La sede de la empresa palaciega Hermanos Cerrada-Arte Sacro, íntegramente dedicada a las figuras del Belén que estos días cobran especial protagonismo en el mundo cristiano, es un inmueble de casi 200 metros cuadrados distribuidos en tres plantas y ubicado en el barrio de las Casas Baratas. Pero aquí no sobra un metro, porque cada cosa ocupa exactamente el lugar que debe, como las diversas figuritas que tienen su ubicación exacta en esos nacimientos de tantos aficionados al belenismo que se apasionan por recrear ese universo posible en torno a las mágicas circunstancias por las que Dios se convierte en el hijo de una familia tan sagrada como humilde.
También los hermanos Cerrada, Juan José y Jesús, proceden de una familia humilde de Los Palacios y Villafranca. Ellos son el mayor y el menor, respectivamente, de un hogar con cuatro hermanos. Pero llevan tantos años volcados en su pasión, la de crear figuritas de barro para los belenes, que la han convertido en su modo de vida, hasta el punto de facturar para “vivir bien”.
Se expresa así el humilde Juan José Cerrada, el mayor de los hermanos y el artífice de este sueño de vivir bien de lo que le ha apasionado desde pequeño y que se profesionalizó en 2007. Contrario a la ostentación, el mayor de los Cerrada prefiere resumir las cifras en que "estamos contentos". Eso significa que andan en plena producción durante todo el año, aunque precisamente estos días puedan descansar después de jornadas maratonianas de doce horas durante los últimos tres meses haciéndolo todo entre dos: investigar, documentarse, crear figuras concretas, de la Virgen, de San José, de los pastores, de animales, modelarlas, cocerlas en el horno, secarlas, fabricar moldes, pintarlas, almacenarlas, embalarlas y enviarlas..., y todo ello mientras se está pendiente de la web y del teléfono, atendiendo a clientes que se ponen en contacto con este templo del belenismo con la devoción que los Cerrada han sido capaces de generar a su alrededor en un ámbito donde se valora la constante imaginación plástica que surge de apenas unas cuantas páginas del Nuevo Testamento, concretamente del principio de los evangelios de San Mateo y San Lucas.
Solo estos dos cronistas bíblicos de los primeros momentos de Jesucristo en la Tierra dan buena cuenta de todo lo que los belenes –esas representaciones más o menos artísticas de la Navidad- cuentan en una narrativa que en la cultura ancestral de nuestros hogares siempre se ha guiado por el lentisco, el río de papel de plata y la caravana de los Reyes Magos muy alejada aún del portal en sí.
"Nos sirve todo para inspirarnos", señala Juan José, "desde una estampa antigua hasta el recorte de una revista, y por supuesto una pintura, un catálogo, una escultura que nunca habíamos visto". Porque el relato representable de la Navidad es lo que es: una pareja pidiendo posada en una ciudad muy alejada de la suya, la anunciación de un ángel que pudo saber todo lo que iba a pasar, unos pastores al raso enterándose de la noticia, el nacimiento de un niño en un pesebre, la convivencia de la repentina familia con los animales domésticos de la época y el lugar —un buey, una mula, unas cuantas gallinas, algunas cabras—, otros animales como regalos que los lugareños le ofrecen al recién nacido –unas palomas, un cordero- y los regalos de unos extraños Magos –oro, incienso y mirra- que irrumpen en el paisanaje de una ciudad casi oriental inmersa en su vida cotidiana, con gente que trabaja en lo suyo, un poco ajena al milagro de la gestación de una nueva era y antes de que la familia tenga que huir a Egipto porque el padre ha soñado que un rey malvado pretende matar a la criatura. Eso es todo.
Pero todo hay que hacerlo de nuevo, a mano, con un trozo de barro que a la postre resulta una metáfora divina de cómo nos hizo Dios según el Génesis. Juan José no se siente ningún dios mientras modela en barro sus figuras, porque su propia historia, su humildad y su oficio se lo impiden, pero su reto cotidiano es precisamente hacer una Virgen de la nada e imaginar sus infinitas posibilidades para que los aficionados al belenismo no vean la figura como algo repetitivo: María con el Niño en brazos, María sentada, María de pie, María vencida por el sueño, María dando la teta, María sobre un pollino…
Y así también con el resto de personajes, empezando por San José, de pie y contemplando a su mujer y a su hijo. San José con el Niño en brazos, San José dormido con el Niño entre sus ropajes, San José sobre una piedra, San José tirando del pollino… Y así sucesivamente con el resto de personajes que apenas se citan en la Biblia pero que la imaginación popular y la inventiva de Juan José son capaces de generar desde la lógica historicista o desde la ilógica ficcional, porque en las posibilidades creativas de esta artesanía caben todos los personajes que las manos de Juan José sean capaces de modelar más allá de los Reyes Magos y sus camellos o dromedarios.
Especialistas en animales
“A mí se me daba muy bien hacer animales”, recuerda él. De hecho, durante años, en el sector, fueron especialmente conocidos los Cerrada por sus animales. Pocas vacas, lecheras o retintas, como las que salen de su buril, con cornamentas y hechuras tan realistas que no les hacen falta ni la pintura para sugerir un mugido. Los caballos parecen en movimiento, y máxime cuando entra en acción la pintura de Jesús, especializado en darle vida, mediante el color, a toda figura que sale de las manos de Juan José.
"Aquí nos hemos especializado cada uno en una cosa porque no había más remedio", bromea Jesús mientras demuestra su destreza con el pincel y el acrílico. "Alguna vez hemos tenido a alguien echándonos una mano, pero lo normal es que lo hagamos todo nosotros dos, y si uno hace algo bien, pues ya le toca hacerlo todo el tiempo". Los dos se miran cómplices, ahora que su diferencia de 12 años se va haciendo menos notable.
A Juan José le gustaba hacer animalitos desde que los modelaba con plastilina, de muy niño. Luego, ya casado, demostraba su pericia para modelar perros, gatos, toros, gallos, cerdos, cabras, pavos, conejos y hasta elefantes para los belenes que se hacía a sí mismo, a sus familiares o a sus vecinos. Mucho después llegó la profesionalización, absolutamente en serio. Hasta que incluso dejó su trabajo como auxiliar en una farmacia del pueblo para dedicarse íntegramente a un negocio que empezó a absorberle las horas, la atención y la ilusión. "Empezamos a enviarle figuras a una tienda de Jerez", recuerda su hermano, que algún tiempo después se vino también de la construcción para dedicarse plenamente al belenismo.
"Al principio me daba como cosa cuando me preguntaban a qué me dedicaba, porque se me hacía raro explicar esto", reconoce Jesús, que es el encargado de las relaciones públicas y comerciales. "Si a mi hermano le cuesta más hablar con el público, pues me encargo yo”, dice. Luego se fueron incorporando otras muchas tiendas en toda la geografía nacional, que reclamaban las figuras de los hermanos Cerrada porque estos se habían ido haciendo muy conocidos a fuerza de participar en congresos por todo el país. "Ya hoy solo enviamos figuras a esa tienda de Jerez, a otra de Granada y a una de Barcelona que vende muy bien, pero por compromiso y ya está", explica Juan José. El resto del trabajo está destinado a particulares de todo el país. Del extranjero, destacan los clientes italianos –algo menos los portugueses-, muy aficionados al Belén.
"Clientes hay para todos los gustos", dice Jesús, mientras se aplica diligente sobre los pliegues de un misterio con un pincel minúsculo mojado en un morado brillante. “En un misterio básico con la Virgen, San José y el Niño te puedes gastar desde 15 euros a 600; la gama es muy amplia”. También depende del tamaño, desde la figura de 1,5 centímetros hasta la de 32. Y de escala en escala van también otras muchísimas figuras en las que estos artesanos se afanan cada año, hasta que a estas alturas de diciembre ya tienen configuradas las novedades de la Navidad de 2025: una cíngara con un pandero, un bereber sentado en su silla, otro que domestica a un par de hienas, un pastor que trae un cordero sobre sus hombros, un tendero, una hilandera, un campesino con dos cántaros u otro que siembra, mujeres hebreas con un botijo sobre la cabeza u otras que venden cacharros, un viejo mendigo o niños que juegan.
Tradicionales y populares
Los hermanos Cerrada trabajan los belenes tradicionales, es decir, los caracterizados por las vestimentas típicas de hace dos milenios, con pieles, lanas o telas. Pero también trabajan muchísimo lo que se ha dado en llamar el estilo popular, con vestuarios típicos de muchos siglos más tarde, como el XVIII o XIX, más cercanos a la época actual o a esa época que ha sido tan representada en el cine sobre la emigración, por ejemplo, o de un tiempo incluso más cercano, como demostraron hace solo unos años al caracterizar en el misterio que presentaron en la Asociación de Belenistas de Antequera a la Virgen María y a su marido como dos auténticos flamencos, con un vestido de lunares y mantón ella y un pañuelito al cuello él.
“Aunque permiten construir una escenografía anacrónica, es de una enorme belleza”, insiste Jesús, que reconoce que este tipo de belenes gusta especialmente en Italia. Igualmente realizan figuras de tipo oriental, las cuales dan un colorido excepcional y permiten un enriquecimiento extra de la escenografía, con otras posibilidades muy agradecidas como las de añadir mercados y zocos con figuras muy polivalentes porque sirven para ubicarlas en casi cualquier sitio.
En el principio fue la abuela
La madre de su madre. Hace ahora 41 años que Juan José hizo su primer belén en casa. "Teníamos tan poquitas figuras, que a mi abuela María Luisa le dimos lástima". En rigor, el belén eran solamente dos pastores, y mucho serrín. Así que la abuela se acercó a la librería Consolación con el pequeño Juan José, de 12 años, "y nos compró un pequeño misterio y los Reyes Magos". Lo recuerda como si fuera ayer, y no puede compartir el recuerdo con Jesús porque "aquel día fue precisamente el de su bautizo".
Ahí empezó todo, aunque entonces no fuera consciente ni él ni por supuesto su hermano recién nacido ni tampoco su abuela ni el resto de sus familiares de que se estaba gestando un oficio que iba a dar para mantener a dos familias. "Nuestras mujeres nos soportan porque ahora hemos decidido tener un horario”, bromea Jesús. "Pero en general siempre nos han apoyado", dice Juan José, consciente de que a su pasión hay que ponerle coto para darle alas al resto de la vida fuera del taller.
Hace 13 años que inauguraron sus actuales instalaciones, con un auténtico museo repartido en vitrinas en la planta baja. El museo, con todo tipo de figuras perfectamente expuestas en un mobiliario transparente, es también la planta del almacenaje de todo lo producido. “De cada figura solemos hacer en principio una decena por escala, o algo más, en función de la demanda”, explican los hermanos Cerrada.
En la primera planta es donde realmente se trabaja casi todo. Ahí, en un rincón color de barro, se pasa Juan José incontables horas modelando en terracota, con palillos y vaciadores, todas las figuras que previamente pasan por su mente. Pueden pasar horas, o días, hasta que da la figura por terminada. Entonces se comienza el período de reposo para que las figuras, por cientos o miles, pierdan toda su humedad. Para ello se disponen en unas estanterías junto a un gran ventanal. "Pasado este período se procede a su cocción en un horno, a una temperatura de 960 grados”, explica Juan José mientras avanza por los pasillos repletos de estanterías hasta arriba de figuras que siguen secándose o moldes de escayola. De vez en cuando aparecen sorpresas, como un montón de manos de plomo para irles colocando luego a las figuras.
"Es que una vez que cada pieza original de barro es cocida, se repasan sus posibles imperfecciones", explica Juan José con la misma paciencia con que trabaja, señalando los moldes. “Cada pieza tiene el suyo, y aquí contamos con dos tipos: los que se desmoldean el barro y los que desmoldean pasta cerámica”.
De estos últimos son la mayoría, porque la pasta cerámica permite definir mucho mejor los pliegues de la ropa o los gestos. Además, son más complejos porque llevan una parte interna de silicona que le confiere más realismo a cada pieza. Una vez que cada una sale de su molde y se seca definitivamente, pasa a la sección de pintura. “Es un trabajo minucioso y de mucha paciencia”, asegura Juan José mirando cómo trabaja su hermano, porque él mismo ha sido cocinero antes que fraile. “Todas nuestras piezas van decoradas con acrílico de la mejor calidad y eso permite que conserven el color original que aquí le imprimimos durante mucho más tiempo”.
La sede de los Cerrada cuenta incluso con una zona de embalaje que en estos últimos meses previos a la Navidad se ha quedado pequeño en muchas ocasiones. Cada pedido es empaquetado con el mimo que caracteriza a la casa para enviarlo a través de un empresa de transporte a cualquier lugar de nuestro país o del extranjero.
"Hay que ser cristianos"
"Si yo no creyera, me dedicaría a hacer otra cosa: trenecitos o muñecos de Star Wars", asegura Jesús, quien no entiende cómo puede haber profesionales en su mismo sector que no crean en Dios. "Es que si yo no creyera y no fuera cristiano, no me merecería la pena echarle tantas horas a esto, lo digo con el corazón en la mano", asegura. "Nuestro objetivo es seguir siendo artesanales, hacer figuras de calidad y tener siempre una novedad para el año siguiente; no es vender por vender, industrialmente”, insiste su hermano, que ha luchado durante estas últimas décadas por hacerse un nombre y lo ha conseguido con creces, aunque a veces sea tan cierta aquella afirmación justamente de Cristo de que “nadie es profeta en su tierra”. Juan Jesús la trae a colación por algunos episodios ya superados con asociaciones de comerciantes en la capital o en la provincia de Sevilla precisamente.
Estas Navidades es la primera vez que el Parlamento de Andalucía ofrece un Nacimiento visitable para la ciudadanía, de la asociación de belenistas cordobeses. Y el lector adivinará sin necesidad de más explicaciones de quiénes son las figuras. "Estamos muy orgullosos por ello porque no es cualquier institución en el Parlamento de todos los andaluces y es una forma de fomentar el belenismo desde ahí”, aseguran los dos, hermanos de sangre, de barro y de fe.