El viento rebota en las cuerdas de cientos de barcos. Suena el silbido de la brisa marinera mientras un grupo de amigas con enormes bolsos de playa ríe bajo el sol. Frente a unas pistas de padel, un yate de lujo. A un lado, dos hoteles con 250 plazas, y al otro, beach clubs y la playa asfáltica más grande de España, con 167 metros.
Con estas pinceladas solo se puede dibujar Puerto Sherry, enclave favorito de miles de personas de todo el mundo. Este rincón de El Puerto, con una extensión de 300.000 metros cuadrados, entre tierra y mar, lleva años engatusando a turistas y vecinos. Justo al lado del poblado marinero —que no pertenece a Puerto Sherry aunque todo el mundo lo llame así— reluce una vista de postal donde se mueve muchísimo dinero.
En 2023, Puerto Sherry registró 9 millones de facturaciones con un beneficio neto de cerca de 3 millones. En sus instalaciones, que engloban al puerto y a los alojamientos Hotel Puerto Sherry y Las Suites, trabajan unas 250 personas, que se suman a los empleados indirectos. En total, un equipo de 800 personas navega para que todo vaya viento en popa. Son los datos que comparte Nicolás Figueras, director de Puerto Sherry, un lugar que, para él, “es ya una institución en El Puerto”.
Este valenciano de 49 años, con una trayectoria en dirección de campeonatos de vela, cogió el timón de Marina Puerto de Santa María, la empresa matriz, en enero de 2021. Llegó con nuevas ideas para un destino no apto para todos los bolsillos donde nadie percibe que tenga problemas con la Agencia Tributaria. Muchos de los que toman una cerveza en sus terrazas probablemente ni lo sepan. Parece mentira que un complejo como este, que funciona y crece cada año, arrastre una deuda de cerca de 30 millones con Hacienda. A la vista está que no afecta para su desarrollo.
Puerto Sherry es uno de los motores económicos de la ciudad pese a que, desde los años 90 vive un periodo de “turbulencias societarias”. “Parece contradictorio, pero se han hecho las cosas bien durante todos estos años para mantener la actividad y posicionar al puerto donde está. La voluntad de la propiedad ha sido seguir luchando por un proyecto que yo creo que es único en el sur de Europa”, comenta Nicolás Figueras, sentado en la terraza del Hotel Puerto Sherry, una de los emblemas de la zona.
La deuda llegó tras la quiebra de 2008, dando lugar a los edificios paralizados en el tiempo que este año ya han sido derribados. Por entonces, la Agencia Tributaria interpretó que Marina Puerto de Santa María debía esta ingente suma, en cambio, la empresa entendía que no le correspondía. “Puerto Sherry ha peleado estos años porque considera que esa deuda no existía, por unas consideraciones contables, pero al final, el Tribunal Supremo ha dictado que hay que asumirla”, explica el director a lavozdelsur.es.
Hacienda gana tras 14 años de litigio, de forma que Puerto Sherry tiene que hacer frente a la deuda. Figueras asegura que “se ha generado una tesorería que nos hace fuertes de cara a afrontar ese plan de pagos con Hacienda”.
Para ello, ha entrado en un concurso voluntario de acreedores, o lo que es lo mismo, “una estrategia empresarial para mantener a salvo la empresa” y que esta situación no repercuta ni en los compromisos con los proveedores ni con los clientes ni trabajadores. La meta es dejar atrás estas “turbulencias que hipotecan a la parte societaria pero no a la parte operativa”. Así, el director estima que en un año, podrían acabar con los problemas.
"Se ha generado una tesorería que nos hace fuertes"
“Nadie lo va a notar y nadie lo está notando. Creo que ninguno de nuestros usuarios ha visto un antes y un después”, expresa este valenciano que lleva tres años y medio cambiando el rumbo de Puerto Sherry hacia una misma dirección. Su apuesta ha sido crear una única marca que aglutina a tres empresas, Las Suites, Marina Puerto de Santa María y Hotel Puerto Sherry.
Así, se ha seguido invirtiendo y trabajando independientemente de esa deuda que aparece en los libros contables. “La máquina sigue en marcha”, comenta Nicolás, que pone en valor tanto la celebración de eventos como la apertura de nuevos establecimientos.
Al ronqueo solidario, los mercados de artesanía, la semana clásica de vela y otras citas deportivas de primer nivel, se incorpora este verano un campamento infantil. “Este lugar es un dinamizador de inversiones”, dice convencido. Entre los locales que han decidido apostar por la zona se encuentran Memola Puerto Sherry, especializado en desayunos saludables; Piano Bar, en el antiguo local social del club o una pastelería ecológica que abrirá sus puertas este mes.
Otro de los estrenos de la temporada es el restaurante Las Moragas, con una oferta novedosa en el lugar. Su especialidad son los espetos, no solo de sardinas, y los cachopos. Al frente, está una familia de Madrid, Javier Peris, Maribel Ramírez y María Isabel Ramírez, que dejó atrás sus dos locales, abiertos en Chiclana tras la pandemia, para venirse al rincón portuense. Desde que arrancaron el 24 de febrero, todo han sido alegrías.
“La acogida ha sido muy buena. Estamos facturando más que en Sancti Petri y estamos aún fuera de temporada. No nos podemos quejar, ya tenemos reservas para julio y agosto. De los restaurantes que hemos abierto aquí en Andalucía, este es el que mejor arranque ha tenido”, comenta Javier Peris. Esta familia, a partir del 1 de julio, también será pionera en la provincia en ofrecer servicio de delivery en el mar. Lo harán desde una barquita que el agua mece junto a cientos de embarcaciones de todo tipo.
Frente a la leña donde elaboran los espetos, el puerto, con 864 amarres, alberga barcos desde tres a 60 metros procedentes de todo el mundo. Para la temporada, se espera una ocupación del 90%. “Y ahora estamos en un 88%, el mes de junio no va a diferir mucho de agosto, es un buen dato”, comenta el director, que nota una ruptura de la estacionalidad.
El destino recibe 30.000 visitantes de 40 nacionalidades al año
Al año, recibe 30.000 visitantes de 40 nacionalidades distintas, y no toda la demanda se concentra cuando aprieta el calor. “La provincia de Cádiz se ha consolidado como un destino de todo el año y hemos recuperado el cliente extranjero, sobre todo el francés, alemán e inglés”, destaca. Este año Puerto Sherry optó por mantener abierto el hotel desde donde Nicolás explica que, no cerrarlo demuestra que el turismo se está desestacionalizando. “Normalmente cerramos desde enero a carnavales, y este año no lo hemos hecho y hemos rozado el 75%, es una buena señal”, añade.
A unos metros, Antonio Vega camina sobre las tablas de madera recién renovadas del pantalán F, el más grande de todos, con cerca de 80 atraques. Este jerezano lleva dos años como jefe de puerto, responsable de la marina, los varaderos o la seguridad. En definitiva, de las operaciones que se llevan a cabo en el que dice que es “el puerto más importante de la provincia de Cádiz y donde más barcos hay”.
Antonio está pendiente, junto a un equipo de unas 20 personas, de cerca de 900 naves en el agua, y otras 700 en seco. Durante su paseo por el pantalán revela que le encanta el mundo náutico, disciplina que estudió y a la que siempre ha estado ligado gracias a su padre. Tras 20 años como realizando inspecciones técnicas a embarcaciones de recreo (ITB), entró en este puerto donde, antes de la temporada, ponen todo a punto.
Antonio admira cada barco que le rodea mientras detalla que los departamentos de marinería y mantenimiento han realizado obras de todo tipo, como la instalación de nuevas cajas de suministro de electricidad y agua. “Aquí se está invirtiendo muchísimo dinero”, dice delante de un velero de 12 metros.
En su interior, un hombre se prepara para zarpar. “Son espectaculares, cualquier cosa que te hace falta aquí la tienes”, expresa Vicente Zaragosí, refiriéndose al complejo y a su personal. Este gaditano afincado en Chiclana, ciudad a la que se dirige, se acerca a Puerto Sherry para participar en las regatas que se organizan a lo largo del año. Empezó en el deporte de la vela con ocho años y estuvo disfrutando hasta los 18, momento en el que lo dejó. Hace cuatro años decidió retomar la actividad y, desde entonces, frecuenta este enclave. “Algo me llamaba, me tiraba el mar”, sonríe desde el velero.
En el entorno, hay banderas de Inglaterra o de Francia. Muchos aficionados internacionales paran para repostar combustible o pasar la noche. Otros, viven en sus barcos, como si fuera un apartamento de segunda residencia. “Es como un camping pero en el mar”, ríe Antonio Vega. Todo sigue fluyendo en Puerto Sherry, que pronto, si se cumplen las previsiones, dejará atrás el lastre del pasado.
Comentarios