas de alguna marejada también acaban en los cubos -pueden llenar hasta cinco según el día. Con la celebración de la competición de catamaranes voladores SailGP, “se notó”. Pero gracias a este barco, la basura generada no se quedó en la superficie. “Esos días estuvimos casi todo el tiempo en la dársena comercial, había mucho tránsito de barcos. Si entra un transatlántico de gran envergadura, de 400 metros, cuando termina la maniobra, remueve el fondo y todo lo que haya abajo sale”, comenta José Luis que menciona la importancia de recoger los plásticos a tiempo antes de que pierdan su flotabilidad y acaben fuera de su alcance. “Tarda años en deshacerse”, lamenta.
“No podemos permitir que el mar se utilice como un vertedero”
Una vez que finalizan el itinerario, el equipo entrega los residuos sólidos y líquidos a la Autoridad Portuaria, encargada de trasladarlos para que sean reciclados. Sin duda, su labor ayuda a reducir la contaminación en la Bahía, pero todavía falta concienciación, no solo por parte de la ciudadanía, sino también de las empresas y barcos que navegan por la zona. “No podemos permitir que porque el mar sea tan grande lo utilicemos como si fuese un gran vertedero”, manifiesta Santiago.
La sociedad está cada vez más concienciada y da un toque de atención a las autoridades para que se esmeren en el cuidado medioambiental. Según cuenta a lavozdelsur.es, “hay que tener medios para poder hacer esa labor”. La embarcación funciona, es un instrumento “rupturista”, pero “ahora os toca a vosotros”. Todas las personas deben implicarse en la cadena.
“El puerto de Cádiz está preparado para actuar con rapidez ante una emergencia”
Pese a todo, el gaditano considera que la Bahía es una zona privilegiada en comparación con otros lugares donde la presencia de problemas ambientales es más acuciante. En Centroamérica, el alga sargazo -que vio Colón en sus viajes- ahoga las playas y no agrada a los hoteles que han invertido allí; mientras que en el mar de Mármara de Turquía las plantas del fondo marino empezaron a segregar un moco gelatinoso que ha invadido puertos de lujo.
En cualquier caso, Santiago asegura que el puerto gaditano está equipado con estos barcos para responder con rapidez a las emergencias. “Nadie quiere que haya un accidente, como el Prestige, pero el mar es castañoso, y nosotros estamos preparados”.
Además de la limpieza, el catamarán es multitarea y se utiliza para barimetría, mediciones de fondos, sondeos, trabajos con buzos o labores de investigación como el alga roja. Sus características atrajeron en 2018 al Gobierno de Canarias que compró dos embarcaciones para eliminar las floraciones de microalgas que se habían empezado a multiplicar en los últimos meses por el calentamiento del agua. “Se pudren, huelen mal y molesta a los turistas”, comenta el químico.
Fue la primera vez que le encomendaron una misión a esta empresa gaditana que sigue estudiando cómo mejorar los diseños al mismo tiempo que busca dar el salto al mercado. “Estamos en una fase complicadísima. Estamos abriendo delegaciones fuera de España y llamando a otras autoridades portuarias. Nuestra idea es que esta tecnología vaya a muchos sitios”, detallan. En la red, una bolsa de patatas está atrapada, otro daño menos al océano que regula el clima y proporciona más de la mitad del oxígeno que respiran las personas.