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Cita con frecuencia a Félix Rodríguez de la Fuente, "lo cambió todo", y bien se le podría llamar Félix Rodríguez de la Sierra. "Ojalá me acercara pero no habrá otro como él y murió tan joven...". Con ese ejemplo, Antonio García Pérez ha construido uno propio, inspirador y llamativo como pocos en España.
Este profesor de Inglés jubilado, que cumple 69 años este 15 de octubre, se ha convertido por la vía de los hechos en uno de los naturalistas más relevantes de España, en uno de los animalistas que acumula más premios y prestigio pero, sobre todo, logros.
El último ha sido rescatar 26 buitres leonados en solitario, sin ayuda, este verano. "El primero lo cogí el 14 de julio y el último, el 7 de septiembre", detalla mientras da de comer en la amplia jaula, más grande que muchas habitaciones urbanas en estos tiempos, al último ejemplar que espera transporte.
Incluso simula la técnica de traslado, con aire didáctico, propio de las artes marciales. Con una mano paraliza las enormes garras y con la otra inmoviliza el cuello para neutralizar el potente pico.
Así, uno tras otro, ha rescatado 26 este verano. El primero lo salvó con 15 años, en 1971. Un año antes fundó el primer colectivo ecologista en Ubrique, "con Franco aún vivo, la Guardia Civil y algunos más nos miraban regular porque eso del ecologismo era cosa de rojos, ya se sabe, la época".
La fama de Antonio García se ha extendido por instituciones, entidades y colectivos de toda la provincia, hasta el punto de que si un policía local o un senderista encuentra un buitre dañado es la primera persona a la que avisan. Un especialista.
La finca de Antonio, Encina Grande, dista tres kilómetros del centro de Ubrique que vive el primer día de feria. Esta parcela empinada, de ubicación prodigiosa, es un templo de amor por los animales.
Al visitante le reciben perros de agua. Su dueño es el responsable único y directo de que esa raza autóctona fuera reconocida por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca en abril de 1983.
Este profesor ubriqueño fue el encargado de investigar, recopilar y fijar los parámetros históricos y fisiológicos de este tipo de perro melenudo y con rizos como un rockero clásico. Un tipo de perro sonriente, atlético e inquieto que contagia alegría. Ahora es una raza tan valorada como cotizada.
Nueve ejemplares juegan sin cesar alrededor de su maestro y de todo el que llegue. Para hacer justicia a su nombre, se lanzan constantemente a la piscina en una escena que reconcilia al hombre y a la naturaleza.
De los perros a los buitres, de los pájaros a los insectos, va una trayectoria vital con más de 55 años dedicados a la admiración y el cuidado de todas las especies. Hasta en las avispas y abejas repara: "Esta que tenemos alrededor es una invasora, está matando a todas las autóctonas y es un problema".
La fascinación y el desvelo por el resto de animales le viene en la sangre. "Lo heredé de mi padre, que le encantaba la naturaleza, de toda mi familia. Mi padre me enseñó mucho de campo, sobre todo de los tipos de pájaros que hay que proteger" porque conservan el delicadísimo equilibrio ecológico.
En ese grupo, en la cumbre de la pirámide trófica y en las cumbres serranas que rodean la finca, está el buitre leonado. "Gracias a la labor que nos infundió Félix Rodríguez de la Fuente, con sus maravillosos programas como Fauna Ibérica o El hombre y la tierra, empezó a aparecer más gente mentalizada".
El motivo de que haya establecido su propio récord este verano, con 26 rescates, tiene una motivación triste. Los buitres leonados nacen, tras romper el huevo, alrededor de febrero.
Sus progenitores tienen cada vez más problemas para encontrar alimento porque hace varios años se obligó por ley a enterrar a los animales muertos -vacas, cabras y caballos, de forma común- y ya no hay carroña, cadáveres, su único alimento, exclusivo. "Algún biólogo, en un despacho de ciudad, tuvo esa terrible idea y condenó a los buitres".
Ese factor, la falta de alimento por los cambios legales que borran los cadáveres animales del monte y el campo, está detrás de la situación actual más que el cambio climático y el calentamiento global, de los que Antonio duda: "Creo más en los ciclos climatológicos que se van sucediendo".
Los buitres adultos, desesperados, salen de los nidos a buscar para comer y traer pero no encuentran nada. Al cabo de cuatro, cinco meses, los buitres jóvenes (su longevidad media supera los 20 años) se tiran desesperados del nido pero aún no saben volar alto ni otear la escasa comida que hay.
Esa es la causa de que cada vez aparezcan más derrumbados, paralizados en el suelo por deshidratación e inanición, agonizantes de hambre y sed. "Este año, concretamente entre febrero y marzo, la temperatura ha sido muy buena, no ha llovido, no ha hecho mucho viento", detalla.
"No es justo obligar por ley a enterrar a todos los animales muertos. A los buitres, los matas"
Esas circunstancias climáticas, más las políticas de protección y cuidado, han permitido que nazcan unos 200 ejemplares nuevos de buitre leonado sólo en 2024. El enemigo de la supervivencia está, por tanto, en la alimentación. "No es justo obligar por ley a enterrar todos los animales muertos. A los buitres, los matas".
"El hambre, el hambre es el problema. Se tiran del nido sin saber sobrevivir, no saben buscarse la vida por sí solos. No son expertos voladores para coger las corrientes térmicas ascendentes, para subir, planear y ver. Se extravían, se pierden y pasan días, semanas, perdidos, sin comer, sin beber hasta que se caen".
En ese momento aparece, o lo intenta, este profesor ubriqueño: "Yo no quiero ningún tipo de mérito. La única cuestión aquí es que soy naturalista y me encanta. Adoro a los animales".
Dentro de la jaula, con el último buitre salvado, le sale una lección magistral espontánea. Niega que sea un animal innoble o peligroso. Sólo cumple su función en la cadena natural: eliminar cadáveres. Ha evolucionado genéticamente para convertir la carroña en su único alimento. Cuando le falta, sólo puede sobrevivir con cariño.
"Tú le echas una pata de jamón a un buitre y a las pocas horas la va a dejar absolutamente pelada. Sólo va a quedar el hueso limpio. Sus garras sujetan, su pico arranca y sus jugos gástricos digieren carne aunque esté en descomposición, gusanos y bacterias que matarían a cualquier otro animal de la naturaleza".
"Desgraciadamente, desapareció el quebrantahuesos, el buitre más grande de la zona y el único capaz de digerir huesos. Sería bueno un estudio para reintroducirlo. Era capaz de comerse un fémur, una tibia, de un equino, de un vacuno, que son enormes. Sus jugos gástricos aún eran más potentes, fortísimos".
A falta de cadáveres animales, los buitres leonados se ven obligados a comer lo que pueden: "Abren bolsas de basura, hasta han vomitado conchas de almejas. Eso deja claro que se han alejado mucho, que han ido a comer a sitios que no les corresponden, desesperados".
La lección continúa mientras el último buitre rescatado mete las patas en uno de los tres cubos de agua que tiene en la jaula: "Necesitan bañarse, refrescar las patas cada poco tiempo".
Este ejemplar aún no tiene el característico cuello blanco, "les va saliendo con la edad, primero es color crema, luego grisáceo y termina blanco. Es uno de los elementos que nos indica la edad del buitre".
Otra característica biométrica de la especie: machos y hembras son idénticos en tamaño, peso y aspecto, "no hay dismorfia entre sexos como sucede en otras muchas especies".
Antonio García reserva para el final su reivindicación del carácter de animal: "No es agresivo en absoluto. A mí no me ha atacado ninguno en estos 40 años, jamás. Es carroñero y nunca depredador. No puede matar, no sabe, no está preparado. El que diga que un buitre mata o ataca, miente. Al contrario, es muy cobarde, siempre está asustado".
Como anécdota, algo tétrica, recuerda que los buitres no se acercan a los animales que tienen los ojos abiertos después de morir. "Su instinto les dice que, si tiene los ojos abiertos, está vivo. Aunque no se mueva o se descomponga, lo evitan hasta que los cuervos hagan su trabajo".
"No hay un animal más noble, no lo hay. Toda esa leyenda negra, incluso convertir su nombre en un insulto, no tiene justificación. Cumple una función fundamental en la naturaleza, esencial, salva a otros animales".
"Todo el que lea esto, por favor, que se entere bien: todos los buitres son absolutamente necesarios para el equilibrio natural, para el bienestar de animales y personas"
"Al alimentarse de carrroña elimina una cantidad de bacterias, virus y enfermedades enorme, se los ahorra a otros animales. Sus jugos gástricos eliminan todo eso y ningún otro animal puede hacerlo. Sin los buitres, esas bacterias quedan en la naturaleza y pueden entrar en contacto con otras especies".
"Que sigan libres como como Dios los ha creado en esta naturaleza y que sigan limpiando el campo y la montaña de carroña. Así que todo el que lea esto, por favor, que se entere bien: el buitre leonado y todos los buitres son absolutamente necesarios para que el equilibrio natural y ecológico, para el bienestar animal y de las personas".
Pero en cuestión de animales, Antonio García no sabe estar quieto, no puede. Ha sido su vida, junto con la docencia, desde su juventud. Rodeado de trofeos y diplomas, entre imágenes de su paso por televisiones rusas o alemanas y de un paseo con Felipe González, ya maquina los próximos retos.
Además de rescatar buitres, que no piensa parar, se acaba de alistar como "profesor colaborador" en todos los centros educativos de Ubrique, especialmente para impartir materias relacionadas con la naturaleza y el medio ambiente.
"No puede ser que niños de Ubrique no distingan un olivo de un algarrobo, que no reconozcan un gorrión. Sólo los niños de poblaciones muy pequeñas, como Villaluenga o similares, están familiarizados directamente con los animales. El resto, nada. Y no hablemos en las ciudades".
En su esencial apartado animalista, sueña con reintroducir el lobo en la provincia. "Tengo una foto del último que fue oficialmente cazado, en el año 1912, incluso en la foto se menciona a un tal señor Mendoza como el supuesto cazador".
"Sería maravilloso reintroducir el lobo en esta zona, aportaría un equilibrio ecológico muy grande pero no va a suceder. No hay voluntad de las administraciones y habría rechazo de los cazadores, primero, y de los ganaderos después. Es un error enorme pero es así".
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