Camas y casas vacías en Cadizfornia a mitad de julio: aviso de pinchazo, inflación o cambio de hábitos

Una noche de julio y de viernes, en un bar de la ciudad de Cádiz, probablemente 1995. Un fotógrafo novato, que luego sería premiado y trabajaría para algunas de las mejores agencias del mundo, le lanza un plan a otro redactor igual de verde, como la hierbabuena.

"Una amiga me ha llamado. Que Aitana Sánchez-Gijón y Cristina Marcos [actriz de comedia en boga en la época] han cogido el unifamiliar que está pared con pared al suyo. Que las dos se ponen en topless todos los días en Zahara de los Atunes. He llamado a Interviú y me dan 50.000 pesetas por la foto pero no tengo coche. Si me llevas, 15.000 son para ti".

"Soy de aquí, llevo muchos años trabajando con el turismo y la verdad es que llevamos años abusando, con los precios y con todo. La gente no es tonta"

Al día siguiente, camino de Zahara en un Seat destartalado, ambos charlan de cualquier cosa para olvidar la tontería, la felonía y la grosería que piensan cometer. Al llegar a la urbanización, al lugar concreto donde vive la amiga, a los dos paparazzi de pacotilla les reciben unos gritos.

Las dos actrices, con guantes plásticos rosas de fregar, pelo recogido, se asoman a la ventana de la primera planta del adosado. En vez de boca tienen una metralleta. Escupen fuego. "Ratas", "guarros" o "gusanos" es lo más delicado que pronuncian a toda voz.

"Idos de aquí" remata cada retahíla de calificativos descalificantes. Los dos novatos, ni 25 años, se meten en el coche callados y hacen el camino de vuelta con la cámara entre las piernas y la autoestima por los tobillos.

Con uno de los primeros móviles que existían, llaman a la amiga autora del chivatazo. Coge el teléfono llorando. Confiesa, entre lágrimas, que había confesado antes.

"Les dije a las dos que os había avisado, que ibas a venir para hacerles fotos. Después de hacerlo me dio mucha vergüenza, no sé cómo pude, soy una basura".

La minúscula anécdota sirve para ilustrar varias opiniones que las décadas confirman como realidades: el periodismo amarillo, mezquino y morboso es muy anterior a internet, igual de miserable que el digital. El material tóxico que inundaría las redes ya estaba en muchos lectores, redactores y fotógrafos antes de Zuckerberg y Musk.

También permite afirmar que la rotulación de Zahara de los Atunes como paraíso de la bohemia española, como destino turístico glamouroso para figuras de la música, el arte y la política comenzó hace más de 30 años.

Puede que los vínculos familiares de los Sánchez-Gijón con la provincia y el hecho de que fundaran un chiringuito -La Gata, ya con otro nombre y en otras manos desde 2010- fueran aportaciones a este fenómeno entre promocional y turístico.

Lo cierto es que la nómina de caras y nombres celebérrimos se hizo interminable con el cambio de siglo y hasta hoy. Si se abre el campo desde El Palmar (Vejer) por Los Caños de Meca y Zahara (Barbate) hasta Atlanterra (Tarifa) el listado incluía cada verano a todo tipo de celebridades.

Igual aparecían ministros que lehendakaris. Había que entrevistarles para medios nacionales cada verano. Mayor Oreja, Gabilondo, Ibarretxe, Ardanza o efímeras promesas de la política nacional (de Rosa Díez hasta Albert Rivera). Decenas de figuras del deporte (Sergio Ramos fue un fijo muchos años).

Humoristas como El Gran Wyoming, Eva Hache y Anabel Alonso. Directores como Álex de la Iglesia, actores como Imanol Arias. Músicos e intérpretes, que si Ana Torroja, David Summers, Antonio Carmona, Leiva y Dani Martín, autor de una canción en la que detalla lugares concretos hace pocos meses. 

Por no hablar de los que tienen nacimiento o raíces familiares en la provincia: Pablo Carbonell, José Andrés, Esther Arroyo, Lolita o Alejandro Sanz. Si la nómina se amplía a figuras más asiduas al periodismo rosa, los nombres superan el centenar.

A las presencias reales se añaden las fábulas, multimillonarios que habrían realizado discretísimas estancias o estrellas de Hollywood (John Malkovich, Ewan McGregor o Jude Law) con casa en la zona. Muy probablemente, todo inventado.

Lo que sí es real e indiscutible es que la zona -llamada en algunos momentos Cadizfornia- que va de la costa vejeriega (El Palmar) al límite con el término de Tarifa (Atlanterra y playa de Los Alemanes) alcanzó una fama nacional imponente, un potencial publicitario que apenas era superado en España por alguna isla, Ibiza, u otros enclaves mediterráneos, muy pocos.

Los llenos se hicieron crónicos cada verano, cada Semana Santa, desde los primeros años del siglo XXI con la salvedad del trienio 2008-2011 cuando "el efecto de la crisis en muchas familias, en muchas empresas, se notó, aquello pegó duro", recuerda Domingo Estévez, un vecino zahareño con siete décadas de sabiduría.

Sólo son unos 1.300 los residentes que viven en el pueblo todo el año. En la temporada veraniega llega a tener a 40.000 personas pernoctando en su superficie. Esa efímera multiplicación, por 30, de sus habitantes explica muchos conflictos históricos y políticos.

El origen de las reivindicaciones y las disputas afecta a la prestación de servicios básicos en la zona, de la recogida de basuras a seguridad urbana y playera. De la cobertura sanitaria al suministro de agua. De la gestión de los residuos al tráfico y los aparcamientos. Todo es un laberinto sin salida cuando se aplican esos brutales altibajos de población con 90 días de diferencia.

Con la salvedad de la crisis de 2008 y el golpe de 2020, por la pandemia, nunca hubo huecos ni bajones. "Ni siquiera 2021, cuando se batieron todos los récords de visitantes, de ocupación, de todo, aquello fue una fiebre aunque aún estábamos en pandemia, terminando", recuerda Celia Gómez, veterana empleada en uno de los más tradicionales hoteles de Zahara.

Con todos los precedentes y las excepciones, desde junio hay una queja común, muy repetida, en toda la zona: el verano de 2024 es el más flojo desde décadas en cuanto a visitantes, ocupación de camas hoteleras, casas o pisos de alquiler.

Desde junio, hay mensajes de alerta. Pablo Núñez, del restaurante Zalistre, en Barbate, comentaba hace seis semanas lo escasa que era la afluencia de visitantes a Conil, donde también tiene La Barra del Rosario, en el mes de junio.

El portavoz de los vecinos de El Palmar, Manolo Martín, denunciaba a principios de julio un número de casas de alquiler vacías "que no hemos conocido en muchos años por esta zona".

Ya entrado julio, José Manuel Morillo, creador de uno de los restaurantes más aplaudidos y visitados de la zona, La Breña, resaltaba que la temporada alta del verano comenzaba de forma "muy extraña".

Como termómetro infalible, señala "los aparcamientos para ir a la playa, ocupados sólo a la mitad cuando a estas alturas de julio nunca queda un hueco libre".

Fran Cruzado, del hotel-restaurante Arohaz, en Zahora (unión de los términos de Vejer y Barbate) habla de lo que cuentan todos sus colegas de la zona. "Estamos todos muy extrañados, sobre todo en Los Caños. Hay muchos huecos a mediados de julio, mucha casa sin alquilar. Eso no había pasado".

A las opiniones particulares se suma la institucional. Javier Rodríguez, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Barbate, confirma que "en una reunión con empresarios de Los Caños de Meca, esta misma semana, la opinión de todos era la misma, que la temporada ha empezado muy rara, muy tarde".

Más que hablar de "pinchazo" o "caída de visitantes, que habrá que esperar para saberlo", cree que es indiscutible un cambio de hábitos entre los visitantes a la zona: "La temporada se comprime cada vez más".

"Es una exageración hablar de pinchazo, una barbaridad. Zahara está como cualquier año y a partir del 15 de julio todo está lleno"

"Hace unos años era julio y agosto. Ahora parece muy claro que se afianza la tendencia que va de 15 de julio a 15 de agosto y eso también plantea problemas, también tiene consecuencias para muchos autónomos, para el empleo".

Enrique Aguilar, empresario hostelero sevillano aunque sin negocios en la zona, coincide aunque desde una perspectiva opuesta: "Hasta después del 15 de julio, el movimiento de coches y de gente en Sevilla, los días entre semana, era mucho más alto que otros años".

"Lo he hablado con alguna gente. Como si los que se iban de vacaciones no se hubieran ido este año". El turismo andaluz es, entre Los Caños y Zahara, uno de los más importantes a la hora de aportar visitantes.

Con todas las impresiones que se quiera, los números oficiales del Patronato Provincial de Turismo, de la patronal Horeca o de otros estamentos serán los que dicen sentencia en septiembre. Eso sí, la mayoría de sus cifras son medias totales de toda la provincia.

El hipotético bajón en la franja Sur de la costa provincial puede quedar compensado en las estadísticas por los llenazos en zonas clave como Chiclana y Conil, Costa Noroeste, Cádiz o la Sierra de Cádiz, donde la afluencia en 2024 sí parece tan alta, o mayor, que en años anteriores.

El bajón, temporal, parece afectar sólo a la zona más celebrada de las playas provinciales, suelo de Vejer y Barbate, esas que media España agrupa bajo la denominación genérica "bajar a Cádiz" o "veranear en Cádiz" desde hace varios lustros. Y ni siquiera hay unanimidad en el declive localizado.

Agustín Conejo, presidente de la Entidad Local Autónoma de Zahara de los Atunes, niega el posible descenso. "Es una exageración hablar de pinchazo, una barbaridad. No podemos pasar de quejarnos de la masificación turística al otro extremo. No se puede ir del blanco al negro tan rápido".

"Lo que sucede este verano es lo mismo que en otros muchos. Los huecos a principios de julio han sido habituales muchos años. A partir del día 15, la situación es la de siempre, está todo lleno, hasta arriba, como siempre".

Rocío, encargada de la populosa terraza Cuatrovientos, también se suma al bloque de los que relativizan. "Puede que la primera quincena de julio haya sido más floja que otros años pero a partir del día 15 ya se nota el movimiento habitual. Si hay bajada, será muy poca o esa es la impresión que tengo por ahora".

La Asociación de Comerciantes de Zahara, que presidiera el hotelero Eduardo Girola hasta la pasada primavera y ahora dirige el hostelero Alejandro Medina tiene una impresión muy similar a falta de datos oficiales a final de verano.

Tanto la patronal organizada como el portavoz vecinal, del partido Gente de Zahara, está en minoría en la zona. La sensación general, a falta de la confirmación y el rigor que aporten las cifras, habla de un retroceso. Debate distinto es el de las posibles causas.

Jon Petri es propietario de una escuela de surf en Zahara. Es el primero que menciona una posible causa, en la que luego coincidirán más de una decena de vecinos: "Los precios". El incremento de los costes de estancia y alimentación puede tener dos orígenes.

"Hay una sensación de vivir el último verano. Incluso de que es el primero en el que muchas familias ya no pueden. La inflación ha sido tremenda y algunos ya no pueden permitirse cinco semanas, ahora vienen tres. El que venía tres, viene una. Muchos, sencillamente, ya no vienen".

Esa circunstancia, la subida generalizada de precios en alimentos y suministros básicos, afectaría a toda la costa andaluza, a toda España, incluso a Europa, por igual. Explica de forma parcial el hipotético descenso de afluencia a la franja entre El Palmar y Atlanterra.

Otros vecinos, trabajadores, admiten con tono amargo que la subida de precios ha sido especialmente acusada en esta zona de la provincia. "Soy de aquí, zahareña, llevo muchos años trabajando con el turismo y la verdad es que llevamos años abusando. La gente no es tonta", dice una trabajadora de un hostal (sería un hotel de varias estrellas en cualquier otro lugar del mundo).

Prefiere no dar su identidad "porque iba a tener problemas en mi trabajo pero eso es lo que creo: en la provincia de Cádiz se ha abusado con los precios. No puede ser que cada año suba todo el 20% sobre el año anterior, con inflación y sin inflación, con guerra y sin guerra".

Antonio Núñez, vecino de Los Caños que hace la compra en el mayor supermercado de la zona, añade un elemento de comparación: "Estuve en Canarias hace dos años y me di cuenta de lo caro que es Cádiz en verano. Todo me parecía baratísimo allí y son pueblos turísticos hace muchos años".

"No puede ser que te cobren lo que te cobran por una cena o por una habitación en esta parte de Cádiz y luego tengamos las carreteras que tenemos, que no haya agua en Zahara o que la basura se quede todo el día en la puerta del chalé alquilado" añade.

"Se nos ha ido un poquito la cabeza y la mano. Nos creemos que estamos solos en el mundo, que no existe Grecia o Turquía, otros partes en España, que ofrecen mejor atención por menos dinero".

"Hace años que todo es atún, flamenco y gintonic. No puede ser. Eso no atrae a un turismo familiar o de parejas, de estancias más largas"

Alex Klein, alemán, atiende una oficina inmobiliaria en la calle La Tahona de Zahara y afirma que el impacto en los alquileres "se nota mucho. Hay una bajada importante este año. Los precios han subido mucho por aquí".

"Hay estadísticas publicadas estos meses que dicen que el metro cuadrado ya está más caro por Tarifa o Zahara que en Sotogrande y en Marbella. Eso no puede ser. Hay problemas de seguridad, falta aparcamiento, hay gorrillas por todas partes".

Su compañero añade otra clave sorprendente: "Falta programación cultural, actividades deportivas, no puede ser todo playa. Hace años que todo lo fiamos al atún, el flamenco y el gintonic. No puede ser, eso no atrae a un turismo familiar o de parejas, de estancias más largas".

Como último añadido a las causas o las quejas, Alejandra, dependienta de una tienda de ropa y complementos en el centro peatonal de Zahara señala la saturación, el exceso de competencia: "El primer año que yo trabajé aquí habría cuatro tiendas. Al verano siguiente eran ocho. Ahora, más de diez. Claro, lo normal es que cada año vendas el 30% menos que el anterior".

La trabajadora admite que la misma secuencia de crecimiento de negocios se ha podido producir en hostelería, en alojamientos, hoteles, hostales o apartamentos turísticos. La oferta ha crecido sin parar durante más de dos décadas.