Aznalcóllar es una de esas capitales del desempleo en Europa, con cifras siempre por encima del 20%, en una comarca con baja densidad de población, y con pocas alternativas actualmente para una juventud que piensa a menudo en desplazarse a cualquier capital a buscar mejores condiciones. Pero si por algo resuena el nombre de Aznalcóllar en toda España (y hasta Europa) es por el desastre ecológico de 1998.
Una balsa reventó, provocando que los lodos tóxicos de la minería acabaran primero en el río Agro, y luego en el río Guadiamar, hacia su desembocadura en el Atlántico. El temor fue durante mucho tiempo que, además de contaminar el río, llegaran los residuos repletos de metales pesados al Parque Nacional de Doñana, a unos 50 kilómetros. Aquel suceso fue en su momento el mayor incidente de la industria minera de Europa y el segundo de mayor impacto en todo el mundo.
Aquello, claro, acabaría por liquidar el proyecto de Boliden, una empresa sueca que no se ha hecho cargo de la responsabilidad civil derivada de su filial en España. Ahora, hay un plan para que la riqueza bajo los pies de esta localidad en una esquina de la provincia de Sevilla se reactive. Se trata de filtrar los restos del tratamiento de la roca en una depuradora y conducir una tubería por unos 30 kilómetros hasta el término municipal de Santiponce, para verter en el río Guadalquivir los restos de agua ya teóricamente descontaminada, 85 mil millones de litros en unos 18 años.
Este proyecto ha contado con el apoyo de varias administraciones. Primero, de la Junta de Andalucía socialista, que fue la que inició los trámites, hace una década, para poner en marcha el proyecto, que ha sido continuado, a su vez, por el Gobierno que ahora preside el Partido Popular. Asimismo, el Ministerio de Transición Ecológica, del Gobierno de Pedro Sánchez, tampoco ha puesto reparos. No exento de polémica, porque por ella se verterán también los restos de zonas contaminadas previamente, a tan solo unos metros del término de Sevilla capital, frente al Estadio de La Cartuja.
"No han tenido en cuenta muchas características propias del estuario del Guadalquivir"
Por el momento, hay constancia de informes de la minera Los Frailes, que aseguran que se trata de una minería "del siglo XXI" y que apenas verterá "agua destilada" al río. Será una explotación del Grupo México y de la empresa de los millonarísimos hermanos cordobeses López Magdaleno (que ha comprado el Palacio de la Motilla y que está restaurando el pabellón de Hungría de la Expo del 92).
Ahora, un grupo de investigadores, encabezados por el catedrático Jesús Manuel Castillo Segura, de la Universidad de Sevilla, está terminando de preparar dos informes que resultan "demoledores" ante la versión oficial. lavozdelsur.es ha tenido acceso al documento, que será hecho público el próximo 20 de junio, y ha hablado con su autor principal. Castillo advierte de lo que considera algunas "inconsistencias" en la postura de la minera Los Frailes y de la Junta de Andalucía.
La primera de esas inconsistencias de las que hablan es que existen estudios sobre el futuro desagüe en el Guadalquivir de la mina de Aznalcóllar, y otro de la otra mina que vierte en el río, el de Cobre-Las Cruces, en marcha desde 2008. Pero no sobre la acumulación de ambos vertidos y del aumento de metales pesados como cadmio o arsénico. Sobre Cobre-Las Cruces, a partir del próximo año se prevé una duplicación de ese vertido, 2 mil millones de litros anuales.
La situación es compleja, pero puede resumirse en algunos puntos fácilmente entendibles por quien no es científico. Verter en el estuario del Guadalquivir es, legalmente, como hacerlo en el mar. Pero hay un estuario exterior y otro interior. Ambos se dividen por el llamado tapón salino, el punto donde convergen (o se separan) las aguas dulces y saladas. Dentro del estuario interior, a falta de grandes avenidas de agua (cuando el agua baja más rápido debido a las lluvias, episodios poco habituales), lo normal es que el agua se mantenga sin desembocar alrededor de 100 días, muy lentamente. "Todo esto no lo han tenido en cuenta, ni el tapón salino, ni el efecto fondo de saco ni la fisicoquímica de estas aguas. Si lo que dicen es que van a verter cuando haya marea, como defienden, es que no tienen ni idea de cómo funciona el estuario del Guadalquivir. No soluciona nada verter cuando haya más volumen de agua, porque acabará precipitando igualmente".
Y es en ese momento cuando se produce el efecto de fondo de saco, defienden. Por la físicoquímica de las aguas de ese estuario interior, los elementos en suspensión van a tender a precipitarse al fondo. No es tan diferente, en realidad, a los químicos que se usan para eliminar la turbidez de las piscinas. Así, tras pasar por el fondo y mantenerse por un tiempo difícilmente definido. Además, para acabar en la orilla, por esa sedimentación. Y de ahí, ser absorbido parcialmente por la vegetación y acabar en la cadena trófica. Es decir, en el pastoreo de cabras y ovejas por el curso del río hasta la desembocadura. De hecho, los investigadores temen que las muestras del agua incluidas en el proyecto se realicen en la superficie del agua y no en el fondo, las orillas o la vegetación.
"Hoy el Guadalquivir ya está contaminado"
"Esto produciría con el paso de las décadas una acumulación de metales que podría afectar incluso al estuario exterior, donde se crían boquerones, gambas blancas o camarones en el Golfo de Cádiz, en Sanlúcar", advierte Castillo.
La hipótesis de la mina es que los metales se irán diluyendo por la boca del estuario porque, originalmente, la concentración es baja. "Pero realmente el estuario del Guadalquivir no funciona así". Es decir, no equivale verter agua en Santiponce a hacerlo en el mar, aseguran.
En busca de aterrizar en la realidad diaria estas conclusiones puramente científicas, Castillo ofrece su opinión. "No comería alimentos procedentes de estas aguas ni que se hayan alimentado con esa vegetación hasta estar seguro de que están limpios". Y va más allá: según varios estudios, indica: "Hoy el Guadalquivir ya está contaminado".
Y es también claro: "Si en el futuro se acumularan grandes cantidades de metal en las orillas, en unas décadas el Guadalquivir puede acabar como el río Tinto, de color rojo, por la oxidación de esos metales. Aunque antes de que ocurra eso, a un ritmo de una subida del nivel del mar de tres centímetros por década, quizás el Guadalquivir y el Golfo de Cádiz serán diferentes por otras causas diferentes a estos vertidos. Temo que después del permiso de 17 años, vengan otros 17 años de permiso para seguir con el vertido".
El informe, explica, resulta "demoledor, tanto para los vertidos de Cobre Las Cruces como el que se va a producir desde Aznalcóllar". Por eso, pide que rija "el principio de precaución, necesario en política ambiental". En ese sentido, recuerda que él mismo ya formó parte de un comité de expertos de la balsa de fosfoyesos de Huelva: "¿Por qué ahora no cuenta con los expertos? Hubo otro comité para el dragado, años atrás. Por mucho que digan, no han hablado con expertos en estuarios".
Castillo reconoce que los límites son inferiores a los que marca la ley, pero "son tantos litros que suponen muchos kilos al año. Y no han analizado las consecuencias".
Los Frailes recuerda que "las cortas van a rebosar en 10 años si no se actúa"
El responsable de las áreas de geología e hidrogeología de Los Frailes, Enrique Olivas, ofrece con detalle la postura de la mina. Respecto al informe de Castillo, indica que éste habla principalmente "del sedimento, que no está normado por Europa, que no hay parametrización, y es a lo que se agarran. La norma de lo que habla es del agua, con una directiva. Y se cumple". Ese cumplimiento se va a realizar "en cuanto a calidad de parámetros, pero además muy por encima en el diseño del control del estuario".
"Hablan en todo momento de poner problemas a una solución, pero en ningún momento hablan de un problema que hay aquí, que son dos millones de metros cúbicos que entran cada año en las cortas y que de aquí a 10 años rebosarán al río".
"A lo que se oponen es al proyecto minero, no a la solución"
Son los espacios donde se mantienen restos de la anterior actividad minera. "Eso no lo sabe la sociedad, es un problema que se manifestará en unos años. Y ellos buscan problemas a una solución para paralizar un proyecto minero. Durante 40 años se ha estado vertiendo al río Guadiamar con calidades mucho peores que las que se van a verter ahora. Primero Apirsa, luego Boliden y la Junta, han vertido con un peor sistema de tratamiento que los que existen ahora mismo, y nadie protestó. Nadie lo hizo en 2014, y no hubieran subido las cortas. No sé por qué ahora se critica cuando se va a mejorar muchísimo la filtración. Esa es la madre del cordero. A lo que se oponen es al proyecto minero, no al vertido".
Según las cifras que ofrece Olivas, la Junta ha depurado 19 mil millones de litros entre 2002 y 2014. "Y solo quedan 11 mil millones de litros (hectómetros cúbicos) para rebosar. De no haberse actuado, ya habría llegado al río hacia abajo", es decir, hacia Doñana, que sería mucho más dañino que cualquier otra solución.
Respecto a la calidad del agua que llegará por la tubería al Guadalquivir, "en seis de diez parámetros esa agua supera al agua potable, pero hablan de vertido tóxico para recordar lo del 98, que sí fue una barbaridad. Como nunca se ha depurado esa agua, lo quieren llamar así".
El hidrogeólogo de Los Frailes insiste: "Hay que recapitular: hablamos de unas cortas que iban a rebosar, una solución que se venía aplicando de manera muchísimo peor durante 40 años y ahora un proyecto que ofrece una solución". De hecho, Olivas no entra en si "esto debe hacerlo o no una empresa privada o la administración. Ahí no entro. Curiosamente, la Junta dejó de depurar el año que sacó a concurso el proyecto minero. Pero si no existiera este proyecto, seguiría eternamente depurando con aquel sistema".
"El problema es que esto se llama Aznalcóllar y aquí hubo un desastre hace 26 años"
Volviendo al asunto del fondo del río, Olivas señala que para los informes de Castillo "solo hay un estudio en el que se basa, que lo toma como si fuera Ley. En Europa tenemos una de las normativas sobre aguas más exigentes del mundo, solo por detrás de algunos estados de Estados Unidos. No puedes comparar nada, por ejemplo, con la situación de Las Rocosas y sus calidades. Pero con esta calidad, según dice la ley, se aseguran el sedimento y la biota" (el conjunto de seres vivos). "La ley hay que cumplirla".
De hecho, "si la Ley dice que hace falta un estudio de sedimentos cada tres años, nosotros lo haremos anualmente. Un control del agua al mes, mientras que haremos 240 al año durante los dos primeros años, 20 veces más. Porque se da garantía cada día con una empresa independiente en tres puntos del estuario. Es un punto de vigilancia único en Europa. ¿Por qué? Porque nos llamamos Aznalcóllar".
"Son ellos (los investigadores) los que no entienden el estuario"
Respecto a otra de las "inconsistencias" de las que habla el informe, que no se haya estudiado conjuntamente la afección de Cobre Las Cruces sumado al vertido procedente de Aznalcóllar, Olivas subraya que "sí se ha contemplado". "Lo que ocurre es que se incorpora en el estudio como calidad de fondo del río, como marca el Ministerio". "Ellos (Cobre Las Cruces) van a verter dos hectómetros y nosotros también dos hectómetros. Y el río suelta 2.200 hectómetros". Por tanto, faltaría "un parámetro cuantitativo". "No es ni el 0,4% del agua total entre los dos".
Asimismo, subraya también que "la normativa nos dice que si nos acercamos al 75% del límite europeo en cualquier parámetro, tenemos que dejar de verter, y cerramos el grifo. Es como ir frenando en la autopista cuando te acercas a 90, aunque el límite sea de 120 kilómetros por hora". "Somos más garantistas que nadie, pero esto se llama Aznalcóllar y aquí hubo un desastre hace 26 años".
También sostienen desde Minera Los Frailes que no existe riesgo respecto a otra de las claves del informe: que el agua esté 100 días en el estuario antes de encontrar el mar. "Aunque el agua recorre un kilómetro diario, las partículas recorren 17 kilómetros. Todo se homogeniza", defiende Olivas. "Llevo cinco años estudiando el estuario, y creo que son ellos los que no lo entienden".
Antonia Herrero (CSIC): "No tenemos nada que ganar, sino mucho que perder"
La doctora en Biología Antonia Herrero es profesora de investigación en el CSIC, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Colabora también en un grupo de trabajo con el partido Podemos, a raíz de lo que también ha ido estudiando el asunto de los vertidos al Guadalquivir.
"Desde el punto de vista biológico, estos metales en el río van a tener una cierta concentración. Existe una discrepancia sobre cómo van a discurrir por el estuario, y se ha ignorado las características propias del Guadalquivir, como detalla el doctor Castillo", indica Herrero.
De producirse esa retención de metales, pasarían a la cadena trófica, desde las algas y bacterias que realizan la fotosíntesis, hasta el zooplancton, peces pequeños, peces mayores, hasta las personas. También pasarían del río a los vegetales, incluyendo arrozales y plantas silvestres, y de éstas a los herbívoros incluyendo el ganado, y otra vez a las personas. No es que comas un alimento contaminado y enfermes al momento, sino que hablamos de problemas de salud que se van a ir acumulando con el tiempo". Según su opinión, "no se ha analizado suficientemente y estamos a ciegas ante un peligro para el río, para sus habitantes, y hasta para el sector económico, como son la pesquería y los cultivos".
Más allá de que "hay que deshacerse de lo acumulado" en tiempos pretéritos, en esa corta que podría rebosar en diez años, reflexiona sobre que "finalmente la explotación minera significará seguir generando y aumentando el problema. El argumento es que la minería hoy es más limpia, faltaría más. Pero no se trata de contaminar menos, sino de que no se contamine".
Por todo ello, concluye: "los habitantes de Sevilla hacia abajo por el Guadalquivir no veremos beneficios, sino que estos irán a una multinacional. Y el problema nos lo dejan aquí, que es la degradación del río. Es algo sin lógica. Nada que ganar y mucho que perder".
La minería, gran negocio en el XXI
En Los Frailes, hay previsión de obtener principalmente tres minerales: cobre, zinc y plomo. Y están en todas partes, en nuestro día a día. En el caso del cobre, para los cables al presentar una gran conductividad eléctrica junto a su resistencia. También para la fibra óptica, que promete cada vez mayor velocidad de conexión. Y en los coches, en componentes fundamentales para los estándares actuales de seguridad. El zinc es necesario también para mejorar las baterías de los móviles o los ordenadores, y es clave en aleaciones con muchísimos usos, desde médicos hasta en la construcción. El plomo, también en elementos de uso diario, pero también en el sector energético, al ser la mejor barrera contra la radiación. Todos, por cierto, también tienen uso armamentístico. Y Andalucía no permanece en nada ajena a esa alta demanda. El 95% de la población mundial tiene un móvil. Y cada vez lo renueva con más frecuencia si tiene recursos para mejorar su tecnología.
Félix Talego es profesor universitario dentro del departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla. Ha estudiado el impacto económico de la minería en Andalucía y en la provincia de Sevilla. Y advierte: "Hay minas que se cerraron en ríos andaluces o en el Golfo de Cádiz que han empezado a contaminar ahora. Porque los efectos de la extracción, a veces, no se hacen palpables hasta pasados mucho tiempo".
Entre sus estudios, el entorno de Aznalcóllar. Habla, por ejemplo, de las tierras en el término municipal del Castillo de las Guardas, conocido por la reserva de animales, donde "no crece nada, porque por esa zona hay tierras contaminadas", explotadas ya en la Antigüedad y en actividad hasta los 60. "Es tierra esquilmada". El mayor ejemplo de ello es el río Tinto, en Huelva: "Hasta 1850, era un río de agua limpia".
Talego, respecto al proceso de la mina de Aznalcóllar, considera "esperpéntico" el papel de las administraciones. "En lugar de un vertido de lodo, como en el 98, se va a filtrar el agua, pero mantendrá residuos que, al verter grandes cantidades, acabarán en el fondo del Guadalquivir y las orillas.
Talego y Castillo coinciden en una visión pesimista sobre la situación. Andalucía como "tierra de sacrificios, como ya indicó hace muchos años Isidoro Moreno", señala el catedrático en Biología. "La decisión con Aznalcóllar es similar al impacto de los megaparques solares en zonas rurales, la sobreexplotación cortoplacista de la agricultura intensiva o el colonialismo energético del hidrógeno verde. Andalucía es una de las zonas a las que más afecta el cambio climático".
Y no ve Castillo tan ajeno lo que ocurre en África con Andalucía. Acudió a Senegal a estudiar las migraciones climáticas en diciembre de 2017, tomó testimonio a migrantes interiores en el país, de zonas rurales a la capital, Dakar, y de otros migrantes que viajaban a Europa. "Si les preguntabas por qué migraban, te decían que por trabajo. Pero si preguntabas por qué no tenían trabajo, te das cuenta de que el problema es el aumento del desierto del Sáhara". Y reflexiona: "Si Andalucía pierde sus playas, si durante seis meses no es apetecible vivir aquí, si para los turistas deja de ser un destino soñado... para finales de siglo, ¿emigrarán los andaluces a Alemania explicando que no pueden vivir en Andalucía por las condiciones climáticas? Para eso, solo hay una respuesta: el decrecimiento, producir menos... Y en este caso, renunciar a cierta tecnología para no poner en peligro los ríos".
La Junta mantiene su versión
El Gobierno andaluz lleva tiempo ofreciendo una visión diferente a la de estos científicos que no ven clara la reapertura de la mina de Aznalcóllar. Lo primero que aclaran es que "la previsión de una posible presencia de metales en el agua procedente de la mina, sería en una concentración por debajo de lo que permite la ley", indican desde la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, que dirige Ramón Fernández-Pacheco. De hecho, el Gobierno andaluz habla de "apertura, no reapertura", al ser "un nuevo proyecto, que no tiene nada que ver con la mina que provocó un desastre medioambiental en 1998. De hecho, las balsas de lodos, que ocasionaron el problema, no están ni contempladas en este caso. No habrá".
Por su parte, insisten en que el proceso sí ha contado con "expertos externos a la propia Junta de Andalucía. Se ha contratado incluso a una consultora externa para validar, hacer análisis y seguimiento de valores en el agua". Todo, porque "la Junta ha exigido una elevada garantía a la empresa Mina de los Frailes".
La Consejería habla de "controles muy garantistas". "En concreto, en la fase preoperacional (vaciado de la corta Los Frailes en 18 meses) se prevé analizar 4.465 muestras del efluente, mientras que en la fase operacional el número de
muestras analizadas será de 1.114 al año". "Igualmente, la analítica del medio receptor será especialmente minuciosa, previéndose el desarrollo de 11.877 análisis en la fase preoperacional y 2.343 análisis de muestras al año en la fase operacional".
"La analítica será minuciosa", asegura la Junta
Entre los vertidos, se prevé la presencia de algunos elementos más tóxicos, "especialmente sensibles", que son arsénico, cadmio, cobre, cromo, fluoruros, mercurio, níquel, plomo, selenio y zinc. Para esto, "la frecuencia del muestreo prevista es particularmente intensa".
De hecho, señala la Junta que "el nivel de alerta se situará en el 75% del valor límite de referencia para cada uno de los parámetros correspondientes a los objetivos de calidad de la masa de agua. Si se alcanza dicho umbral, debe interrumpirse el vertido".
"El caudal que se recoge en la autorización de vertido está condicionado al caudal desembalsado en la Presa de Alcalá del Río y al régimen mareal. Esta decisión, singularmente rigurosa, permitirá garantizar que, en ningún caso, el vertido
tenga incidencia sobre los objetivos de calidad de la masa de agua que se recogen en el Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica a la que pertenece la masa de agua a la que se realiza el vertido".
Pero, además de todo ello, una de las claves es que "la autorización" de los vertidos de la tubería frente al Estadio de La Cartuja "es por un volumen muy superior al que se va a verter. Se da autorización por el máximo permitido de vertido, no por el que realmente será", que se prevé "muy inferior".
Ecologistas en Acción, movilizado
El colectivo Ecologistas en Acción en Sevilla lleva años advirtiendo sobre los riesgos de que los restos de la minería acaben en el Guadalquivir. Isidoro Albarreal, uno de los líderes históricos del colectivo en la provincia, explica que tienen "motivos para desconfiar de la reapertura de Aznalcóllar". Porque "este tipo de empresas, en sus cuentas de resultados anuales, ya suelen incluir varios millones de euros por los posibles incumplimientos y expedientes sancionadores. Lo asumen con naturalidad".
A su juicio, el riesgo que el Guadalquivir acabe siendo "un río industrial, porque es una bestialidad lo que en la fase preoperacional va a acabar en el río, y en fase operacional, 4 mil millones. Si lo sumas a que desde 2025 Cobre Las Cruces podrá verter 2,3 mil millones de litros de agua, esta es la situación".
Pone en valor la investigación de Castillo, porque "la simulación realizada por Los Frailes no ha estudiado lo que va a pasar en el estuario del Guadalquivir. Ni siquiera se controlarán luego los sedimentos, adonde se precipitan los metales pesados, sino que analizarán directamente el agua. Que, además, Los Frailes dice que prácticamente de inmediato el vertido del Estadio de La Cartuja acabará en el mar, y no es así. En los 90 días que tarda, se produce la fisicoquímica para que se precipiten al fondo y de ahí a las orillas y la cadena trófica".
Los derechos de explotación, en un macrojuicio en 2025
Sumado a toda la cuestión ambiental, hay que recordar que la apertura de Aznalcóllar ha acabado en los juzgados. En esta causa, Ecologistas en Acción se ha personado, aunque en realidad, es un problema mercantil derivado en un posible caso de corrupción. Desde marzo de 2025, en Sevilla se juzgará a 16 personas, la mayoría técnicos de la Junta, sobre el concurso por el que fue concedida a Minera Los Frailes los derechos para explotar la mina.
De una parte, Emerita, un gigante canadiense de la minería, que perdió aquel concurso elaborado en tiempos de Susana Díaz en la Junta. Del otro, el grupo México y Minorbis, propiedad de los citados hermanos Magdaleno.
Mientras tanto, la Audiencia Provincial ha advertido a Emerita que ni siquiera una condena penal acabará en que finalmente se haga con la explotación de Aznalcóllar, por lo que se da por hecho que Los Frailes (Grupo México + Minorbis) es ya adjudicatario definitivo.
"En 2015, al PSOE, de cara a las elecciones de aquel año, parece que le entraron prisas por adjudicar la mina y anunciar la reactivación de la zona. Quienes se presentaron fueron los hermanos Magdaleno, no el Grupo México, que lo que hizo fue aportarles luego viabilidad técnica y económica al proyecto, ya que Minorbis era una sociedad sin apenas capital. México no se presenta como tal al concurso, eso es incontestable. Quizás, porque venían del derrame de Sonora, allí en México". Fueron, denuncian los afectados, 40.000 metros cúbicos de sulfatos de cobre y otros metales que acabaron en el río Sonora en una mina. Los afectados del que es el mayor desastre minero de la historia del país aún reclaman reparación y condenas contra el Grupo México.