Son apoyo y luz en el milagro del nacimiento. Un momento especial donde más allá de contar los centímetros de dilatación, florece la conexión entre parturientas y matronas. Ellas iluminan a quienes alumbran, transmiten coraje y confianza a las futuras madres. Ganas de regalar vida. Nervios, valentía, desesperación, dolor, alegría. Todas experimentan un revuelo de emociones que comparten con esta figura imprescindible en el parto.
“Recuerdo la primera vez que vi una placenta y un cordón umbilical, esa imagen no se me va a borrar”. María del Carmen Álvarez, gaditana, no puede olvidar el rostro de la señora que parió aquel día en el hospital de Mora de Cádiz. Fue el comienzo de una carrera profesional que le costó iniciar.
El día de su cumpleaños echa la vista atrás y rememora esos días de estudio con dos hijos pequeños. Fue en 2002 cuando aprobó el EIR a la segunda- “la primera estaba recién casada, no pasé y me quedé embarazada” y entró en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. En el paritorio presenció más de 80 partos, y asistía a unas 12 dilataciones diarias. “Una fábrica de hacer niños”, bromea sentada en su despacho del módulo externo del hospital Puerta del Mar de Cádiz.
La comadre volvió a su ciudad natal en 2018 cuando logró su plaza tras 12 años en el hospital de Jerez, donde el índice de partos era “muy alto, hasta 15 al día”. Son muchas las vidas que han pasado por sus manos desde que se adentró en esta profesión “muy reconfortante porque no trabajas con enfermos, normalmente son mujeres sanas”.
El esfuerzo mereció la pena. Como coordinadora de la Unidad Docente de matronas de la provincia de Cádiz, enseña los entresijos de este oficio tan antiguo a 34 residentes, 17 futuras obstetras en primero y otras 17 en segundo.
"Los matrones son excepcionales porque tienen una sensibilidad muy especial"
Este año, mujeres “muy vocacionales” repartidas en los hospitales de Cádiz, Puerto Real, Jerez, La Línea y Algeciras. “Siempre se van a Pamplona o Navarra porque les ofrecen contratos mejores”, lamenta Carmen que también ha formado a hombres. Según explica, “son muy poquitos, pero, excepcionales porque tienen una sensibilidad muy especial”.
Para Noelia González, “la percepción de los partos va variando con el tiempo, al principio es muy emocionante, incluso te cuesta no llorar más que la madre”. Ella es una de las residentes de segundo año del hospital gaditano. Natural de Cortegana, en la Sierra de Huelva, la joven, a punto de cumplir 25 años, tenía claro desde pequeña que deseaba dedicarse a la matronería.
“Me acuerdo de que leí con ocho años un libro que se llamaba Aprendiz de comadrona y en ese momento le dije a mi madre: mamá, yo quiero ser matrona”, expresa sentada al lado de su mentora.
Cuando todo sale bien, a las madres se les dibuja una sonrisa en la cara que reconforta a las especialistas. Lágrimas de emoción inevitables.
Desde siempre, a las matronas se les ha asociado a los partos sin intervención médica. “Tenemos nuestra vista y nuestras manos, pero no podemos hacer una cesárea, aunque estamos ahí”, explica Carmen que señala que ellas son las encargadas del recién nacido en los primeros 28 días de vida.
Sin embargo, más allá del control del embarazo, presentan otras competencias en todas las etapas de la vida de la mujer, recién nacida, adolescente, fértil, madura y menopaúsica.
En España, durante 10 años, la especialidad se cortó y no se incorporaban matronas nuevas. Aunque la Unión Europea devolvió esta figura a los centros sanitarios, el daño ya estaba hecho. “A las que quedaban se les enclaustraron en los paritorios, otras se iban jubilando y no había suficientes para cubrir todas estas competencias”, comenta la gaditana.
"La sociedad no es consciente de todo lo que somos capaces de poder hacer"
A las matronas se les arrebató su derecho a ejercer el resto de funciones y, por esta razón, en el imaginario colectivo resuena que ellas solo están en los partos. “La misma sociedad no es consciente de todo lo que somos capaces de poder hacer”, sostiene. Desde la educación sexual hasta el diagnóstico prenatal pero también la menopausia. “Ninguna mujer se plantea ir a un centro de salud a pedir ayuda para ello”.
En Cádiz destaca la falta de matronas y se dan casos en los que una sola está asignada a dos centros, siendo inviable que pueda atender a adolescentes si hay embarazadas. “Estos campos no están cubiertos por nadie y, aunque las nuevas estén formadas, no pueden acceder”, denuncian.
Carmen considera crucial dar a conocer el papel que representan, algo que trabaja desde la Asociación andaluza de matronas de la que forma parte. “Tenemos muchas barreras, queremos que la gente vea lo necesarias que somos en la sociedad, siempre se nos relaciona con los embarazos, pero abarcamos muchísimos ámbitos”, manifiesta Noelia.
"A veces, te cuesta no llorar más que la madre"
Distintas generaciones se unen para luchar por poder ejercer todas las competencias recogidas en el BOE. “Legalmente estamos muy respaldadas para poder llegar a ellas, pero tenemos muchos topes a nivel de sociedad y política”, dice Carmen que siempre aconseja a sus residentes que reivindiquen esta circunstancia.
Piden la ampliación de puestos de trabajo en España, donde se incorporan 400 especialistas al año de entre 6.000 y 10.000 que lo intentan. “Que contraten a más matronas y nos dejen asumir nuestras competencias”, reclaman.
Sus voces se alzan una mañana cualquiera en el hospital Puerta del Mar de Cádiz, donde, en los últimos dos años se ha contabilizado una media de 1.500 partos anuales. Una dinámica que ha dado un giro desde la irrupción de la pandemia ya que muchos padres decidieron esperar ante la incertidumbre.
"Los partos covid son fríos, la madre solo te ve los ojos"
La última mujer a la que ha acompañado Carmen estaba contagiada por covid y, pese al “miedo”, todo fue “estupendo”. Según cuenta a lavozdelsur.es, las embarazadas covid están a la orden del día, aunque ahora “estamos más relajadas y vacunadas”.
Aún así, el paritorio se enfrenta a los retos de estos tiempos. “Lo más difícil es que el contacto físico con la mujer es muy complicado. Estás con mascarillas, gafas, pantalla y mono y ella solo te ve los ojos, es muy frío. Hay que hacer un gran esfuerzo para que note que estás ahí con ella”, explica la matrona que, al principio de la crisis experimentó la preocupación que invadió a todas las compañeras.
“En los partos hay muchos fluidos. Son momentos en los que la mujer respira muy fuerte, tose, vomita y se vivió con mucho miedo, nos queríamos tapar de arriba abajo”, comenta la gaditana.
"En un parto la mujer respira muy fuerte, tose, vomita y se vivió con mucho miedo"
Ella lo vivió desde la tercera planta del hospital, en un paritorio donde Carmen, Julia y Lola, más veteranas, experimentan cada día el lado bonito, pero también oscuro de esta profesión que Ana y Noelia están aprendiendo. “Es muy satisfactorio verlas tan empoderadas y fuertes, pero cuando algo sale mal son momentos muy duros”, expresa la onubense que reflexiona sobre la parte “idealizada” y la “fea” de esta especialidad.
"La madre se pone en tus manos, sabe que eres la que le entiende"
En una de las habitaciones, una mujer observa las correas de su vientre. Está a punto de someterse a una inducción para que nazca su bebé. El padre está a su lado mientras Noelia realiza los cuidados necesarios. “Ella se pone en tus manos, sabe que eres la que le entiende, la que le va a escuchar y la va a guiar”, añade Carmen que trabaja con las emociones en esas horas tan intensas.
En la provincia de Cádiz hay matronas especializadas en ámbitos concretos como la lactancia, el suelo pélvico, el apoyo al duelo gestacional o el masaje infantil; y algunas ha sido reconocidas por su labor. Todas tienen algo en común, hacen suyos los sentimientos de las madres. Personas necesarias no solo para traer vida al mundo sino también para ayudar a sacar la fuerza interior de las madres. Más matronas es igual a más salud, respeto y orientación.