Tiene la condición ganada de ser el portavoz de la ciudadanía para narcotráfico en una zona del mundo condenada a sufrirlo. Si no involuntaria, esa función es oficiosa, aparece amplificada por su prestigio y por las omisiones de otros. Es achacable a terceros. Son los demás, sus vecinos, las instituciones, los medios de comunicación los que le ven así, como la voz del pueblo cada vez que se habla del asunto entre los asuntos.
Francisco Mena vive en Castellar y siente el Campo de Gibraltar, la costa gaditana, como un todo, como una parte del planeta que podría ser estratégica para beneficio de sus habitantes y lo es para condena de muchos de sus vecinos, amarrados al pasillo por el que drogas, personas desesperadas, armas y millones pasan de un mar a otro, de un continente al otro, de una mano a la siguiente.
En 1987 vivió las primeras protestas vecinales en San Roque. Compadeció a vecinas que veían a sus hijos envenenarse con el dinero fácil que les convierte en "carne de prisión". Defiende la idea de que la maldición narcótica le ha quitado ya dos generaciones de jóvenes a una parte de la provincia. La tercera, asegura, está en grave riesgo.
Además de ver cómo se consumen los adictos, la legión que arrastra ese monstruo con mil brazos, comprobó bien pronto cómo la droga corrompe también a los que no consumen, cómo castiga a sus familias. Hasta la administración corroe. Desde que lo supo, hace 37 años, nunca pudo mirar para otro lado.
Ha respondido al peso de representar a la gente, a la suya, con rigor y constancia, con serenidad para soportar las amenazas de los malos y la tenaz incapacidad de los buenos. Como todos los habitantes de la provincia preocupados por los demás, ha vivido un año difícil marcado por la tragedia.
Presidente de la coordinadora antidroga Alternativas, es la voz más autorizada para analizar un año inolvidable en el área narco. Por doloroso. Ese 2024 en el que dos guardias civiles fueron asesinados en la noche del 9 de febrero en la bocana del puerto de Barbate, arrollados intencionada y repetidamente por lanchas de traficantes.
Este martes recibía en Cádiz el reconocimiento formal del Estado durante el acto del 46 aniversario de la Constitución española el que también se rendía homenaje a otras siete entidades y personalidades de la provincia.
¿La tragedia de Barbate marca el año más duro de los que ha vivido en la lucha con el narcotráfico?
Ha sido un año duro. Es un año duro. Vimos como a dos guardias civiles los asesinaron en directo. No son los primeros agentes que caen en acto de servicio. Recuerdo aquel guardia civil fallecido durante una persecución en moto o a Fermín, un policía local de La Línea. Pero ocurrió hace bastantes años, en otro momento. Sin internet o sin los testimonios gráficos que tenemos ahora. Eso fue lo más difícil del caso de los guardias civiles en Barbate, que lo vimos en directo, en streaming. No habíamos conocido un golpe tan importante. Como dolor añadido, esos 200 descerebrados gritando desde la costa, los que animaban diciendo "húndelos, húndelos".
¿La lucha contra el narcotráfico ha retrocedido? ¿La situación general es peor o sólo creemos que es peor por el trauma vivido en Barbate?
Las dos cosas. Está peor porque creemos que está peor. La situación es peor por lo que hemos vivido. Es cierto que si tratamos de analizar con calma, no hay nada nuevo en 40 años pero que todo siga igual significa que estamos peor. Si nada cambia, si nada mejora en 40 años, es que vamos a peor por desgaste de la sociedad.
"La situación es peor porque creemos que es peor, por desgaste pero no creo en una derrota de la democracia, la gente no va con revólver y cartuchera por la calle"
¿Comparte la creencia de que este año marca la derrota del estado democrático, al menos un retroceso, frente al narcotráfico?
El Campo de Gibraltar es la punta de lanza en la lucha contra el narcotráfico. Ese fenómeno está en muchos territorios pero se hace visible en el Campo de Gibraltar. No creo que exista una derrota de la democracia ni de las instituciones. No estoy de acuerdo con todo eso que se dice, quizás en momentos de dolor, de que esta zona es comparable a Medellín, a Sinaloa, me niego a creerlo. El Campo de Gibraltar no es el salvaje oeste ni la gente va con revólver y cartuchera por la calle.
¿Sufren los vecinos más presión que hace 5, 10, 15, 30 años? ¿Y los narcos?
Es la misma en todo este tiempo. Cada ciertos años se aplica un plan de seguridad y es cierto que el de 2018 se saldó con mucha presión hacia el narcotráfico. Hubo muchas detenciones, más juicios pero el resultado es que los narcotraficantes se trasladan. Se van a otras zonas menos vigiladas, donde se sienten menos perseguidos y actúan desde allí. Si alguien quiere comprobarlo, las detenciones de jefes se producen siempre en otras zonas, en ciudades más grandes o en la Costa del Sol pero el mayor número de condenados por estar a sueldo del narcotráfico lo ponen vecinos campogibraltareños. La mayoría de los detenidos, históricamente, son vecinos del Campo de Gibraltar pero son la punta del problema, la mano de obra barata para los que manejan el negocio. Van buscando lugares donde haya mucho paro, donde los niveles de renta y educación son los más bajos porque saben que en esos lugares van a encontrar connivencia, tienen el campo abonado, van a dar con muchos jóvenes que están dispuestos a jugarse la prisión por ganar un dinero fácil. Por eso insistimos tanto en la necesidad de planes sociales, educativos, de empleo, porque hay que crear alternativas. No soy tan inocente. Ya sé que por más opciones de ganarse la vida honradamente que existan siempre habrá quien prefiera el dinero rápido de la droga pero siempre serán menos, muchos menos, y podremos llegar a más jóvenes, a muchos más, para decirles que no merece la pena ese camino. Es desgracia segura, ruina. Para ellos y para sus familias.
Si algo ha demostrado este año es que la desgracia del narco va más allá del Estrecho y el Campo de Gibraltar
Es que eso tampoco es tan nuevo. Vemos cómo se reproducen las mismas situaciones en Sanlúcar, en Barbate. Hay que recordar que en Barbate se produjo, en los años 90, la mayor manifestación contra el narcotráfico que se recuerda. Se contabilizaron 20.000 personas y tras la muerte de los dos guardias civiles, este año, volvió a echarse a la calle. Eso significa que hay una preocupación ciudadana enorme y también demuestra que no es de ahora, ya se manifestaban hace casi 35 años. El narcotráfico tiene un gran impacto social en otros puntos, Sanlúcar, Chipiona, estamos viendo que Chiclana.
Disculpe la vuelta a la misma duda ¿Estos precedentes, esta expansión que menciona no suponen un gran retroceso, una derrota colectiva? ¿No va todo a peor?
Más que ir a peor es que sigue igual. Han pasado 40 años y todo sigue igual. Estamos en las mismas porque las recetas son las mismas, idénticas. Desde Felipe González hasta ahora. Da igual. Aznar, Zapatero, Rajoy, Sánchez, todo igual. Siempre los mismos métodos. Más policía, más cárcel y no se arregla nada. Es necesario intervenir en términos policiales, judiciales. Es imprescindible pero queda claro que no es suficiente. Hay que intervenir en planes sociales para que los jóvenes tengan, al menos, el compromiso de decidir entre la opción del trabajo decente y el dinero fácil. En todos estos años, la alternativa de trabajo honrado ha sido muy escasa en el Campo de Gibraltar y la del dinero fácil está por todas partes. Ese es el mensaje que tratamos de transmitir y que nunca parecen oír las administraciones. Necesitamos planes integrales que completen la parte policial y judicial.
¿Habla de educación, sobre todo?
Educación, especialmente, pero mucho más. Hay que conseguir planes de fomento de la riqueza, de la industria, del empleo. Pongo ejemplos concretos. Una forma de fomentar la riqueza, y los empleos honrados, en el Campo de Gibraltar sería que uno de los mayores puertos de Europa estuviera conectado con el resto de España por una vía de tren o que Barbate no estuviera aislada en sus comunicaciones terrestres, que avanzara el desdoble de la Nacional 340. Son dos ejemplos entre muchos que se podrían poner para demostrar que esta parte de España no sufre el abandono de un gobierno, sufre el abandono de todos, el abandono del Estado, que es mucho más grave.
¿Cómo consigue mantener el ánimo y la constancia, no rendirse durante 37 años al frente de Alternativas cuando ve tan pocos resultados? ¿Cómo no se cansa?
Lo consigo a través de la satisfacción que me da ayudar a sacar a gente de la droga. Eso no se ve en la televisión, ni en las fotos, ni nadie lo conoce pero cuando consigues colaborar a que una persona salga de eso, la recompensa es enorme. El otro día me pasó en Ronda. Me paró un hombre, de unos 30 años, y me preguntó si le conocía. Le dije que no le recordaba. Le dio igual, me agradeció la ayuda con un abrazo. Me contó que salió de la cárcel, que le animamos a quitarse de todo ese mundo, que le ayudamos a buscar otro camino y ahora trabaja, tiene casa propia e hijos. Un caso como ese compensa por muchos golpes que te lleves. También compensa ver a muchos niños, adolescentes o más pequeños, que aún rodeados de esa situación están estudiando, sacando sus cursos, algunos con brillantez, viviendo sus ratos de ocio en ludotecas, interesándose por la cultura, el deporte. Esos momentos compensan los demás que, es cierto, son muy difíciles.
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