Podría ser un jueves cualquiera en Sevilla, pero no lo es. Tampoco es Jueves Santo, aunque el sol está bien reluciente. La cantidad de camiones que se agolpan en un extremo del real de Los Remedios es incalculable a estas alturas. Cuando se realiza este reportaje quedan dos días para que empiece la Feria de Abril. Cuando se lea, quedará mucho menos. Apenas horas para el encendido del alumbrado. Los cacharritos, eso sí, se han puesto en funcionamiento desde un par de días antes de que llegue el ansiado momento de recuperar dos años en blanco. Sin Feria, sin albero.
Más de 200.000 bombillas iluminarán un recinto con 1.054 casetas (seis de distrito; 512 de entidades; 522 familiares; tres municipales y once de servicios), una Calle del Infierno con 360 atracciones y una portada inspirada en el edificio regionalista del Hotel Alfonso XIII, obra del arquitecto Jaime Navarro. Tiene una altura de 39 metros y cuenta con 25.000 luces tipo led. Toda esta ciudad efímera, por supuesto, no se construye sola ni en dos tardes. Sus máximos protagonistas andan todavía a destajo para que todo esté a punto en la medianoche de este sábado.
Lo que se escucha en la Calle del Infierno horas antes del inicio no son ni sevillanas, ni trapeo, ni Camela. No queda ni un día, pero muchos siguen trabajando a marchas forzadas. Se escuchan herramientas, chapas y tornillos de las atracciones ultimando detalles. Las caras de los operarios —de diferentes nacionalidades, aunque algunas más presentes que otras— muestran cansancio. Preguntamos a uno de ellos que cómo va. Nos mira con cara de circunstancias mientras se limpia el sudor de su frente.
"Las perspectivas parecen buenas para que por lo menos se repare algo de estos años. Esto lleva muchos gastos"
Algunas atracciones son un negocio familiar e itinerante sin tiempo siquiera para atendernos, aunque sí voluntad. En otros casos, que no son pocos, se repite un patrón: 40 trabajando y uno mirando. Este uno, bastante bien vestido. Finalmente, hablamos con uno de los primeros que lo tiene bastante claro, "las perspectivas parecen buenas, que por lo menos se repare algo de estos años. Esto lleva muchos gastos". El feriante hace referencia al año pasado, donde el Ayuntamiento de Sevilla permitió montar las atracciones, pero sin celebrar la Feria. No es lo mismo.
Seguimos caminando por el alquitrán del infierno. Ahí todavía no hay rastro del albero. No demasiados cacharritos ya tienen puesta una lona preparándose para el estreno. En los coches choques se pone a punto la megafonía para que la música no deje a nadie indiferente durante las noches de la próxima semana. En un puesto de comida rápida preparan la iluminación para que todo esté a punto.
En uno de las atracciones hay mucho movimiento. Quizás demasiado para que apenas queden unas horas para iniciar los viajes. Los obreros cargan vallas y un grupo mira. Al principio no acceden a hablar, pero terminan mostrando sus impresiones. "Por lo que se está viendo, esperamos bastante afluencia", manifiesta. Sin embargo, coinciden con otras voces consultadas en la zona de las atracciones: no hay decisión tomada sobre los precios a pesar de la inflación general. Dependerá del ambiente.
"La pandemia nos ha superado. Antes podía yo con esto y ahora esto puede conmigo"
Entre construcciones gigantes hay una pequeña heladería. El tamaño no asegura llegar a tiempo. De hecho, este grupo de trabajadores va muy justo y están exhaustos. Mantenemos una breve conversación con el encargado que se sincera, "la pandemia nos ha superado. Antes podía yo con esto y ahora esto puede conmigo", dice haciendo referencia al enorme esfuerzo físico que supone un evento así. Él se siente "cansado y viejo", pero su puesto también tiene síntomas. Hay partes obstruidas y llegan al último día sin luz. Una contrarreloj en toda regla.
Cruzamos la calle que separa las casetas de los cacharritos. El tráfico aún no está cortado. Entramos en un mundo completamente distinto, pero con las mismas prisas. Hay más variedad, obreros y obreras cargando y descargando, transportistas con litros y litros de bebidas, un hombre habla por teléfono mientras apunta los pedidos. Va a estar así hasta el viernes por la noche, según dice. La mayoría de las casetas están a medio hacer. Algunas se siguen pintando. Otras, las más avanzadas, ya se barren. Las portadas aún tienen la chapa de las estructuras y los escombros ocupan gran parte de los metros de cada una de ellas. No parece que en dos días dé comienzo la feria más grande de Andalucía.
"Hemos subido los precios un 20-25%. Ha subido el butano, la luz, el gasoil... todo eso sale de aquí"
En esta parte hay aún más trajeados y encamisados. Pero todavía son más los que cargan con material de montaje. Frente a una de las casetas hay ya montado un puesto de chucherías y algodón de azúcar, algo que no puede faltar en este tipo de celebraciones. Las golosinas están perfectamente visibles en la primera fila. Su dueño señala que tiene "mucha ilusión" y que el esfuerzo ha tenido que ser, sobre todo, mental por la falta de rutina durante estos años. No rehúye del tema precios, "hemos subido un 20-25%", reconoce. No le queda otra, "el butano ha subido, la luz ha subido, el gasoil ha subido... todo eso sale de aquí". También comenta que "nadie viene a trabajar a la Feria por menos de 100 euros, eso de la Feria por 500 es mentira". Otro comerciante añade el tema de los seguros, "tiene que estar todo el mundo asegurado, antes éramos tres 20 horas diarias y ahora somos seis".
Son casi las tres de la tarde. Mientras uno camina por la calle y muchos trabajan con los últimos retoques, se forman los primeros corros bajo la sombra de los árboles o tras la sombra de un camión. Los más afortunados se sientan en sillas, otros aprovechan los bordillos que separan el adoquín del albero y algunos se quedan de pie. En uno de los círculos humanos llega otro trabajador que comienza a repartir bocadillos. Esto se repite a lo largo de las calles del real. Son los más imprescindibles y, seguramente, a los que menos agradecimiento se les muestra.
La portada sigue cercada, todavía no se pueden atravesar sus tres enormes arcos. Aquí quedan menos preparativos que dentro del recinto, pero los escombro también tienen un lugar significativo. Una mujer cruza la calle en bicicleta como si la semana del año que más dinero deja en Sevilla no estuviese a punto de llegar. Los coches también siguen pasando por una calle que dentro de poco será propiedad de los coches de caballo. Ni siquiera las casetas que dependen del Ayuntamiento están finalizadas. Aunque no lo parece, esto está a punto de empezar. Por fin.
Más sostenible, accesible e inclusiva
En cuanto a las novedades de la Feria de 2022, cabe destacar que la sustitución de 201.000 luminarias por iluminación tipo led va a suponer un ahorro de consumo energético de 114.959 kilovatios/hora y una reducción de 28,41 toneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera.
En lo que respecta a la apuesta por una Feria más accesible e inclusiva, destaca que este año se han llevado a cabo 50 rebajes nuevos en las aceras del recinto ferial, para facilitar el acceso de personas con movilidad reducida. De esta manera, todas las calles cuentan con varios puntos por donde cruzar de una acera a otra. Esta actuación ha contado con una inversión de 22.000 euros.
Además, desde el Área de Fiestas Mayores, a petición de Asperger Sevilla, se ha llegado a un acuerdo con las empresas feriantes para ampliar los días sin ruido en la Calle del Infierno para que puedan disfrutarla personas con trastornos del espectro autista con tres jornadas: lunes, jueves y sábado, en el tramo comprendido entre las 14.00 y las 18.00 horas. El Circo Sensaciones se ha sumado a esta iniciativa con una sesión de Circo Inclusivo sin Ruido.
También se permitirá el acceso de las motos de personas con movilidad reducida a la caseta de Niños Perdidos para que puedan recargarlas. Además, la Feria de Sevilla contará con una noria accesible para personas con movilidad reducida.
Respecto al dispositivo de seguridad, se aplican mismas medidas que en 2019 y se incorpora, igual que en Semana Santa, la unidad de drones, que tendrá en este caso como objetivo controlar la celebración de botellones en el entorno del Real así como la venta irregular de bebidas y alimentos en la zona de la Calle del Infierno.
Tanto Tussam como Lipasam refuerzan sus servicios para la celebración de la Feria. Con el objetivo de fomentar el uso del transporte público para acceder y para salir del Real, Tussam aumenta su oferta hasta un 135 % en los días festivos y pondrá en servicio 1,4 millones de plazas en la lanzadera que va directa al Real desde el Prado. Lipasam pone en marcha un plan especial para la Feria conformado por más de medio millar de operarios y más de un centenar de vehículos. El operativo atenderá la limpieza en el Real y en su área de influencia antes de que dé comienzo la Feria, durante su celebración y posteriormente para dar cobertura al proceso de desmontaje.
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