Esta historia no se escribiría sin las voces de sus tres protagonistas, los hermanos Muñoz Torrado, Manolo, Ricardo y Pepe, herederos de una tradición familiar dedicada durante más de 40 años al sector de la alimentación en Jerez. Un legado que se inició en un modesto ultramarinos con tabanco en la calle Arcos de Jerez, en el contexto de la dictadura y el entonces floreciente negocio del vino en la ciudad. Solo uno de estos hermanos, Ricardo, “el relaciones públicas”, ha creído que era una buena idea remover tantos y tantos recuerdos tantas décadas después. Recuerdos de una aventura empresarial de éxito que forma parte de la memoria sentimental de un pueblo. Esto, que se teclea rápido, apenas once palabras, no es nada sencillo. Formar parte del imaginario colectivo no es algo que se construya en dos tardes.
El periodista José Miguel Muñoz, hijo de Ricardo, decidió hace unos años crear una página de Facebook en memoria del EcoJerez, uno de los primeros supermercados de España —warehouse club se les llamaba entonces debido a su inspiración norteamericana, lo que traducido viene a significar un club de almacenes que vende gran variedad de mercancía—. Subió a esta red social fotos históricas y recuerdos, como carnés de socios y bolsas con el lema ‘EcoJerez, Siempre’, y rápidamente, cada uno de los posts que colgaba se llenaban de nostalgia, de palabras cariñosas hacia su familia, de anécdotas de ex trabajadores y ex trabajadoras que no solo recuerdan con cariño aquella primera gran superficie comercial andaluza, sino que incluso en muchos casos siguen yendo a visitar a uno de sus antiguos jefes.
“Yo lo hacía todo con mis hermanos, hemos tenido varios negocios y siempre hemos estado juntos, pero realmente yo era el que más en contacto estaba con clientes y empleados. EcoJerez fue un hipermercado pionero, hasta en la atención a sus trabajadores”, rememora Ricardo a sus 84 años, con achaques de la edad, apostado tras la mesa de su despacho. Atestado de objetos de todo índole, con su colección de bastones, rodeado de cuadros pintados por él. En este encuentro con lavozdelsur.es en su casa del centro de Jerez, Ricardo, junto a su hijo José Miguel, cuenta sus inicios en Artes y Oficios, y cómo tuvo que dejar su carrera artística a los 20 años al morir su padre, con apenas 46.
Fue él quien se hizo cargo del almacén, pero fue junto a sus hermanos con quien levantó la historia inmortal de EcoJerez. En los inicios de Ricardo como almacenero para todo, su hermano Manolo ya trabajaba entonces en la Base Aeronaval de Rota, mientras que Pepe, el pequeño, “era entonces muy niño". “Si no sirves para estudiar, almacenero. Pero de los de cuello duro y corbata. Esas dos cosas siempre me las decía mi padre”, recuerda un hombre que asegura haber “pegado muchos cupones cuando el racionamiento; con harina y agua se pegaba en la cartilla…”.
Se levantaba a las seis de la mañana para aprovechar la entrada de los trabajadores de la fábrica de botellas, “copas de anís, coñac… alguno se tomaba media botella de vino de guiso y ya estaba normal… te puedo contar cada cosa… He fregado mostradores, he blanqueado fachadas, limpiado váteres de los borrachos, nunca se me han caído los anillos, no es malo hacer todo eso”. A raíz de aquel almacén primitivo, y una vez que muere el padre de los Muñoz, no se les renueva el alquiler del local de calle Arcos y, ante esta situación, los hermanos deciden emprender con varios locales. “Abren una cadena”. Alimentación Muñoz acabará expandiéndose por todo Jerez. “Fueron montándose locales hasta contar con más de una quincena por toda la ciudad (San Benito, Santo Tomás, calle Altozano…)”.
Sin embargo, con las ideas que trae Manolo de sus viajes a Norteamérica, fruto de su trabajo en la Base, hay una primera experiencia de supermercado que nace en marzo de 1974, en la calle Ferrocarril, frente a la estación de trenes. “Todo surge a raíz de que mi tío Manolo —cuenta José Miguel— trabajaba en la Base de Rota, y él traía ese chip de las novedades de Estados Unidos. De hecho, el Eco fue el primer hipermercado que hubo en Andalucía porque él trae de uno de sus viajes a Norteamérica la fórmula del autoservicio, con el carné de socio, con la galería comercial complementaria…”.
De la calle Ferrocarril saltan directamente a una parcela de 42.000 metros en la antigua entrada por la autovía Sevilla-Cádiz. Lo que hoy es la avenida de Europa entonces era una incipiente avenida Fernando Portillo, un núcleo industrial al otro lado de la vía del ferrocarril, esa vía férrea que partió la ciudad en dos hasta bien entrados los 90 del siglo pasado. Los hermanos Muñoz Torrado construyen las instalaciones de EcoJerez: 9.800 metros de sala de ventas (alimentación, bazar, perfumería…) y 7.500 de almacén. Aparte, galerías comerciales con cafetería, marquetería, peluquería, papelería, juguetería… Inauguran la enorme tienda en marzo de 1977. En aquel momento, con una industria bodeguera fuerte, con una industria auxiliar muy potente, con diferentes grandes empresas agroalimentarias en la ciudad, como Puleva o las tres azucareras que existían entonces, la fórmula de EcoJerez canalizó lo que en un primer momento eran los economatos de los empleados de las bodegas.
“Las bodegas —narra Ricardo, entremezclando vivencias y recuerdos— fueron viniendo a nosotros porque no podían competir en precios, ellos asumían menos gastos al cerrar sus economatos, y sus empleados conseguían mejor precio con nosotros. Comprábamos mucho, pagamos al contado, y entonces obtenías más descuentos de los proveedores”. Y también estaban los expositores con los artículos de diferentes marcas, “que se pagaban aparte” y con los que se conseguía abaratar aún más los precios. “El truco de los precios bajos era comprar mucho, pagar al contado y tener expositores. Y luego teníamos absolutamente todas las marcas y precios para todos los bolsillos. La marca que buscaras allí estaba”.
EcoJerez llegó al centenar de trabajadores, muchos de ellos acompañando a los Muñoz desde los 14 años, desde los tiempos de Alimentación Muñoz
A EcoJerez, que llegó al centenar de trabajadores, muchos de ellos acompañando a los Muñoz desde los 14 años, desde los tiempos de Alimentación Muñoz, solo tenían acceso los empleados y familias de las medianas y grandes empresas de la ciudad, con sus carnés correspondientes, pero luego iban circulando esos carnés hasta clientes ocasionales. “Amigos míos me decían ‘oye, hazme un pase que mi madre quiere ir’… y dejábamos pases 'a favor de...' para que otra gente fuera a comprar”, incide José Miguel.
En los aparcamientos del hipermercado hacían concursos de sevillanas o actuaciones musicales. “La fidelización con la ciudad y con los clientes era enorme”, remacha. Él, junto a sus hermanos, marcaba latas de melocotones en almíbar si sacaba malas notas, participaba de los inventarios, descargaba camiones con 14 o 15 años… “Estos (por sus hijos) siempre estaban desde abajo, a reponer, que supieran lo que era este trabajo”, apunta su padre, que llegó a ser Rey Mago en su ciudad natal junto a Antonio Barbadillo y Rafael de Paula, uno de sus recuerdos más cotizados.
Cuando se hace la avenida de Europa, justo donde hoy se encuentra Carrefour Norte, el segundo de los hipermercados de la multinacional francesa en la ciudad —que también adquirió Continente—, los hermanos pidieron al Ayuntamiento que pusiera una rotonda y señalizara la zona para que pudieran acceder los coches a las instalaciones. El entonces alcalde Pedro Pacheco, vecino de los Muñoz desde sus tiempos mozos en el barrio de La Albarizuela y San Pedro —al que todavía llama cariñosamente "Perico"—, dijo que aquello lo pagaban quienes hicieran el negocio. “Entonces, ellos pagaron toda la señalización de la avenida de Europa para que se pudieran hacer giros y acceder con seguridad al Eco”, sostiene José Miguel. En paralelo, hablaron con la empresa que llevaba en esa época los autobuses urbanos para que pusiera una parada en el hipermercado con vistas a que las señoras mayores de zonas tan populosas como La Granja pudieran llegar hasta allí con rapidez y comodidad. La empresa dijo que pondría la parada si los empresarios avalaban que, en el caso de que arrojase pérdidas, estos las compensasen. “Nunca hubo pérdidas, siempre fue una parada más que rentable hasta el punto que el responsable de la empresa de autobuses acabó dándole las gracias a los hermanos Muñoz por la idea”.
El final de la aventura
Pero como toda historia tiene un final, el de EcoJerez llegó con la reconversión del sector de la distribución en España a finales de los 90. Esta historia tiene su final hace ahora 25 años. La historia del EcoJerez expiró un mes de enero de 1997, justo cuando a finales del año anterior se firma la venta del supermercado de los hermanos Muñoz a Pryca, acrónimo de Precio y Calidad, un grupo de supermercados formado por la multinacional francesa Carrefour y la sociedad de almacenes Simago, propiedad del Grupo March.
El 2 de enero de hace un cuarto de siglo hay un escueto comunicado en Europa Press que reza: “Pryca ha comprado por unos 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros), el hipermercado EcoJerez, situado en Jerez, que cuenta con 9.000 metros cuadrados de sala de venta y que hasta ahora era explotado por la sociedad Hermanos Muñoz. Pryca garantiza la continuidad de los contratos de trabajo de la plantilla de EcoJerez, a la vez que anuncia su remodelación. Este centro, el cuarto en la provincia de Cádiz, se inscribe en la política de expansión de Pryca en Andalucía, donde ya tenía 10 hipermercados de los 54 repartidos por toda España”.
Pudo haber sido otra historia, otros recuerdos, otra memoria sentimental, si no hubiese sido por la forma de escribir historias de sus protagonistas: los hermanos Muñoz Torrado. Por el trato que dieron a proveedores, transportistas, clientes y empleados en las décadas de andadura comercial que llevaron a sus espaldas. Y también por lo mucho y bueno que ofrecían en unas instalaciones que lo mismo tenían una sección con todos y cada uno de los vinos de Jerez que incluían en su galería comercial —también un modelo pionero en la época— el primer video-club que tuvo la ciudad.
Los hijos de un almacenero de la calle Arcos, Manuel Muñoz Ramírez, fueron unos visionarios en Andalucía, y en otros puntos de España, al adelantar lo que iba a ser la distribución comercial que conocemos hoy. Enormes salas donde se vendía casi todo, con una variedad de productos y marcas única en su especie. Cuatro años antes de que Juan Roig alumbrara Mercadona, ya había echado a andar EcoJerez en su primer emplazamiento. Solo una década antes se había fundado en Cataluña el primer supermercado de España, Caprabo. Al igual que EcoJerez, el modelo se importó gracias al contacto con la experiencia de autoservicio de Estados Unidos, pionera en una forma de comprar que revolucionó el comercio.
Hubo tiras y afloja ante la opción de vender el hipermercado. De hecho, antes de Pryca recibieron una oferta de Eroski, que ponía el doble de dinero sobre la mesa, pero bajo la condición de no “cargar” con el personal que tenía EcoJerez en aquel momento. Los Muñoz Torrado la rechazaron. “Dijimos que no”, espeta Ricardo. Y añade: “Era gente que llevaba con nosotros desde los 14 años… A los cuatro o cinco meses lo compró Pryca asumiendo a toda la plantilla. Yo le dije a mis hermanos que cuatro o cinco irían a la calle a los pocos meses y así fue; aquí éramos una familia y pasábamos la vista gorda con algunas cosas, no éramos unos empresarios como puedan ser algunos hoy”.
Como jefe también debió ser uno de los grandes, puesto que todavía sus empleados, en el perfil del EcoJerez de Facebook, así lo atestiguan: "Yo soy Pepi Campo Guerrero, la limpiadora, y hemos tenido una plantilla que más quisieran muchos establecimientos"; "Mi padre era el encargado de decoración y publicidad, Francisco Romero Suárez, y allí vivió sus mejores años trabajando, allí todos eran como una familia, le solía escuchar decir"; Salva escribe: "Saludos a todos los que fueron mis compañeros de EcoJerez y a la familia Muñoz; recuerdo perfectamente el día del Premio Jerezanísimo, semanas después se celebró en el restaurante El Bosque una cena con todo el personal de EcoJerez y la familia Muñoz. Un abrazo a todos"; "Soy Inma de Perfumería, como me conocen. A mí particularmente me trae muy buenos y muchísimos recuerdos. Éramos y somos una gran familia, porque hasta hemos echo un grupo de WhatsApp hace ya muchos años. Se echa muchísimo de menos a compañeros que se han ido al cielo"; Antonio Huerta subraya: "Jamás olvidaré el trato humano que recibí cuando me trasladaron a EcoJerez por parte de los hermanos Muñoz y sus encargados y personal del hipermercado, el trato familiar y cercano".
Cuando Ricardo lee todos estos comentarios no puede evitar emocionarse. "Yo aprendía hasta de los transportistas, me aconsejaban cómo colocar mejor la mercancía. Son muchísimos recuerdos, éramos una familia". 25 años después de cerrarse la venta, no se arrepiente. “Fue una buena oportunidad, a la gente la dejábamos trabajando y, aunque lo pensamos mucho, era el momento de soltarlo". Fueron muchos años de ingente trabajo y esto era el punto y final. Recuerda José Miguel las jornadas maratonianas de su padre, y reconoce que "no disfruté de mi padre de pequeño, ellos no sabían desconectar". En cambio, echando la vista atrás, "estoy orgullosísimo de todo lo que nos ha dado, ha sido un padre espectacular y, además, un ejemplo para nosotros, pues renunció a su gran pasión, el arte, para darlo todo por su familia y reinventarse con algo que también le apasionó".
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