Precariedad, temporalidad, acceso a la vivienda, falta de expectativas. Son términos habituales en el contexto sociocultural actual, en especial entre las personas más jóvenes. En una Andalucía que cada mes se supera en las cifras de empleo, la realidad de muchos es diferente. Es el caso de Niwa Escalona, joven gaditano de 27 años que ha experimentado en sus carnes la inestabilidad, en su caso, del mundo académico.
"En 2017 entré a hacer las prácticas de Filología en la editorial de la universidad", relata, unas prácticas que luego se extendieron como "extracurriculares", según señala. "Con esta dinámica he estado cinco años", explica, "haciendo el trabajo de un funcionario". Pero el impacto de esa experiencia va más allá: "Como he estado con esa dinámica, ahora mismo no tengo paro y, sobre todo, no he cotizado nada. De cara a la administración, yo no tengo experiencia demostrable según la vida laboral, porque no estaba reconocido como un trabajador", explica.
Un estudio reciente de CCOO Andalucía elaborado a partir de datos del INE señala que casi el 50% de las personas menores de 30 años tiene contratos temporales, siendo el sector de la población que más temporalidad presenta. Solo el 13% de estas personas, según el mismo estudio, puede independizarse en Andalucía.
"La situación general es bastante problemática. La mayoría de los jóvenes tienen contratos muy precarios y temporales. Están trabajando más, hay más contratados, pero realmente, en su mayoría, con contratos temporales. Y eso se incrementa aún más en el caso de las mujeres", explica María Núñez, adjunta a la secretaría de Juventud de CCOO Andalucía.
Un estudio de CCOO Andalucía a partir de datos del INE apunta que hay más trabajo entre los jóvenes, pero mucho de ese empleo es temporal
Alba tiene 23 años, es graduada en Periodismo desde hace dos y tiene un Máster en Estudios de Género, y actualmente trabaja como camarera. "Cuando te pones a buscar trabajo en una ciudad como Cádiz, si no tienes personas dependientes y si no tienes hijos, básicamente puedes coger cualquier oferta de trabajo, la que mejor te venga y la que haya, porque solo hay trabajo de teleoperador y de captador de socios de ONG. Cualquier otra oferta que se salga de estas dos es como un lujo, que todo el mundo quiere coger, y de hecho te metes en la oferta y te ves como 4.000 inscritos", se sincera.
"Llevo un año y medio en el mercado laboral y he estado en cinco puestos de trabajo. La inestabilidad de cambiar todo el rato de vida, de horarios, de entornos... Eso no le viene bien a nadie, no solo a los jóvenes. Pero encima a los jóvenes, que estamos empezando, además de que nos tienen todo el día alerta, que estar todo el tiempo alerta no es bueno para la salud mental, pues no te terminas de asentar y eso también te afecta, te provoca una autoestima muy baja", apunta Alba.
Precariedad, temporalidad y salud mental
José Antonio Llosa es psicólogo experto en Psicología Social, y desarrolla su investigación en el ámbito de la precariedad y la incertidumbre laboral. "El empleo es una parte de tu vida, igual que lo son tus redes sociales, tus condiciones materiales o tus redes familiares. Sin embargo, el empleo, por cómo es nuestro sistema mundo, es la parte central, porque las demás son dependientes de él. Es decir, si tú no tienes empleo, no tienes ingresos, y probablemente se ve deteriorada tu condición de vida, probablemente tienes problemas con dónde vivir, probablemente eso te genera una serie de problemáticas relacionadas, probablemente tus círculos sociales son más reducidos...", explica.
En su opinión como profesional, "en este instante histórico, en el que más posibilidad de conectarnos tenemos, por internet y por el mundo globalizado, es el momento en el que nuestras relaciones son más frías y más distantes, porque cada vez estamos más solos. Es una paradoja. En tanto que existe esa tendencia al aislamiento, que es muy cultural, lo que sucede es que constantemente te estás preguntando si lo que estás haciendo en tu vida está bien, si está mal, si vas en la dirección adecuada... Esa hiperreflexión está muy vinculada con los problemas de salud mental. Por ejemplo, la depresión, uno de los síntomas más característicos y claros que tiene es justamente ese tipo de rumiaciones en un sentido negativo, que son muy habituales en la gente joven porque se enfrentan a un mundo muy hostil y desconcertante, con muy poca certeza", explica.
El empleo es un área central en la vida de las personas, porque el resto de aspectos dependen de él, según un psicólogo experto
En este sentido, el estudio Equilibristas, elaborado por el Consejo de la Juventud de España y Oxfam Intermón y publicado este mes de junio, apunta que más de la mitad (un 55,6%) de las personas jóvenes con dificultades económicas tiene problemas de salud mental, frente a un 37,7% de quienes no tienen estos problemas materiales.
"El hecho de no tener una estabilidad económica hace que no se puedan plantear, por ejemplo, una vivienda, tendrían que destinar casi el 90% de su sueldo a una vivienda, por lo que muchos de ellos no se pueden emancipar, o si quieren hacerlo tiene que ser en un piso compartido. Y eso a largo plazo repercute en la salud mental", apunta María Núñez.
La hostelería es una de las salidas habituales. Es el caso de un joven gaditano de 26 años, que prefiere no dar su nombre, y que empezó a trabajar en el sector en 2018, encadenando contratos temporales. "Nunca he llegado a cotizar las horas que he trabajado, lo más cerca que me he quedado es estar a jornada completa, pero estar contratado a 20 horas", relata. "Dentro del sector, a nivel de expectativas de futuro, no sé cómo decir amablemente que en sitios como Cádiz, la perspectiva de futuro no existe, lo normal es que la gente esté trabajando prácticamente a la semana o incluso al día". Y asevera que, sobre todo entre la gente joven y a nivel general, ya fuera del sector de la hostelería, "básicamente es cuestión de irse, o afrontar que vas a ser un temporero del verano".
Niwa, por su parte, apunta que la realidad del 'becario eterno' es, en su experiencia y por lo que conoce, una práctica habitual en el mundo académico. "Esto ha determinado gran parte de mi vida, ya no solo por la cotización y el paro, sino también a la hora de tener autonomía. Si ahora mismo no fuese por mis padres, yo no tendría manera de subsistir. Y no es que mis padres tengan precisamente un trabajo que tampoco sea precario. Entonces, claro, esto me atraviesa a nivel de clase y de mi vida personal de manera bastante grande", relata.
El no poder trabajar de lo que se ha estudiado, o de aquello para lo que se tiene vocación, también influye en la salud mental. Así lo expresa Alba: "Cuando sale una oferta de periodistas, que no salen actualmente, o te recorres todos los medios de la provincia y más allá, y ni siquiera te contestan a los correos, pues llegas a plantearte cuánto valgo, si realmente hice bien estudiando esto. Pero yo a la baza que me agarro es que me he dado cuenta joven, y me alegro, de que para ganar dinero y para poder mantenerme, no me voy a dedicar a lo que me gusta. Para poder comer voy a tener que generar ingresos y luego para dedicarme a lo que me gusta será aparte, fuera del mercado".
No tener estabilidad económica impide las expectativas de futuro, según aclara María Núñez, de CCOO Andalucía
Niwa intentará dedicarse a la investigación, y para ello actualmente estudia un doctorado, pero explica que "mi tutora ya me ha dejado claro que hay gente que una vez termina el doctorado siguen en esa misma práctica".
Para José Antonio Llosa, este fenómeno es más histórico que generacional, "muy propio del momento contemporáneo". Y apunta: "Si queremos afrontar las problemáticas que tienen que ver con la salud mental y el empleo, lo que tenemos que pensar no es en la salud mental, sino en qué tipo de empleo tenemos y cómo está condicionando nuestra vida".
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