La Capilla de los Marineros ha abierto sus puertas como cada mañana. La Esperanza está en besamanos y en pocos minutos la fila de gente que espera su turno ya sale a la calle. Es un día normal en una calle Pureza que aún está engalanada por la última salida procesional de uno de los símbolos del barrio con motivo de la Magna celebrada en Sevilla hace unos días.
De repente, ante la mirada de los que esperan para estar cara a cara con la Esperanza de Triana, pasa un grupo de ciclistas de unas diez personas. No son profesionales, tampoco han nacido en el barrio. Son turistas, principalmente alemanes, que ya forman parte de la estampa habitual de la calle. Tan solo unos minutos antes habían parado en el Altozano para una foto grupal delante de la escultura de "Triana al arte flamenco". El siguiente objetivo es el mítico Bar Santa Ana.
@martinfloreschuches Un día cualquiera de #triana alas 11 d la mañana.. lo que era nuestro #barrioespecial se ha convertido en el #parquetematico de #triana Me da lástima que mi hija no disfrute de lo que era nuestro barrio antes...cada vez menos #vecinos , menos #tiendas de diario y menos #bares o #tascas #detodalavida y más #extrangeros ... #turismo y #masificación Yo se que me van a entender @guasinei @agencia_lavecina #Sevilla #barrio #diacualquiera #lodeantes #noesloqueera #concienciación #puentetriana #trianeando #elbarrio #cotidiano #sentirsedeaqui #altozano #sentimiento #curioso #meduele ♬ sonido original - MartinFloresChuches
Hace unas semanas Ana, que tiene una pequeña tienda en la propia calle y es vecina del barrio de toda la vida, subía un breve vídeo a TikTok comentando con 'guasa' la situación que se encuentra a diario. "Esto es Triana a día de hoy: Verano Azul. Todos los días, sobre las 11 de la mañana, montones de guiris en bicicleta", denunciaba en la red social. En pocas horas, el debate en los comentarios se había disparado.
"A las 11 hay un primer tramo, luego otro a las 14 horas y, aunque no me pilla aquí, por la tarde hay otros dos. Es un desbarajuste", comenta esta trianera a lavozdelsur.es desde su puesto de trabajo. Aunque defiende que haya gente que venga a Sevilla de turismo "como nosotros vamos" también esgrime que "se nos está yendo de las manos". Desde hace algo más de un año, recuerda, es difícil pasear por la calle Pureza sin tener que esquivar bicicletas. "Sales a la calle y si vas con un carrito o con una persona mayor es complicado", denuncia. A su lado, una trabajadora de la Hermandad de la Esperanza de Triana asiente y apostilla, "a alguna empresa se le habrá ocurrido hacer los tours y nos molesta a los que vivimos y a los que trabajamos aquí".
Esta forma de hacer turismo ya ha provocado algún incidente. "Cogieron a una señora en la esquina", dice Ana, que también narra una pelea entre dos turistas del mismo grupo. El recorrido siempre es el mismo, desde el Altozano hasta Santa Ana, donde paran a tomar algo. "El problema es que se paran en diferentes lugares para enseñar algunas casas con 15 bicicletas mientras detrás vienen los coches".
Pese a todo, en el barrio hay gente a la que no le molesta la situación. Sin ir más lejos, una señora que está comprando en la tienda señala que le parece bien, aunque reconoce que "hay que tener más cuidado y estar mirando". Ana cree que esto está provocando que se pierda la identidad del barrio. "Nuestro barrio es lo que es por la gente que ha vivido aquí siempre y ahora se está perdiendo el ambiente. Los negocios se están yendo, hay muchos bares gourmet, pero para el día a día faltan muchas cosas". No obstante, es consciente de que con este turismo hay triunfadores. "Al que tiene un negocio de cara a los de fuera le viene genial", añade. Y es que antes, si ibas a las dos de la tarde a un bar "podías comer". Ahora, sin embargo, "si hay 2.000 guiris que comen a las 13 horas, están sentados desde las 12:30".
A pocos metros se encuentra uno de los grandes triunfadores por este tipo de turismo. El Bar Santa Ana recibe cada día varios grupos de ciclistas que rondan las 15 personas. "Es cierto que ahora paran un montón. Es positivo porque dejan dinero, pero también son grupos muy grandes a los que hay que atender en un espacio pequeño de tiempo", cuenta Verónica, una de las trabajadoras del establecimiento, quien asegura que desde febrero ha habido un boom.
Aunque pueda parecer paradójico, para esta camarera es poco dinero para la exigencia de estos grupos multitudinarios que llegan desde el Altozano y aparcan sus bicicletas en la fachada de la Iglesia de Santa Ana. La mayoría de veces toman un café o una cerveza, se levantan en masa y siguen con su recorrido. "Para mí como camarera es poco dinero para lo rápido que tienes que sacar el servicio. En ese poco tiempo te colapsan". A pesar de que con la experiencia se han hecho una idea de cuándo van a llegar, lo cierto es que todos estos grupos llegan sin avisar. Además, diciembre es una época más floja que la primavera. "El grupo más grande que viene es alemán".
Un negocio que no es nuevo
No es necesario caminar demasiado para encontrar los primeros carteles ofertando tours en bicicleta. Carlos y Alejandro se asociaron hace tres años, aunque este último comenzó en el sector en 2006, cuando estaba prácticamente solo. "La competencia ha aumentado mucho, pero ahora tampoco hay el turismo que había antes", reconociendo su crecimiento. Los principales clientes son alemanes y holandeses y, pese a la percepción de la calle Pureza, "el negocio no ha aumentado en los últimos meses, sigue igual que en 2019". En la vía donde tiene su sede la Esperanza de Triana ha comenzado a parar una de las empresas de la ciudad que se dedica a este negocio. "Habrán notado un subidón porque además es una empresa que hace muchos tours", afirma.
Ambos defienden este modelo. "La gente tiene que ver que el turismo en bicicleta dinamiza la economía de toda la ciudad. La bicicleta hace que la ciudad sea mucho más grande y vayan a sitios donde normalmente no iban", explican. En esta línea, argumentan que Sevilla "es el casco histórico más grande de Europa. Andando no da tiempo". Pese a que el invierno es la "época más floja", ellos mantienen la filosofía del resto del año. "Cuando alquilamos la bici les decimos que lo bonito es perderse por el centro".
Marco tiene menos experiencia en el sector. Este ciudadano alemán, que lleva dos años viviendo en Sevilla, abrió su negocio de alquiler de bicicletas hace tres meses. La particularidad de las suyas es que son eléctricas. "Hay muchas empresas, pero pocas tienen estas bicicletas", presume después de bromear sobre su inversión, "si haces negocio en Sevilla, lo tienes que hacer con turistas".
Aunque diciembre está siendo un mes bastante flojo, no se arrepiente de la aventura. "Aquí en Sevilla funciona muy bien porque es una ciudad plana y hay mucho carril bici. Nuestro tour es el más largo porque tenemos bicicletas eléctricas". Marco coincide con la competencia en que la mayoría de turistas son alemanes, holandeses e ingleses. "Españoles, cero", afirma.
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