La lluvia ahoga a los buscavidas de la Semana Santa: "Me habían prestado dinero y no he ganado nada"

Las personas que regentan puestos y tenderetes ambulantes se han visto asfixiadas por el mal tiempo y las pocas ventas que esta Semana Santa ha traído consigo

Carmen intenta cubrirse, junto a su carro, de la lluvia, que apenas ha dado tregua esta Semana Santa.
Carmen intenta cubrirse, junto a su carro, de la lluvia, que apenas ha dado tregua esta Semana Santa. JUAN CARLOS TORO

En una de las esquinas de la plaza de San Mateo, ya de camino hacia la Plaza del Mercado, Carmen aguarda junto a su puesto de chucherías varias. Es Martes Santo y acaba de salir la procesión de Los Judíos de la Iglesia de San Mateo. Es un día grande para la Semana Santa de Jerez, y también para quienes regentan este tipo de tenderetes, dentro de la precariedad que supone el oficio en sí.

Pero este año es diferente: la lluvia intermitente los está asfixiando.

Carmen recuerda que pone su carro en Semana Santa "desde siempre". Le cuesta articular las palabras, porque están siendo días muy duros. "Este año está siendo fatal, muy duro, muy duro... Otros años nos hemos podido defender, se ha ganado algo, pero este año nada", relata. 

Cuando la lluvia llega (porque en estos días siempre llega) Carmen intenta proteger el carro y su mercancía con los plásticos que tiene para tal efecto. Una mercancía que solo le supondrá pérdidas, porque en su mayoría no podrá devolverla.

Cuando el sustento depende del clima: "Este año son todo pérdidas"

En estos días, las patronales hablan de la bajada en las previsiones de la ocupación hotelera, del impacto que puede tener el mal tiempo para bares y comercios... Ellos, los buscavidas, son el último escalafón en esta cascada de consecuencias del mal clima para una provincia que espera con ansia fechas como esta. Son los invisibles, ante los cuales la gente pasa corriendo en estos días para refugiarse de la lluvia.

Antonio Güiza lleva veinte años poniendo cada Semana Santa su puesto en el entorno de la Carrera Oficial, y en estas dos décadas no recuerda una Semana Santa igual. Más o menos a Jueves Santo, otros años ya había recuperado el dinero empleado previamente. "Me falta todavía dinero para pagar", señala. Otros años, dice, ha llovido un día, dos... pero "como este año ninguna".

Así lo cuenta también Laura López, titular de otro de estos carritos ambulantes. "No hemos ganado ni pa pipas, lo que hemos empleado lo hemos perdido. Bueno, sí, pipas vamos a tener en casa para largo", expresa. Ella y su marido, Marcos, explican que, por ejemplo, las chucherías se compran en grandes bolsas, de a kilo, y ellos lo distribuyen en paquetes más pequeños para su venta.

Sucede lo mismo con las avellanas, cacahuetes y también con las pipas, un clásico de la Semana Santa. Este tipo de productos los compran en grandes cantidades, ya que resulta más económico. Pero siempre que se vendan, claro.

"Mira mis arvellanas... Y las pipas normalmente se acababan en el mismo Domingo de Ramos", relata. "Ojalá el Ayuntamiento se porte bien con nosotros y nos ayude un poquito para el año que viene, no digo ya para este año, pero que nos ayude un poquito aunque sea para el próximo... Porque este año son todo pérdidas", explica. 

A unos metros, Inma López está arreglando la mercancía en su carro con pesadumbre. Ella también solicita la ayuda del Consistorio jerezano, que podría al menos, dice, reducir las licencias a la mitad para ayudarles a pasar el mal trago. Y enumera los gastos que ha tenido que afrontar previamente a la Semana Santa: al menos 2.000 euros para adquirir toda la mercancía que pondrá a la venta, alrededor de 160 euros de la licencia, unos 50 del seguro... Más la emisión del carné de manipulador de alimentos, en caso de no tenerlo. 

Y, al menos, tanto en el caso de Inma como en el de Laura, los carritos son de su propiedad; hay otros compañeros que los alquilan, según cuentan. 

Carritos de chucherías en Semana Santa
Inma, que lleva años en este negocio, cuenta que esta Semana Santa "la gente pasa mirando para arriba y corriendo".  JUAN CARLOS TORO

Inma tiene bastante experiencia como titular de un puesto ambulante, ya que lleva seis años poniéndolo cada Semana Santa. Para Laura y su marido, sin embargo, es el primer año que lo hacen como titulares; antes acudían siempre a ayudar al padre de ella, que era el anterior propietario. 

Porque todos se conocen y, especialmente en años como este, se ayudan en lo que pueden. Son 70 puestos ambulantes, llevados por personas "la mayoría de la zona sur de Jerez, donde hay más pobreza; donde comemos de esto", se sincera Laura.

Pueden desplazarse, salvo en algunos puntos específicos de la ciudad que el Ayuntamiento les señala en la licencia como sitios en los que no pueden colocar el puesto. Como es algo que suele pasarse entre familiares, "más o menos cada uno tiene ya su sitio", explica, aunque se van moviendo también en función de los recorridos procesionales.

Por ejemplo, cuenta Inma que los miércoles, cuando pasa el Prendimiento a la altura de Santiago, todos se colocan allí, cada uno en un sitio que ya es el habitual. "Ahí siempre sacamos un dinero curioso. Nos apañamos, no hay ningún problema y entre nosotros nos vamos ayudando", relata.

Gastos y préstamos imposibles de afrontar ante una mala Semana Santa

Laura y Marcos llegan cada día acarreando el puesto desde Estancia Barrera, en muchos casos bajo la lluvia. "Venir desde tu casa con un carro cargado, como yo vengo desde la Estancia Barrera... Eso, al tercer o cuarto día, ya no puedes más", expresa él. 

Carritos de chucherías en Semana Santa
Laura López coloca los plásticos que le servirán para refugiar su carro de la lluvia.  JUAN CARLOS TORO

El mayor problema que deriva de este golpe de mala suerte que han sufrido es que, en la mayoría de los casos, piden dinero prestado para poder afrontar los gastos previos. Normalmente lo recuperan y aparte sacan algo de beneficio, pero este año no es así. 

"Todo esto es fiado porque yo no tengo 2.000 euros, y ahora estamos con el miedo de cómo vamos a pagarlo", cuenta Inma. Otro titular de un puesto de la zona, que prefiere no dar su nombre, así lo expresa también: "He pedido dinero a una persona para esto, y claro, esa persona quiere su dinero, y no hemos sacado nada".

El Domingo de Ramos y el Miércoles Santo suelen ser dos días de importantes ventas para estas personas en Jerez

Para que alguien ajeno a esta realidad pueda hacerse una idea, basta señalar que en un buen año, a la altura del Miércoles Santo, un punto en el que suelen hacer balance, ya recaudaban en torno a unos 700 u 800 euros. Esa cantidad es, aproximadamente, la que sacaban como beneficio una vez terminada la Semana Santa y descontados los gastos previos.

El Domingo de Ramos suele ser un potente punto de partida; los jerezanos tienen ganas de Semana Santa y eso se nota en sus ventas. Ya en el mismo domingo, en años pasados, tenían incluso que adquirir más mercancía. Este año, sin embargo, a Miércoles Santo las ventas apenas superaban en algunos puestos los 300 euros.

Todos están a merced del clima en estos días (hermandades, bares, fieles...) pero para estas personas supone una gran diferencia para los meses venideros. Un panorama desolador que golpea precisamente a quienes más lo acusan. 

Inma, Laura, Marcos, Antonio y Carmen son tan solo algunas voces de las tantas que esta Semana Santa han contemplado con verdadero miedo el cielo, pese a que, a ojos de muchos, permanezcan invisibles.

Sobre el autor:

Alaia Rotaeche

Alaia Rotaeche

Graduada en Periodismo y Máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense. He pasado por medios locales, por comunicación política y de organizaciones y he participado en proyectos autogestionados. Me interesan particularmente la cultura, la política, las migraciones y los feminismos, e intento siempre tener la mirada puesta en quienes tradicionalmente han habitado los márgenes de la sociedad.

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