Que el gran río de Andalucía tenga un paseo paralelo en su curso final de más de 80 kilómetros, a lo largo de toda su margen izquierda, es maravilloso en la teoría, por las implicaciones económicas, medioambientales, culturales, educativas y turísticas que ello implica, pero bajar a la práctica, rodar con un coche o en bicicleta por esta carretera de infinitos nombres y consideraciones, es harina de otro costal, porque la poesía implícita de su privilegiado paisaje choca continuamente con los propios encabalgamientos de su historia centenaria, es decir, con sus incontables baches, con la permeabilidad de su naturaleza fangosa, con la propia duda existencial de a qué administración le corresponde hacerse cargo de su mantenimiento o proyección. Para empezar, hablar de carretera puede ser un atrevimiento o una falta de propiedad léxica. Tal vez sea más correcto llamarla camino o sendero. En Lebrija, por cuyo límite norte discurre el corazón de la misma, hablan de “muro”, o de la meseta de un muro -que protege a sus marismas cultivadas de las crecidas del río- por donde se puede circular. Maneras de llamar a una vía que, un siglo después de su construcción, sigue huérfana…
A la llamada oficialmente SE-9013 toda la comarca la conoce con otros nombres: en Los Palacios y Villafranca, desde donde se sale naturalmente por la marisma y por el Brazo del Este hasta el punto en que el Guadaíra desemboca en el Guadalquivir, se la conoce también como Carretera de la Marisma. En rigor, a los palaciegos les parece la misma vía esa que conecta su núcleo urbano con las pedanías de Chapatales o Pinzón (perteneciente a Utrera) que la que une este último poblado con el río; es decir, que siempre han considerado todo ese camino continuo que llega hasta la misma desembocadura del Guadalquivir una vía competencia de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla, porque el propio alcalde de Lebrija, Pepe Barroso (PSOE), por su parte, recuerda que él mismo ha recibido correspondencia en otras ocasiones en la que la propia CHG ha reconocido como suyos muchos caminos de los que se trazan entre el núcleo urbano lebrijano y el río, los caminos de campo del sector B-XII, pero no ese muro de contención del propio río a partir del cual, en todo caso, es competencia del Dominio Público Marítimo Terrestre dependiente del Ministerio. La carretera misma es el límite, y hablar de fronteras –competenciales- es siempre complejo.
La también llamada Carretera del Práctico –por el práctico, ese profesional náutico que dirige las maniobras de las embarcaciones río arriba, hasta Sevilla, y luego se viene de vuelta por esta carretera- o del Plástico –por una sustancia parecida al alquitrán que emplearon los americanos cuando llevaron por aquí maquinaria necesaria para la construcción de la Base Naval de Rota y a la gente del lugar le pareció “plástico”- fue construida en la época de la Compañía Marismas del Guadalquivir, de capital francés y español, que fue la que inició en los años 20 del pasado siglo la polderización de gran parte de las tierras de la margen izquierda, hasta los años de la II República. Aquella compañía ensayó diferentes cultivos sin demasiado éxito. También de entonces datan algunos de los muchos eucaliptos que se plantaron para la producción de madera… Después de la Guerra Civil, aquellas tierras de la margen izquierda del Guadalquivir pasaron a manos de otras compañías o poderosas familias, y se incrementaron las dedicadas al cultivo del arroz.
Fue a partir de los años 50 cuando las grandes empresas empezaron a vender terrenos a pequeños agricultores que se asentaron en pequeños poblados y poco después fueron surgiendo los llamados poblados de colonización, como Sacramento, San Leandro, Vetaherrado, El Trobal o Trajano… Y a lo largo de la historia de estos poblados fue extendiéndose la propia historia de la carretera, dependiente de diferentes administraciones, empresas privadas o al albur de quienes la han ido utilizando para la salida de sus propios productos, como son los casos de los cooperativistas de Sanlúcar de Barrameda y su principal colonia, Monte Algaida, o de los arroceros, ya en la provincia de Sevilla. Más de una vez, a lo largo de las últimas décadas, han sido estos particulares quienes han parcheado la carretera como primeros interesados.
La carretera del Práctico, históricamente hablando, se ha considerado igualmente una vía antigua del servicio del puerto, pero la cuestión es, hoy por hoy, qué administración es la que tiene la competencia para su mantenimiento. Entran en juego, además de la CHG, las Diputaciones de Sevilla y Cádiz, y, en este sentido, más de una vez se han elevado peticiones plenarias en Ayuntamientos como los de Los Palacios o Las Cabezas de San Juan para que la Confederación arreglara el camino y se lo entregara definitivamente a Diputación, con idea de que esta lo mantuviera practicable de cara al uso agrícola y al ecoturismo... Pero ninguno de esos intentos ha sido fructífero. Hace exactamente 20 años, hasta la propia Delegación Provincial de Turismo de la Junta de Andalucía –cuando el PSOE gobernó con el Partido Andalucista- inició un proyecto para explotar turísticamente la carretera, con senderos para ciclistas y caballistas, con embarcaderos… Pero todo se lo llevó la marea de los cambios, por las elecciones –también por las crisis económicas-, en cada administración… Actualmente, en la propia Diputación de Sevilla hay un grupo de trabajo, integrado básicamente por alcaldes pedáneos, que busca el arreglo de sus vías de comunicación, pero entre ellas no figura como prioridad precisamente la Carretera del Práctico…
En la práctica, cada cual ha arreglado su tramo cuando no ha tenido más remedio. El Ayuntamiento de Utrera, por ejemplo, consintió -hace solo un lustro- en hacerse cargo del tramo que va de Pinzón al Brazo del Este con tal de que la CHG del Guadalquivir se lo arreglara previamente. “Fue una manera de meterles un gol, una chapuza”, apunta, crítico con la iniciativa del anterior equipo de gobierno el alcalde del vecino pueblo de Los Palacios, Juan Manuel Valle (IP-IU), de acuerdo con otros regidores de la comarca porque consideran que son carreteras cuyas competencias exceden las obligaciones municipales y se convierten en un lastre presupuestario…
¿Fundamental para el desarrollo comarcal?
Los verdaderos interesados en el arreglo de la carretera, en algunos de cuyos tramos hay baches en los que cabe un vehículo, han clamado durante años en el desierto. Y productores agrícolas para darle salida a sus productos o ecologistas extasiados con la belleza natural a la que la ciudadanía le da la espalda han hecho, a veces, la guerra por su parte. Los políticos locales han pedido cada cual por su tramo, pero en general nunca se ha sentido el proyecto como una ilusión provincial. Hace tres veranos, el grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca llevó una iniciativa que terminó votada por unanimidad para que las Diputaciones de Sevilla y Cádiz “e incluso otros organismos responsables o titulares de los tramos de la carretera” acometieran un arreglo integral de la misma “para que sea una vía con seguridad y de fácil acceso y uso para poder promocionar, a nivel turístico, esta zona del Guadalquivir y su marisma”. El proponente fue entonces el edil del PP Rafael Ruiz, hoy parlamentario andaluz. A la pregunta de si aquella propuesta llegó a alguna parte, el actual parlamentario del PP reconoce que “aquello no llegó a ningún sitio” y que “no tenemos constancia de nada”. Y eso que el Ayuntamiento de Los Palacios lleva años sacando pecho para ser considerado, además de Destino Gastronómico, “Puerta de la Marisma”, según se desprende además de la reciente inversión por la que se ha convertido una antigua torre propulsora de agua corriente en un mirador turístico desde el que otear la marisma…
El sueño del arreglo integral de la carretera del Práctico no llega a ninguna parte mientras los agricultores siguen a lo suyo y el río, en soledad inquietante a lo largo de los años, soporta el vaivén de los cargueros por sus aguas y de otros agentes -no precisamente de la seguridad- que suelen trajinar con sus lanchas por las enfangadas orillas del río Betis en su milenario estaurio… Todo en silencio.
El poeta de la Generación del 27 Fernando Villalón, que soñaba con una ganadería de toros de ojos verdes en su cortijo de La Señuela, a la altura de Lebrija, escribió sobre “la soledad marismeña, serenata de silencio dormido en los esteros”. Pero aquel silencio de hace un siglo no es exactamente el de ahora en la Carretera del Práctico. El de ahora no solo desaprovecha una vía privilegiada desde muy distintos puntos de vista, sino también un posible archivo de la memoria de tantos colonos como vivieron la transformación de estas marismas a la que llegaron por la carretera del Práctico con carretas o camionetas cargadas de muebles y esperanzas… Asimismo, otro archivo podía guardar con celo las numerosas esclusas, canales y acequias que forman parte del patrimonio de la obra pública ya tan transformada u olvidada. Los niños de hoy, que tanto navegan por las redes, podrían acercarse a la orilla de este único río navegable para aprender sobre su riquísima avifauna y sobre tanta historia como tienen a un tiro de piedra. Pero el silencio, también el administrativo, suele poder más.
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