Parece que le tiene nombre puesto a cada olivo del camino. Los reconoce. Los distingue. Entre la sede de la cooperativa y Olvera hay unas cuantas faldas de monte que, a lo lejos, parecen llenas de lunares perfectamente alineados. Cada uno es un árbol.
“Mira, ese está bien cargado pero este no tiene nada ¿Ves aquel de allí? Sólo tiene una mitad con aceituna, la otra mitad, nada, no tiene nada. Y éste, éste debe de tener 400 años por lo menos, mira la de brazos que le han talado ya”. Habla de los árboles con el cariño firme de un veterinario por los animales. Sin engañarse ni engañarles.
Es el gerente de la primera productora de aceite de oliva de la provincia de Cádiz. Recorre los olivares y revisa algunos frutos de muchos árboles a pocos días de que empiece la recolección, la campaña, más compleja en décadas.
Los Remedios es una cooperativa con 50 años de trayectoria y 7.000 socios, originaria de Olvera, que tiene 8.000 habitantes
Con los precios disparados como nunca y la producción en mínimos históricos, con una sequía bíblica y unas olas de calor del demonio. Todo en contra. Del productor y del consumidor. "Tiene que llover, tiene que llover", repite sin rastro de broma ni de ironía, sin referirse a la canción.
Conviene acudir al corazón del aceite en la provincia para entender qué le pasa a todo el sistema circulatorio que se ha desequilibrado. Como nunca. Los análisis dicen que la situación es grave pero mejor tratar de conocer su origen que asustarse.
Antonio Gerena Arenas es el gerente de la entidad que más aceite envasa en el Sur Occidental de Andalucía (su ámbito incluye también mucho territorio de Sevilla y Málaga en zonas unidas por la Sierra). Es la Sociedad Cooperativa Los Remedios-Picasat, con su familiar etiqueta para miles de consumidores gaditanos.
Tiene 7.000 socios en la actualidad y siete centros de producción, desde Jerez hasta Ronda y Campillos. Su origen histórico y su sede principal está a pocos kilómetros del casco urbano de Olvera (de 8.000 habitantes).
El alimento sagrado
Tan olvereña es esta empresa colectiva que lleva el nombre de la patrona. El próximo año, esta ejemplar asociación de agricultores cumplirá 50 años de vida. En ese tiempo se ha expandido por poblaciones de otras dos provincias.
La diversificación geográfica y de oferta es un sello de identidad de la Cooperativa Los Remedios. De hecho, abarca agricultura y ganadería. Sus productos pueden dividirse en decenas, de frutos secos a piensos, de carne de vacuno a fruta de temporada pero el aceite de oliva es la imagen de la marca, el sello para los clientes sin conocimiento específico.
Pocos lugares mejores para tratar de resolver un debate económico, técnico, que ha entrado en el terreno del humor y el rumor popular. Cuando una situación produce tantas quejas, lamentos, chistes y memes es que hay que tomarla en serio.
Esta historia que nace en Olvera, en los olivos que acaricia Antonio, acaba en cada casa, en cada bar. Tiene como actor principal a un mito fundacional de la cultura mediterránea y andaluza. Ningún alimento natural o elaborado tiene tanto peso en la tradición de tantas generaciones como el aceite de oliva.
De Algeciras a Estambul, es imposible encontrar otro alimento tan presente en la mesa, la dieta, la bolsa y la vida. Del desayuno a la merienda, en todos los guisos, sean de legumbres, carne o pescado, como ingrediente o aliño, mezclado y crudo. Todo el día. Cada día.
Esta primera semana de septiembre este elemento práctico y mágico ha alcanzado el mayor precio que hayan conocido clientes y usuarios. Diez euros el litro. Cifra redonda y frontera psicológica capaz de desatar una sensación colectiva de incertidumbre.
"No vemos que nadie esté especulando con el aceite en la cadena de producción y distribución"
¿Hay que dejar de comprarlo? ¿Hay alternativas? ¿Mejor en spray? ¿Colza? ¿Girasol? ¿El precio final volverá a bajar? ¿Cuánto se mantendrá en el doble dígito? Las respuestas no las puede dar nadie por ahora pero algunas explicaciones, sí.
El profesional especializado huye de la exageración y el alarmismo. No estamos ante la histórica guerra de la patata en Irlanda, ni ante el pan negro de la posguerra ni ante la reciente crisis del tomate en Marruecos. Es una situación que tiene explicaciones concretas.
Gerena es el gerente de una de las mayores fuentes de aceite de oliva en Andalucía Occidental. Pocas voces más capacitadas para responder a una pregunta corta y compleja ¿Qué pasa con el aceite de oliva?
“El consumidor puede confundirse con el precio de venta al público, con el precio de venta final. Es cierto que hay una cadena que va sumando costes, que son reales, de justicia. Desde la cooperativa no vemos que nadie esté especulando con el aceite. Al menos, nosotros no conocemos esos casos”, comienza. Si nadie se aprovecha en la cadena de transporte ni distribución, si nadie mete el lápiz, ¿cómo se ha llegado a los diez euros el litro? Para Gerena, la clave es el clima.
"Venimos de tres años de sequía descomunal. La sequía puede ser habitual pero las olas de calor justo en la floración, no"
“No nos damos cuenta pero venimos de, al menos, tres años de una sequía descomunal, descomunal. Muchos dicen que siempre hubo sequía y es verdad. La seguirá habiendo, es verdad. El problema del olivar es que a las dos últimas cosechas, con sequía, les dieron la puntilla las olas de calor. En mayo, en la floración. Esa combinación ya no es tan normal. La sequía es habitual pero las olas de calor tan intensas, justo en la floración, no”.
La combinación de falta de lluvias con esos picos impertinentes de 40 grados tiene un efecto devastador: “Ha provocado que la flor se queme en el momento más sensible del cultivo, en el cuajado de fruto. La flor acaba quemada, inservible”.
Esa es la situación nueva. De ahí, según el responsable del gigante gaditano de las cooperativas, viene el hundimiento de las cantidades de aceitunas recogidas. “Se ha producido un desequilibrio muy importante de la producción”. Hay poco, hay cada vez menos y, por tanto, cada vez vale más.
El pico de precios coincide con el mal hábito de los consumidores que, sin saberlo, han tenido en los últimos años demasiado aceite en circulación, a un precio demasiado bajo. “En los últimos años veníamos de una distribución muy alta. Aunque en España las producciones no han sido tan grandes, hace tiempo ya, la cuenca mediterránea sí tenía aceite disponible y eso equilibraba los balances mundiales”, añade.
Cuando escaseaba lo que producían Italia, Grecia o España estaba disponible “el aceite de Túnez o Turquía, de muchos países productores del Norte de África. Así se iba ajustando la oferta y la demanda. Así se iba aguantando hace unos años”.
"El precio de ahora no es deseable para nadie. Si estamos en esta situación es porque no hay producción"
Esa abundancia de mercancía provocó otra crisis que nadie recuerda, de la que apenas se habló. Hace apenas cinco años, el aceite de oliva llegó a costar dos euros por litro. "Eso es la quiebra de cualquier agricultor de nuestra zona. Ese precio está por debajo del coste de producción. No es que el agricultor ganara poco, es que le costaba dinero recoger la oliva", detalla el gerente de Los Remedios.
De aquel extremo -que sólo recuerdan los que lo sufrieron en el campo, en la Sierra, en las cooperativas- se ha llegado al opuesto, a los diez euros el litro: "El precio de ahora tampoco es deseable para nadie. Si estamos en esta situación es porque no hay producción. El litro a dos euros era una ruina y ahora no hay aceite que vender, no hay nada que vender. Antes, demasiado barato. Ahora, no hay volumen de venta", resume.
Antonio Gerena debe esperar algunos días, al inicio de la recogida temprana en la Sierra de Cádiz, para manejar cifras pero ya sabe que "este año cogeremos la mitad de oliva que el año anterior. Y el anterior no fue muy bueno. Va a ser la producción más baja que yo recuerdo en mucho tiempo, en 15 años por lo menos, desde que existen los sistemas de trabajo actuales".
Y de repente, Putin
A la falta de producción, a la mera escasez de aceitunas y aceite, se une el encarecimiento de todos los productos que participan en el proceso, los denominados costes de producción. La inflación no da respiro desde que comenzara la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin. El inicio de esta guerra, por cierto, disparó el precio del aceite de girasol.
El combustible del transporte, la energía eléctrica de la maquinaria que procesa, "hasta los abonos cuestan el doble que hace poco más de un año. En resumen, los costes se han duplicado y la cosecha, como mucho, es la mitad".
"Se equivocan los que crean que el agricultor está haciendo negocio con estos precios. Simplemente está tratando de cubrir gastos"
Antonio Gerena insiste en que sería un error grave pensar que "el agricultor está haciendo negocio" con el aceite de oliva a diez euros el litro. "Simplemente está tratando de cubrir gastos, como el resto de la cadena. Al final, todo el mundo intenta repercutir en el producto los gastos que tiene".
El responsable de la primera cooperativa gaditana huye del alarmismo pero tampoco se quiere engañar: "La situación no tiene visos de cambiar en poco tiempo". Para que haya una bajada de precios debe darse un incremento de la producción, que haya más aceituna, más aceite. Para eso, "tiene que llover" y tienen que desaparecer esas olas de calor muy tempranas, antes del inicio del verano climatológico.
"Hay muchas variables. A ver qué producción tenemos. Hay que ver cómo están las otras zonas productoras a nivel mundial, porque cada zona tiene su propio ciclo climatológico. A ver cómo queda el consumo interno y la exportación... Son muchos elementos", asegura. Pero todo el análisis agrónomo, técnico, geopolítico y económico vuelve a resumirlo en una premisa de terrible sencillez: "Tiene que llover, tiene que llover".