A cuatro kilómetros de Villamartín, a las afueras de este pueblo de la Sierra de Cádiz, se encuentra el dolmen más antiguo de Andalucía. Y uno de los más grandes. Más de 6.000 años de historia avalan el primer dato. Más de 22 metros de longitud, el segundo. Pero está abandonado. Y cada cierto tiempo, es víctima del vandalismo. La pintada de alguien conocido como El Pinichi, en una de las piedras, fue muy sonada. Y motivo de mucha indignación.
En 1992, unos agricultores de Villamartín, hartos de lidiar con las numerosas piedras que había en sus terrenos de labranza, alquilaron una retroexcavadora para retirarlas. Gracias a estos trabajos, arqueológicos sin saberlo, se descubrió el dolmen de Alberite, que data del año 4.000 a.C., por lo que tiene más de 6.000 años de antigüedad.
Los agricultores encontraron ajuares funerarios e intentaron venderlos luego en un bar del pueblo, tras lo que se interpuso denuncia y entró en acción el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que detuvo el intento de expolio. Esos hallazgos acabaron en el Museo de Cádiz.
Unos meses después del hallazgo, comenzaron las excavaciones que sacaron a la luz el dolmen de Alberite, situado en los conocidos como Llanos de Villamartín, una gran galería mortuoria en la que se encontraron dos cadáveres (un hombre y una mujer), que portaban un rico ajuar funerario —que se puede ver en el museo del pueblo—, junto a cuatro sepulturas.
En un montículo que se eleva sobre el suelo, destaca una cúpula de tonos dorados, aunque desgastada por el paso del tiempo. No fue hasta 2003 cuando se instaló, financiada por la Junta de Andalucía, una década después de encontrarse, para proteger un dolmen que se estaba deteriorando por el sol y la lluvia. Y por la acción humana.
“En su momento, sorprendió el descubrimiento de un monumento megalítico tan grande por esta zona, donde lo que conocíamos a lo mejor tenía cuatro o cinco metros”, cuenta José María Gutiérrez, arqueólogo municipal de Villamartín, que visita el dolmen de Alberite, que supera los 20.
El recinto donde se encuentra, en estos momentos, está cerrado con una cancela, cuyo acceso permite el Ayuntamiento. A través de un camino de unos pocos metros se llega al dolmen, que está rodeado por terrenos de labranza. Sin protección. Aunque la Junta de Andalucía encargó, el pasado mes de septiembre, un estudio para acometer la delimitación del dolmen de Alberite, declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
“Esta adjudicación cumple con una petición que llevan demandando y esperando muchos años los vecinos de Villamartín, en busca de actuaciones que aseguren la protección y aborden y pongan en valor el importante dolmen de Alberite”, decía entonces el delegado territorial de Turismo, Cultura y Deporte en Cádiz, Jorge Vázquez.
El estudio, que ya ha concluido, según ha podido saber lavozdelsur.es, está ahora en manos de la Junta, que deberá determinar las medidas a tomar. En la localidad serrana esperan que sea cuanto antes. “La delimitación está muy bien, pero luego hay que materializarlo sobre el terreno”, aporta el arqueólogo municipal a este medio. Y es que las tierras que rodean al dolmen son de propiedad privada, por lo que habrá que negociar la pérdida de varios metros para acometer estos trabajos.
Anteriormente, ya ha habido intentos de revalorización del dolmen. Hasta hace pocos años, contaba con un centro de interpretación, ubicado a unos 100 metros, en la entrada al recinto. Pero el concesionario lo dejó, y el edificio fue demolido cuando con el paso del tiempo se fue deteriorando. Ahora, el Ayuntamiento espera que si hay un nuevo centro de interpretación, se ubique cerca del dolmen, una vez se delimite hasta donde llega su protección.
El dolmen de Alberite conserva 48 piezas en buen estado de conservación. Según las últimas investigaciones, se construyó entre el 4.300 y el 3.900 a.C., siendo el más antiguo de Andalucía, más que otros más conocidos como el dolmen de Menga de Antequera o el de Soto de Trigueros. El de Villamartín, para el arqueólogo José María Gutiérrez, es “el culmen del megalitismo europeo”.
Alberite es la confirmación de que el actual término municipal de Villamartín estuvo habitado en la Prehistoria, por sus buenas condiciones para desarrollar labores relacionadas con la agricultura y la ganadería. Este dolmen está entre los megalitos más grandes de la Península Ibérica y es una de las tumbas megalíticas más antiguas del Occidente europeo, como confirman las dataciones de carbono 14 realizadas en la zona.
Por qué es tan importante Alberite
“Aquí se entierra a los primeros agricultores que aparecen en la zona. Es como una especie de papeles de propiedad del terreno. ¿En época prehistórica cómo puedes demostrar que una parcela de cultivo es tuya? Pues enterrando a tus muertos. Así de sencillo”, cuenta José María Gutiérrez, arqueólogo municipal.
El dolmen ubicado en los Llanos de Villamartín está enmarcado en la categoría llamada de galería. De hecho, es lo más llamativo de este dolmen, que tiene más de 20 metros de longitud, algo poco común en el Sur peninsular. Dos monolitos en la entrada (atrio), a unos diez metros de los primeros ortostatos, da idea de la importancia de este dolmen.
“A partir de estos dos hitos, se delimita un anillo perilítico desde el que puede calcularse que el túmulo de Alberite tendría un diámetro aproximado de 50 metros. Se inscribe así en los sepulcros de larga galería en que cámara y largo corredor conforman un espacio único de aspecto longitudinal”, recogía Gutiérrez en el Anuario Arqueológico de Andalucía de 1997, consultado por lavozdelsur.es.
Esta estructura funeraria dolménica está compuesta por la galería megalítica, con sus diversos sistemas de calzos y cimentación, el atrio (entrada) y el anillo perilítico o sistema circular de mampostería en seco, que rodeaba la galería.
“No se ha querido o no se ha podido llevar un mantenimiento continuo, hacer un cerramiento para aislar el monumento de visitas indeseables”, comenta el arqueólogo municipal de Villamartín a este periódico. “Necesitaría personal para mantenimiento y vigilancia”, agrega.
José María Gutiérrez, que conoce muy bien el dolmen y todo el proceso llevado a cabo desde su descubrimiento hace ya tres décadas, es escéptico sobre el futuro que le espera al monumento. En estos años, ha visto de todo.
Primeros trabajos en Alberite
El dolmen de Villamartín se descubrió en 1992, pero no fue hasta finales de 1993 cuando una excavación arqueológica liderada por un equipo de técnicos del Museo Municipal de El Puerto, con profesores, arqueólogos y estudiantes de la Universidad de Cádiz (UCA), comenzó a sacar a la luz todo lo que contenía en su interior.
Fue en 1994 cuando se inició el expediente para su inscripción como zona arqueológica en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. El Ayuntamiento de Villamartín y la UCA coeditaron un libro en 1996 para recoger los resultados científicos de la intervención arqueológica de 1993.
Un año más tarde, 1997, la intervención arqueológica de apoyo a la restauración y puesta en valor del dolmen de Alberite se incluyó como uno de los yacimientos seleccionados dentro del proyecto Ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos, impulsado por la Mancomunidad de Municipios de la Sierra de Cádiz, que inicialmente formaban la ciudad romana de Sierra Aznar (Arcos de la Frontera), la ciudad íbero-romana de Carissa Aurelia (Espera-Bornos), Ocvri (Ubrique) y la Villa Medieval de Zahara de la Sierra.
Entre 1997 y 1999, fue el propio Ayuntamiento de Villamartín el que asumió los trabajos para recuperar el dolmen de Alberite. “La filosofía de la consolidación y restauración pretendía que el visitante se acercara al dolmen de Alberite en un estado lo más cercano posible a la realidad original, pero siempre respetando el proceso degenerativo que la estructura funeraria ha soportado a lo largo de la Historia”, recogía el arqueólogo municipal de Villamartín en su informe de hace 26 años.
Entre 1997 y 2003 se realizaron diversas infraestructuras para el futuro centro de recepción del dolmen de Alberite, que nunca entraron en funcionamiento. Ese último año, la Junta de Andalucía instaló una cubierta para protegerlo de las inclemencias climatológicas, y evitar así el desgaste de los ortostatos (bloques de piedra verticales), que tenían pinturas de gran valor.
“Durante la excavación hubo un hervidero de gente, que venía a verlo para conocer qué se estaba haciendo. Es algo que los arqueólogos debemos hacer, dar a conocer nuestro trabajo, que al fin y al cabo se financia con dinero público. Pero después de 30 años, hay mucha población que no lo conoce o que no le da importancia”, dice Gutiérrez. Al arqueólogo le apena ver que otros monumentos menos importantes, en el norte de España o en Europa, cuentan con protección y mejores condiciones: “Siempre decimos de broma que si estuviera en Estados Unidos tendría al lado un Burger King con 300 plazas de aparcamiento”.
Qué puede hacer el Ayuntamiento de Villamartín
El alcalde de Villamartín, Juan Luis Morales (AxSí), en el cargo desde 2011, está presente en el dolmen cuando lo visita lavozdelsur.es. Él es de los que piensa que su ubicación, a varios kilómetros de la localidad, es uno de los factores clave que influyen en su estado actual.
“La diferencia entre los que se encuentran en el casco urbano, que son visitables y sostenibles, y los que están en las afueras, como Alberite, que está en mitad del campo, son abismales”, dice Morales. “Aquí ya hemos pasado por todos los estadios posibles, y ahora mismo lo que buscamos es ganar en seguridad”, agrega, “para evitar gamberradas”.
Aún escuecen en Villamartín las últimas pintadas aparecidas en el dolmen, un monumento que data del 4.000 a.C. Por eso, el alcalde no tiene reparos en afirmar, con pesar, que “en 30 años se ha deteriorado más que en 6.000”.
En los anteriores intentos de puesta en valor del dolmen, el más reciente con un centro de interpretación y un negocio de restauración explotado por una empresa privada, la experiencia no acabó de forma satisfactoria. "Cómo sería la cosa que robaron la instalación eléctrica en varias ocasiones y hasta las cámaras de seguridad que había”, señala Morales.
Ahora mismo, el dolmen recibe visitas a demanda. Cuando un grupo, algún arqueólogo o empresa especializada solicita su entrada, se pone en contacto con Turismo de Villamartín, que otorga los permisos.
La afluencia y el tirón turístico, no obstante, es muy limitado. “No viene la gente suficiente para contar con una infraestructura mínima de apertura diaria”, dice el alcalde de Villamartín, un Ayuntamiento que no puede hacerse cargo del monumento en solitario. En la zona, se dedica a desbrozar y a labores de mantenimiento periódicas, poco más.
“Económicamente es inviable”, insiste Morales, que asegura que la intención del gobierno local, una vez se conozcan los resultados del estudio reciente llevado a cabo por la Junta de Andalucía, es que si Alberite vuelve a tener un centro de interpretación, se habilite más cerca del dolmen. “Cuando haya consenso, habrá que buscar fondos para ejecutar el proyecto”, dice. Aún está por ver hacia donde camina el futuro de Alberite.
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