Los gallos de calle Feria no cacarean ni tienen cresta, pero amanecen antes que el sol. Ahora ordenados, ocupan sus lugares a lo largo de la calle desde la esquina con Correduría hasta el cruce con Castellar. Es jueves y el barrio lo sabe. Despierta tranquilo por la ausencia de coches, a la par que agitado por el tejemaneje de los puestos del mercadillo más antiguo del país y uno de los más viejos de Europa.
Podríamos decir que El Jueves es una institución callejera con más años que andar pa’lante. Algunos de sus vendedores datan sus orígenes en el “mil doscientos y pico”, en tiempos de Fernando III, del que se conservan notas referentes al mercadillo. Aseguran haber tenido planos de cuando el mercadillo se extendía hasta la iglesia de Omnium Sanctorum, al lado del mercado, y colindaba con calle Regina, un despliegue que se vio menguado hace unos años por las ordenanzas municipales y los desentendimientos con algunos vecinos y vecinas.
Muchos de sus vendedores y vendedoras llevan más de 40 años peregrinando cada jueves a calle Feria. Por aquel entonces tenían que madrugar para coger un sitio donde poner su manta, aunque no fuera garantía de agenciarse un lugar donde vender la cacharrería. En 'El Jueves' el valor de las cosas tiene más de sentimental que monetario, más fetichista que preciosista, cabalgando entre la picardía del que vende y la receptividad del que se precia al engatuse sin maldad.
Federico es uno de los vendedores de coleccionismo y lleva en 'El Jueves' desde el 78 "del siglo pasado". Aunque lamenta que Urbanismo les haya recortado el recorrido, reconoce que ahora están mejor que antes: "Desde hace 11 años tenemos una asociación y cada uno paga su sitio, pero no al ayuntamiento, sino a la asociación. Antes había que levantarse a las cuatro de la mañana para coger sitio, había peleas, ponías tu trapo en el suelo y pa' lante, aunque si te descuidabas te lo quitaban y se ponían en tu sitio", rememora.
En tiempos pretéritos vendió antigüedades y llegó a negociar con la mismísima Catherine Deneuve. "Era muy jovencita y le vendí dos piezas que le gustaron", cuenta. Federico asegura que hace 30 años iba gente "muy famosa". La Duquesa de Alba, por ejemplo, era asidua al mercadillo. "A la duquesa le he vendido sobre todo relojes", añade. Ahora se vende menos, asegura Federico, que dice seguir viniendo "por pasión, no porque se gane dinero": "Se gana para tu casa, para tus cosas, pero para vivir no", matiza.
Este hombre, que desprende sabiduría callejera con su mirada, resalta la antigüedad de 'El Jueves'. "Hay notas del rey de 1290 y pico que hablan de esto; en la época árabe también hubo mercadillo, de ahí el nombre de la calle, esto ha sido siempre una feria. En el siglo XIII llegaba hasta el mercado y anteriormente hasta el final del calle, por aquel entonces estaba la muralla y la gente de las huertas entraban por el arco de la Macarena", explica con la notoriedad propia de un historiador de la cultura popular.
Hay una mesa en la plaza de Montesión que destaca por la prominencia ordenada de sus tiradores. Frente a ella, Antonio 'el de los tiradores', coloca y revisa su género. 42 años acudiendo cada jueves al mercadillo dan para escribir uno o dos libros, pero lo primero que recalca este hombre es que ahora tienen que estar "en alto". A su parecer, "antes se estaba mejor, ahora hay que tener mucho cuidado porque nos roban".
Recuerda cuando el mercadillo era más grande y el motivo de su merma lo tiene claro: "Los vecinos nuevos que vinieron aquí de sabe Dios dónde llegaron mandando, y porque no han podido más, si no nos quitan y nos mandan vete tú a saber dónde", critica. No obstante, 'El Jueves' ha cambiado mucho en su opinión. "Yo siempre había tenido cuatro metros en esta plaza, justo ahí en frente, pero han puesto vados en todos sitios, ahora pertenezco a la asociación y pago 20 euros cada mes. Antes teníamos que madrugar para coger sitio, pero nos respetábamos", comenta al tiempo que sigue ordenando sus tiradores.
Uno de los puestos que más destaca a lo largo de 'El Jueves' es, sin duda, el de las manos de vírgenes. Teresa es la creadora de estas piezas, además de las coronas y vírgenes que también tiene a la venta. Lleva 10 años en el mercadillo y sostiene que ha tenido una evolución en positivo. "Cuando empezamos, además tener muchos problemas por el tema de los sitios, había mucha desorganización, y puestos con morralla y porquería", explica. "Eso hacía que tu artículo se devaluase, ya que si se todo se vende a un euro, y cuando llegan a tu puesto vendes al precio que realmente tienes que vender, contando con que esto es un mercadillo y los precios los tenemos más reducidos que en una tienda, está muy descompensado", asegura.
El puesto de Teresa, que trabaja bajo el nombre de Brocante Sevillano, cuenta con orfebrería fabricada por ella, vírgenes de candelero policromadas y las manos de las vírgenes, hechas de barro, pasadas a molde y sacadas en alabastro. "Me suelen decir que es un puesto muy distinto. Todo lo que tenemos es artesano. Luego tengo una pequeña sección de cosas antiguas o de piezas que sobran de algunos lotes, pero como soy coleccionista, me quedo con mucho de las cosas que compro", admite risueña. "Esto es una pasión", sostiene Teresa, que se congratula de que 'El Jueves' "haya vuelto a encontrar el encanto que tenía, después de quitar toda la suciedad".
Con una suerte de sombrero de yarey y gafas de vista, Paco o "Paco Jueves", como él mismo se hace llamar, es de los antiguos del mercadillo y defensor acérrimo de los "del eurito". La resistencia del mercadillo, la de toda la vida que defiende las mantas en el suelo y no entiende de mesas. Paco la tiene puesta porque hay que ponerla, pero siempre acompañado de su carro con el que pregona orgulloso por toda Sevilla.
"Yo vengo aquí desde que en aquella esquina, donde está ahora el Market (plaza de Montesión), era antes un cabaret, te estoy hablando de hace 40 años o más. Tendría 14 o 15 años y ahora tengo 58. Entonces el mercadillo estaba en el suelo y al poco tiempo, vinieron del ayuntamiento cogiéndonos los nombres para darnos sitios. No me voy a meter más hondo pero… De ahí hasta nuestros días. Se apuntaron los viejos que ahora son de la asociación. Eso pasó hace un montón de años", cuenta con cierto misterio.
Incide en su crítica a la reducción y el cambio de sentir del mercadillo. "No quiero hablar sobre el último corte de 'El Jueves', pero se quiso poner de antigüedades, y te digo por derecho que este es el primero o segundo más antiguo de toda Europa y siempre ha sido de chatarrería. Si miras la historia, antiguamente llegaba hasta el mercado y te cambiaban una tortilla por un tenedor", cuenta. Aunque haya cambiado, Paco no entiende "por qué se hace así": "Te vas a Málaga, Cádiz o Madrid y ves chatarrería, puede haber cosas viejas, pero qué antigüedades va a haber aquí, si los cuatro que venimos somos del eurito", exclama.
"Yo me conformo como estamos, pero no me explico que se haya hecho así, porque es un mercadillo muy tradicional y antiguo y no es normal que se ponga en mesa, sino en el suelo como toda la vida", insiste Paco, que alerta de que "nos están quitando las tradiciones". Una mujer con acento italiano le pregunta por una de las piezas que está vendiendo y Paco le dice con su particular desparpajo: "Pa ti 20 euros". Su potencial compradora se ríe y le dice que no: "Que máximo dos". Paco rápidamente le regala un cristal y le pide que le "convíe" a un café. La mujer, riéndose, le devuelve el cristal y le da las gracias. Y Paco se despide diciéndole: "Ya sabía yo que no ibas a querer mi regalo, pero el café ¿qué?".
En su mesa tiene desplegado materiales que parecen sacados de un taller de Bellas Artes. “Esto era del Chaparro”, inicia. "Yo he vendido de todo, lo vendo barato. Es muy difícil buscarte la vida de legal, imagínate así, eso es un arte", asegura. "Todo esto que estoy vendiendo era de Francisco Chaparro, un escultor famoso de Sevilla que hacía imágenes y bustos para la catedral", expone mientras lo muestra. Asegura que "es lo último que queda de él". Materiales, cristales, guías... Paco es el perfecto vendedor, sea o no de Chaparro, lo cierto es que acabas comprándotelo. Esto es lo que él llama: "sobrevivir".
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