Un niño se baña en una orilla plagada de algas. Parece no importarle que, a su alrededor, solo haya negrura. A unos metros, una pequeña hace montones con estas especies mientras un valiente se adentra en el mar. La Calita de El Puerto está a rebosar de sombrillas. Nadie se alarma de la presencia de una ingente cantidad de arribazones que, según confirma el Ayuntamiento, contienen una mezcla de especies, detectándose un amplio volumen de Rugulopteryx okamurae. La temida alga asiática amenaza a la costa a las puertas de la temporada alta. “En la tele han dicho que es un alga invasora”, le dice un bañista a otro. “Esto no es normal”, expresa una pareja señalando el manto de algas desde la torre que se encuentra próxima a la bajada.
En el inicio de la playa de Santa Catalina, en el tramo conocido como El Buzo, el paisaje es similar. Las únicas personas que se han acercado al litoral, permanecen en sus toallas. Algunas, incluso toman fotografías de la escena. En 2020, el Gobierno declaró especie exótica invasora a esta alga originaria de las costas de Japón, Corea, China, Taiwán y Filipinas, que llegó por primera vez a España hace nueve años. La hipótesis principal que trasladan los expertos es que iban en los buques que operan en la zona de Ceuta, en sus aguas de lastre, las que se introducen en los barcos para mejorar su equilibrio.
Del Campo de Gibraltar, se ha ido extendiendo al litoral de la Janda hasta alcanzar la Bahía de Cádiz. Esta última semana se ha podido ver en El Puerto. “Es un tema que nos preocupa, en la última reunión con la Consejería de Medio Ambiente ha salido a relucir”, comenta Daniel López Marijuán, responsable del área de Residuos, Energía y Cambio Climático de Ecologistas en Acción Andalucía.
Este geólogo ya jubilado que ha ejercido como profesor durante muchos años, advierte de que es un alga “absolutamente prolífica”. Según explica, “no solamente colapsa todos los hábitats costeros, sino que, además, sepulta a los organismos autóctonos. Las imágenes que se han visto reflejan un arrecife lleno de biodiversidad que se queda absolutamente colapsado por algas. Tiene un ritmo reproductor vertiginoso y una capacidad colonizadora brutal, por eso es tan peligrosa”.
La presencia de esta alga en las costas conlleva efectos negativos para los pescadores, que ven sus redes repletas. “La productividad ha bajado muchísimo, además tener las redes así les supone un coste adicional. El alga no deja crecer a otras especies, lo absorbe todo, los efectos económicos son brutales”, comenta el ecologista.
Además, las grandes acumulaciones espantan al turismo, por el olor que desprende o la ocupación de los espacios de baño. Se habla de una “catástrofe ambiental” de la que las autoridades competentes están pendientes para minimizar los perjuicios que pueda ocasionar.
Sin embargo, se encuentran trabas. “Hay muchos problemas. Se han encontrado aplicaciones, por ejemplo, convertirlas en compost para uso agrícola. Técnicamente se puede hacer, pero tiene mucha salinidad y arena, y es costoso y difícil. También, utilizarla como materia prima para fabricar bioplásticos, algunas compañías han sacado suelas de zapato. Pero al ser un alga invasora, legalmente no se puede comercializar, está prohibido sacar rendimiento económico a esta especie”, sostiene.
Daniel López aclara que lo dañino son las grandes cantidades, que acaban dando lugar a una invasión. En cambio, “que estén en la playa no es malo”. Las algas, sean de la especie que sean, forman parte de los ecosistemas naturales litorales y cumplen una función. Sirven como soporte para las dunas embrionarias y aportan materia orgánica y nutrientes a la flora autóctona, siendo base alimentaria de muchos invertebrados que, a su vez, constituyen alimento de peces, insectos o aves marinas.
“Fijan la arena y contribuyen a la estabilidad de la costa, o sea que, no hay que deshacerse de toda alga. Solo cuando es una invasión y se convierte en un problema de salud pública porque se descompone y huele mal”, explica el ecologista, que pone como ejemplo de acumulación desmesurada la playa de Los Lances en Tarifa.
La retirada es la única solución
Es competencia de los ayuntamientos realizar las labores pertinentes para devolver la playa a su estado original. Generalmente, las retiran y las llevan a vertederos. Los arribazones en La Calita y algunos tramos de la playa de Santa Catalina llamaron la atención del Ayuntamiento de El Puerto. El servicio municipal de Medio Ambiente, Movilidad y Playas sigue un protocolo frente a las acumulaciones.
Durante esta semana, ha procedido a recoger las toneladas de algas presentes en horario nocturno. “Aprovechamos la bajada de la marea y la noche, cuidando el medio e intentando provocar las menores molestias posibles”, expresa el alcalde, Germán Beardo, en sus redes sociales. Según explica, las acumulan para que se sequen, así reducen su peso. Una vez retiradas, son depositadas en cubas y se transportan al parque Guadalete para enriquecer el compostaje orgánico de los restos de podas, talas y trabajos forestales.
El Ayuntamiento detalla a lavozdelsur.es los trabajos que lleva a cabo cuando se dan las acumulaciones, independientemente de que encuentren Rugulopteryx okamurae. Diariamente, supervisan todas las playas del municipio y se da aviso al encargado y/o técnico responsable en el caso de aparición de cúmulos de algas. En este momento se establece una primera fase de observación para comprobar cuál es la evolución del arribazón.
“Mientras que las algas se mantengan dentro la dinámica del litoral, extendidas y se desplacen de una zona a otra de la costa en función del oleaje y las mareas, dejamos que sigan su evolución natural”, añade.
Solo son retirados aquellos arribazones de algas que presentan una magnitud considerable y quedan fuera de la influencia de las mareas, en arena seca u orilla, bien por la presencia de obstáculos artificiales como espigones, bien por la existencia de bajos rocosos, y que comienzan a descomponerse y a presentar mal aspecto u olor.
Este año los técnicos del servicio municipal colaboran con el Colegio Oficial de Ambientólogos de Andalucía, que han editado recientemente un manual de buenas prácticas para el manejo y cuidado de ecosistemas litorales.
En Cádiz, hace unos días, la playa de La Caleta amaneció llena de arribazones. En su caso, según explica el Ayuntamiento gaditano, no se trataba del alga invasora, sino de algas pardas. “Cuando hay viento de Poniente las algas suelen acumularse en esta playa, aunque son retiradas si no lo hace la marea de forma natural. El resto no cuentan con este problema”, aclaran.
Las imágenes de mantos del alga invasora se repiten cada verano en la costa. En la provincia gaditana, algunos municipios se ven más afectados que otros. Al respecto, la Diputación de Cádiz, mediante el actual programa de cooperación para paliar los efectos, aporta ayudas de 140.000 euros a Tarifa; 92.000 euros a Barbate; 70.000 euros a La Línea, y 20.000 y 18.000 euros a Algeciras y Conil, respectivamente. Así lleva, en tres años, más de 730.000 euros destinados. Es la única administración que está ofreciendo asistencia económica a los ayuntamientos para afrontar los gastos asociados a la retirada.
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