Cinco mujeres guardan varios elementos en común, aunque no sean la excepción. Todas son trabajadoras de la Sanidad Pública, superan los 60 años de edad y aunque conservan su vocación, sienten que el paso del tiempo y el cansancio acumulado, han mermado sus habilidades en el trabajo y por eso les gustaría poder jubilarse de manera anticipada sin penalización.
Pertenecen a la Plataforma JAVISS (Jubilación Anticipada Voluntaria en Instituciones Sanitarias y Sociosanitarias) –con 37.000 integrantes en todo el Estado español– que lucha por conseguir este derecho, ya reconocido a otros colectivos profesionales con características especiales como bomberos o policías, e incluso toreros o cantantes.
Manuela Díaz Cámara tiene 63 años y trabaja desde 1977. En diciembre de 2022 cumplirá 45 años cotizados en diferentes hospitales de la Sanidad Pública. Tiene la categoría de técnica en cuidados de enfermería y trabaja actualmente en la consulta de otorrino del Hospital de Jerez. "Después de una trayectoria profesional de tantos años, considero necesario reivindicar la jubilación anticipada sin penalización, pues mis aptitudes están un poco más mermadas, tanto físicas como psíquicas", inicia.
"He dado lo mejor de mí durante estos años, ya me toca descansar"
"Esta situación me obliga a descansar cuando llego a casa para poder continuar con mi actividad personal por la tarde", explica la auxiliar, quien cree que "hay grandes profesionales con contratos basura y con mucha ilusión por trabajar y cuidar de los pacientes, que desempeñarían el trabajo bastante mejor que yo". Manuela concluye así afirmando: "He dado lo mejor de mí durante estos años, ya me toca descansar".
Carmen Álvarez es técnica en cuidados de auxiliar de enfermería, tiene 61 años y lleva 42 trabajados. La actividad que desarrolla, debido a sus características, no es cualquier cosa: turnicidad, contacto con productos tóxicos, con radiaciones y con todo tipo de gérmenes y enfermedades infecto-contagiosas, además de los cuidados a los pacientes en sus necesidades básicas de aseo, movilización y alimentación.
"En mi trabajo, con el paso de los años y al estar más cansada, noto que me está afectando sobre todo a la memoria, la concentración y la tolerancia con los pacientes", inicia en su relato. "Físicamente lo noto en los dolores de piernas y rodillas, aunque sobre todo los pies, que me duelen muchísimo", reconoce esta trabajadora a la que le "fastidia" el tema de la tolerancia "porque siempre he sido una persona muy empática y cariñosa con los pacientes y noto que cada vez lo soy menos; supongo que por el cansancio".
"He batallado sin dar ningún problema laboral gracias a diferentes técnicas, pero ya solo me quedan pastillas y voy a trabajar dopada, ya que desde hace dos años he tenido un declive total", revela. Y sigue en la lucha, pues según cuenta, "los médicos no nos quieren dar de baja ni la incapacidad a los profesionales sanitarios debido a la falta brutal de personal".
Desde hace dos años trabaja en los quirófanos de urgencias de la especialidad de obstetricia y ginecología del Hospital de Jerez. Aunque se aqueja de que "esta profesión y este sistema te lleva a vivir a golpe de teléfono muchos años, pues es difícil tener una estabilidad de sitio, de compañeras, de jefes...Y así no se tiene un soporte para encarar la vejez".
"Me gustaría poder jubilarme para despedirme de la vida dignamente"
Trinidad se levanta una hora antes cada día para empezar a caminar y poder tomarse las pastillas con tranquilidad para ir trabajar. "Es triste ir andando con tanto dolor. Mi trabajo me exige ser una esprínter, ya que estoy en un servicio de urgencias, donde puedo estar horas sin hacer nada y de repente funcionar rápido con la cabeza bien puesta porque estamos trabajando con personas", explica.
Esta enfermera no para de pensar en la idea de trabajar hasta los 67. "No me veo, pero si tuviera que seguir, no sé si tendría las fuerzas para disfrutar de mi nieta o para estar con mi madre en sus últimos años, porque la vida nos impone unas prisas y unos quehaceres con los que no sé si voy a aguantar", lamenta con voz cansada. "Echo tanto de menos sentarme y no tener que hacer nada, que me gustaría poder jubilarme para despedirme de la vida dignamente", asegura Trinidad, que no busca reconocimiento, sino que la sociedad valorara a los sanitarios, ya que a su juicio: "Sería de justicia una jubilación anticipada sin penalización".
Isabel María García Herrera trabaja en el servicio de neonatología del Hospital Puerta del Mar y cumplirá en los próximos meses 62 años. Sostiene, al igual que sus compañeras, que por las características de su trabajo se deberían retirar "mucho antes". Sus dolencias son las propias de la edad: rodillas, piernas, cervicales, hombros, columna... Además del cansancio. "Esto es agotador", lamenta. Y se sorprende por cómo ptros gremios "con la misma o incluso menos presión que nosotras" pueden retirarse antes. "Los cuerpos, llegados a una edad, requieren de un descanso", concluye.
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