La nieta de la superviviente de Casas Viejas que descubrió su pasado familiar por tener seis dedos

Rosa Pérez Gil encabeza el memorialismo en El Valle, con el que busca exhumar fosas como las de El Mimbral, un antiguo poblado bajo las aguas que ha 'salido' por la sequía: "Hay tres hijos vivos buscando a sus padres"

Rosa es nieta de Maria la 'Libertaria' y tataranieta de Curro Cruz, el 'Seisdedos'.
Rosa es nieta de Maria la 'Libertaria' y tataranieta de Curro Cruz, el 'Seisdedos'. MANU GARCÍA

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“El agua llegaba hasta el eucalipto”, dice Rosa Pérez Gil, dirigiéndose hasta los árboles, desde donde se aprecia una vista panorámica del pantano de Guadalcacín II, tal y como se llamaba la ampliación que se hizo de este embalse en los años 90. Aquella gran obra hidráulica, con la que se quería prevenir con suministros suficientes para futuras sequías como la que azotaba al país, dio como resultado el mayor embalse de la provincia de Cádiz.

Hoy, treinta años después, la situación es bien distinta. Los años de sequía han vuelto a descubrir la ermita del poblado rural que aquí se ubicaba y que fue sepultado bajo las aguas a partir de las grandes lluvias de 1995. “En esta parte estaba el cementerio y creo que las dos fosas comunes están por esta zona”, señala Rosa, entre restos de caracoles y almejas.

Rosa Pérez Gil en las ruinas de la ermita.   MANU GARCÍA

La historia de esta memorialista comenzó por un “estigma” que tenía desde su nacimiento en la mano izquierda y en el pie derecho: sus seis dedos. “Todavía se nota el hueso”, dice señalándose el pie. El dedo del pie que le amputaron lo ha guardado durante 40 años en formol. “Ha vivido siempre conmigo, en mi mesilla de noche… hasta que un día, a los tres meses de morir mi padre, decidí enterrarlo y poner punto final a esta historia”, aclara sobre lo que considera una “cicatriz patológica” desde que se inició en la kinesiología holística.

“Estaba dejando una carga al lado, quería entregar a la tierra lo que le pertenecía; no era cortar solo un vínculo familiar, sino una carga emocional, pero eso está ahí… con todos los asesinados que hay en la familia”, explica sobre una parte de sí de la que le fue muy difícil desprenderse. El motivo no es otro que la deuda pendiente con los represaliados. Por ello, para Rosa enterrar su dedo no fue punto y final, sino un punto y seguido. Desde hace años, encabeza una cruzada memorialista para ayudar a otros a recuperar los restos de sus seres queridos y concienciar sobre la necesidad de hacer democracia a través de la memoria.

La ermita del Mimbral desde el aire.
La ermita de El Mimbral desde el aire.   MANU GARCÍA

A lo largo de los años, esta sanitaria, técnica superior en análisis clínico, que trabaja en Cádiz, vive desde joven en Jerez y es natural de San José del Valle, no ha parado de descubrir cosas sobre su familia y la memoria histórica. Todo empezó cuando tenía 14 años y Diego Bello, un profesor del recién inaugurado colegio Ernesto Olivares de la que en aquel momento era localidad pedánea de Jerez, le hizo un comentario tras enterarse de que se había operado de los seis dedos del pie.

“Lo relacionó y me preguntó: ¿sabes de qué familia vienes?”, recuerda. Ella le respondió de forma inocente: “De mi padre Juan y de mi madre Paca. Me dijo que sí, pero que yo en realidad venía de la familia de los 'Seisdedos' de Casas Viejas; no tenía ni idea de eso, solamente de que Casas Viejas era un pueblo. Cuando me dijo que a mi abuelo y mi abuela los mataron en la guerra, yo pensé que ellos eran malos porque en teoría nunca se mata a los buenos”, explica. Al volver a casa, no se le ocurrió otra cosa que preguntarle a su madre. 

La reacción era de esperar. Una familia callada y que había guardado silencio desde la guerra se encuentra de repente con el pasado a través de una inocente pregunta de su hija. “Vi muy enfadada a mi madre, y le comenté que yo no tenía la culpa de que se pusiera así. Me avisó de que no le dijera nada a mi padre cuando volviera del trabajo; no entendí nada, pero fue la primera semillita de lo que vino después”, advierte.

A su padre, que se llamaba al nacer Sidonio por Medina Sidonia, pero que fue bautizado “deprisa y corriendo” como Juan en plena guerra, Rosa no le comentó nada hasta muchos años después. Ante el asesinato de sus progenitores, Juanito, tal y como le decían sus allegados, se crió con sus abuelos y sus tíos, teniendo que abandonar Paterna de Rivera con tan solo cinco años. "Era un niño y estaba en un escalón y le empujaron hacia la calle justo cuando pasaba un coche de los falangistas, que dijeron 'así terminamos con la estirpe'; fue entonces cuando decidieron irse de allí", explica, según le contó una persona mayor de Paterna.

En el momento en el que su abuela estaba en la cárcel y con su padre con trece meses, amenazado de muerte, alguien intercede y María la 'Libertaria' le da el niño a su cuñada, la hermana de su abuelo, Francisca Pérez Cordon, que se encarga finalmente de él con su misma edad, 21 años. El destino eran los cortijos del entorno de San José del Valle donde le dejaran entrar con el niño, mientras trabajaban cosiendo, limpiando y amasando pan. 

De su bisabuela, la madre de María 'la Libertaria', guarda un recuerdo y una anécdota que no entendió hasta muchos años más tarde con su activismo. “Me regaló unas botitas rojas, con una suela de goma negra que no te puedes imaginar cómo pintaba el suelo”, dice.

Un "valle encantado" en el que hay decenas de asesinados

“El valle encantado”. Así llama la activista a este lugar, haciendo el símil del cuento de Washington Irving con su San José del Valle natal. El valle está encantado porque esconde la historia olvidada y silenciada de decenas de familias del pueblo, algunas de las cuales no conocen ni siquiera el pasado al que a la propia Rosa le costó llegar.

Rosa Pérez Gil durante la entrevista con lavozdelsur.es
Rosa Pérez Gil durante la entrevista con lavozdelsur.es.    MANU GARCÍA

Su abuela, María Silva Cruz, apodada la ‘Libertaria’, fue una de las supervivientes de los sucesos de Casas Viejas, un episodio histórico que sucedió cuando la Guardia Civil de la Segunda República asesinó a veinte jornaleros que se habían alzado contra el Gobierno al grito de tierra y pan. Curro Cruz, apodado ‘Seisdedos’, abuelo de María Silva y tatarabuelo de Rosa, fue uno de los asesinados.

‘La Libertaria’, todo un símbolo del anarquismo y la lucha por la libertad, se introdujo en el movimiento libertario a través de la tradición familiar, con una gran afición por la lectura que le inculcó su abuela Catalina Jiménez Esquivel en los años en los que vivió en la sierra. Con libros e ideas como las de Federica Montseny, María Silva formó parte junto a su hermana Catalina de la asociación ‘Amor y Armonía’, un grupo juvenil libertario y feminista de Casas Viejas, del que le vino su sobrenombre.

En los sucesos, se refugió en la choza de su abuelo ‘Seisdedos’ junto a ocho personas más, logrando librarse del fuego, que se apoderó de la cabaña, junto a su primo pequeño, escapando finalmente por una ventana, escondida en una chumbera detrás de una burra que fue abatida a disparos por la Guardia de Asalto. Luego, fue detenida y encarcelada en Medina.

Los restos de la ermita de El Mimbral con el pantano de Guadalcacín al fondo.
Los restos de la ermita de El Mimbral con el pantano de Guadalcacín al fondo.    MANU GARCÍA

A raíz del episodio de Casas Viejas conoció a Miguel Pérez Cordón, sindicalista y periodista que recogió lo que sucedió allí y la situación de María, a quien conoció en el cárcel tras ser detenido por una colecta en Paterna para los huérfanos y viudas de los Sucesos. Tras esa situación, a él lo liberan y más tarde a ella la trasladan a Cádiz; Miguel llevó su caso a la prensa nacional hasta que fue finalmente liberada, causando un terremoto político que afectó, entre otros, al propio Manuel Azaña. A los meses, se fueron a vivir a Paterna de Rivera y a Madrid, donde ella se quedó embarazada y él participó activamente en la vida política de la CNT.

Ella fue asesinada el 24 de agosto de 1936, mientras que él consiguió huir por La Sauceda, Ronda y Málaga, llegando hasta la zona republicana, recalando en Cartagena donde llegó a dirigir el periódico de la CNT Cartagena Nueva en plena guerra y fue asesinado poco antes de terminar la guerra, el 5 de marzo de 1939.

Durante muchos años, la familia, que hizo una nueva vida en San José del Valle, llevó el drama por dentro con temor a cualquier relación o represalia. El padre de Rosa tenía el sueño de encontrar los restos de su madre. Juanito trabajó en las obras de construcción del embalse de Guadalcacín II como contramaestre y llevó el control de los pozos de perforación de la Confederación Hidrográfica, tuvo una infancia muy dura, sobre la que era difícil sacarle las palabras. Muchas de las anécdotas familiares que va descubriendo Rosa las va compartiendo con su madre, que a sus 89 años sigue viviendo en San José del Valle.

Pese al olvido consciente de la familia, con objeto de no tener problemas, las autoridades nunca obviaron su presencia. "Mi padre me contó que ya en democracia un viejo guardia del pueblo jubilado le avisó de que estuvimos vigilados toda la vida", dice. 

Rosa Pérez Gil con el retrato de su abuela María la 'Libertaria' posa para lavozdelsur.es en la ermita del Mimbral.
Rosa Pérez Gil con el retrato de su abuela María la 'Libertaria' posa para lavozdelsur.es en la ermita del Mimbral.   MANU GARCÍA

“Después de tantos años de olvido y silencio, sin poder llorar a nuestros muertos, hemos llegado los nietos que queremos saber. Esta es mi tierra, mi valle encantado que guardaba un secreto que desconocía y un gran grito de silencio sepultado”, lamenta la nieta de María ‘la Libertaria’ a la cámara de lavozdelsur.es para el vídeo que acompaña a este reportaje. 

Con una mesa de playa a informar a los vecinos de los 90 asesinados por los golpistas

El activismo de Rosa por la memoria histórica en esta localidad de la campiña se intensificó cuando se plantó con una “mesita de playa” un 1 de noviembre de 2019 a las puertas del cementerio municipal. “Puse unas pancartas y unas velas blancas con el número 4, que para mí simbolizan las cuatro fosas que hay en El Valle”, recuerda. En la mesa, también tenía incienso, flores y una libreta. Con viento y mucho frío, el sepulturero me invitó a pasar dentro, pero ella rechazó la propuesta. 

“Un cementerio es un lugar sagrado y donde están todas las ideas y creencias de todo tipo de personas, yo no quería herir los sentimientos de cualquier persona un Día de Todos los Santos, lo que buscaba era reclamar dónde están nuestros muertos”, dice. La reacción de los vecinos fue muy heterogénea, habiendo quienes llegaron a ofrecerle hasta dinero, que apoyaron su causa y quienes le reprocharon su presencia o incluso le amenazaron "con el dedo" de que "no fuera por ahí". Una mujer llegó a decirle que eso ni siquiera había pasado en San José del Valle. "Tú te has equivocado de pueblo, eso habrá pasado en otros sitios, no te has enterado de nada", cuenta.

La activista Rosa Pérez Gil, delante de los restos de la antigua ermita de El Mimbral
La activista Rosa Pérez Gil, delante de los restos de la antigua ermita de El Mimbral.   MANU GARCÍA

Pese a las reticencias y trabas que ha encontrado a nivel institucional en el municipio —lamenta que el alcalde socialista de San José del Valle se haya desmarcado de la cuestión memorialista—, Rosa ha continuado con su lucha para recuperar los restos de decenas de represaliados. “La historia se escribió por los vencedores, la de los vencidos se ha silenciado y se ha sepultado”, dice, haciendo hincapié en el “derecho a saber”. “Mi abuela está desaparecida y quiero saber dónde está, no tengo por qué explicarlo constantemente… estamos en la obligación de buscar a esas personas porque se merecen una sepultura digna”, añade, haciendo referencia a los principios del movimiento memorialista: verdad, justicia y reparación.

Con el objetivo puesto en “poder llorar a nuestros muertos”, la activista reconoce estar en un periodo difícil a nivel personal, e insiste en la de fuerzas que hay que sacar para luchar por una causa como esta cuando el apoyo institucional y político se resiente. Ahora tiene los esfuerzos puestos en visibilizar la situación de este embalse de Guadalcacín II, que con los restos del antiguo poblado de El Mimbral –en realidad solo queda visible la ermita, ya que las viviendas eran de choza–, presenta una oportunidad histórica para exhumar a los represaliados en el pueblo.

Su abuela María está en alguna fosa perdida de la desaparecida laguna de La Janda, pero ella no escatima en contar su historia tanto en ámbitos memorialistas, como en colegios, institutos y lugares donde se lo permitan. Lamentablemente no es el caso de San José del Valle, donde se queja de que le han cerrado las puertas de su colegio e instituto para no hablar de estas cuestiones. "En el colegio público Ernesto Olivares se dignaron a llamarme para decir que el claustro había decidido que no, pero en el instituto ni siquiera recibimos respuesta", dice en nombre de la asociación memorialista que encabeza. No es el caso de otros centros educativos como el de Paterna, algunos de Jerez, de El Puerto de Santa María o incluso un instituto de secundaria en Marbella.

Tres hijos vivos de asesinados en El Mimbral buscan los restos de sus padres 

Según el Mapa de Fosas que hizo público el Ministerio de Memoria Democrática del Gobierno de España, en la ermita de El Mimbral hay dos fosas. El cementerio de dicho poblado fue exhumado antes de la ampliación del embalse, trasladándose al nuevo cementerio de San José del Valle, pero olvidando los restos que permanecen esparcidos por algún lugar de este antiguo poblado.

Se estima que en El Mimbral puede haber al menos 54 fusilados, ya que según indica Rosa, el cura del pueblo en aquel momento, tenía anotada en una lista las víctimas. Entre ellos puede estar la abuela de Rosa, pero también el concejal del PCE conocido como 'El Alacrán’, Juan Durán Orellana, que desapareció la noche de Reyes de 1937. 

María Silva Cruz, la 'Libertaria', nació en Casas Viejas y fue asesinada el 24 de agosto de 1936.
María Silva Cruz, la 'Libertaria', nació en Casas Viejas y fue asesinada el 24 de agosto de 1936.    MANU GARCÍA

Entre los familiares que se han volcado para la exhumación de los restos de estas dos fosas, están hijos de dos asesinados, José y Pedro Soto, y José Fernández Pérez, al parecer relacionados con la militancia socialista. Estos datos, lejos de acercar el interés a la exhumación a los políticos de este pequeño municipio de la provincia de Cádiz, no han provocado efecto alguno en la política local, desmarcada del partido en memoria histórica a nivel provincial y andaluz. 

Si bien ahora es el momento propicio para localizar las fosas y plantear una posible exhumación, nada se mueve en esa línea. Rosa, que porta en su genética pero también en su pensamiento un gen revolucionario, tal y como ella misma indica, quiere mover cielo y tierra para que los únicos tres hijos vivos de asesinados por los golpistas puedan encontrar en este lugar los restos de sus progenitores. 

Mientras tanto, la tierra seca solo espera que el cielo se mueva para volver a inundar estas tierras, con la buena noticia que ello supondría para todos. Mucho tiene que llover para que en este valle encantado vuelva a hacerse lago. Parece que más aún para que algún político haga algo. 

Entre conchas, hierbas y vacas pastando libremente al lado de la ermita que dio vida a este poblado hace cuatrocientos años, Rosa confiesa que no va a perder las fuerzas ni la esperanza. “Algunos dicen que me he pasado a radical y extrema, pero no es eso. Memoria es memoria, sea quien sea quien gobierne nuestros familiares merecen una sepultura digna”, sentencia a la vera de un par de eucaliptos que hacen la vez de cipreses en un cementerio que volverá a ser inundado por un olvido cómplice.

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. Periodista. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Máster de Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos en la Universidad de Cádiz. Máster de Humanidades: Arte, Literatura y Cultura Contemporáneas en la Universitat Oberta de Catalunya. 

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