Barras con discos en sus extremos rebotan en el suelo en un pequeño espacio cubierto del campo municipal de hockey Pablo Negre de San Fernando. Las pesas retumban mientras los rostros de un grupo de personas de distintas edades revelan esfuerzo y constancia. Gotas de sudor caen por las frentes de algunos de los miembros del Club de Halterofilia isleño, que cuenta, en total, con unas 95 licencias de chicos y chicas. Repartidos en 14 tarimas, los amantes de uno de los deportes más antiguos del mundo levantan sin cesar pesas adaptadas a sus capacidades, ellas con una barra de 15 kilos, y ellos con una de 20. En la sala hay campeones de España y de Andalucía que se concentran para superar su marca personal.
“Aquí el nivel es alto”, asegura Lorenzo Duro Guerrero, “con apellidos de gladiadores” secretario y entrenador del club. El isleño presenta con orgullo a los atletas, ganadores en numerosos campeonatos gracias a la incansable perseverancia que llevan grabada en la mente. Se respira talento emergente que aún tiene mucho que ofrecer en nombre de una ciudad con una larga trayectoria en el mundo de las pesas.
Fue en San Fernando donde se empezó a practicar, por primera vez en la provincia gaditana, este deporte desconocido. En 1964 un grupo de chavales que deseaba ejercitarse alquiló un local en la calle Pizarro. “Lo montaron con pequeños aparatos gimnásticos y alguna que otra pesilla de mancuerna. Al principio no tenían intención. Hacían algo de físico culturismo, que en aquella época ya existía”, explica Lorenzo remontándose a los orígenes.
A finales de ese año el campeón de España en esta disciplina, Pepe Gordillo, se desplazó a La Isla para hacer el servicio militar. El sevillano instalado en Capitanía de la calle Real necesitaba entrenar y buscó un espacio para ello. Le indicaron el local de aquellos jóvenes, entró por la puerta y conoció al que fue el fundador del primer club de halterofilia de la provincia en 1965, Luis Gurría. “Puso a su hermano, que era herrero, a fabricar con planchas de hierro los discos y las barras y así empezaron”, comenta Lorenzo. “Esas las sufrí yo”, dice el atleta que empezó su andadura con 9 años.
Pepe Gordillo enseñó la técnica a Luis Gurría hasta consolidarse como entrenador, dedicándole horas de trabajo que dieron sus frutos en 1969. “En cuatro años el club quedó tercero en la liga nacional de clubes, fue un hito”, recuerda.
Desde ese momento, el club experimentó un crecimiento “extraordinario” llegando a entrenar a 14 campeones de España e internacionales. Una etapa de gloria que duró hasta 1984, año en el que, por falta de apoyos, la halterofilia isleña cayó en picado. La actividad se mudó al pabellón Fernando Portillo de Cádiz capital, donde se fundó el club Heracles. San Fernando se quedó sin este deporte que seis años más tarde desapareció de la provincia tras el cierre de las instalaciones gaditanas. “Se perdió radicalmente, nos hemos llevado 30 años sin halterofilia en la provincia”, comenta el entrenador mientras el grupo sujeta las barras.
“Nos hemos llevado 30 años sin halterofilia en la provincia”
La historia de esta actividad dio un giro inesperado en 2012 cuando Adolfo Victorián, un levantador veterano, quiso revivirla. El maestro del colegio Reina de La Paz —actual presidente del club que ha sido vicepresidente de la Federación Andaluza de Halterofilia— recuperó el deporte perdido, devolviéndole un esplendor que poco a poco fue tomando fuerza. Según cuenta Lorenzo, “empezó con su hijo y otro más en una parte del pabellón del colegio”.
Aquel “chiquillo”, que por entonces tenía 12 años, ahora tiene 22 y compite en el Campeonato de España Absoluto. Él es Jorge Victorián, isleño que ha cosechado distintos logros gracias las enseñanzas de su padre y se ha alzado como campeón de España junior. “Empezó conmigo, quería enseñarme el deporte, fuimos creciendo poquito a poco”, dice el joven desde la puerta de la sala.
Al año de retomar los ejercicios, Adolfo fundó de nuevo el club, rememoración del primero, junto a Lorenzo, dando una segunda oportunidad a la disciplina. “Lo que fue un juego de un padre para enseñar deporte a sus hijos acabamos tomándolo como algo más serio”, sostiene el secretario actual.
Cuando la idea estuvo desarrollada, Jorge llamó a su primo, Daniel Elbaz, de Conil, y se adentró en el mundillo. “Y aquí estamos, ahora nos codeamos con pesos mayores al nuestro corporal”, expresan. Nunca han dejado de practicarlo porque “entre amigos y familia está todo hecho”. Además, Jorge entrena a Daniel, que, con 16 años, logró ser campeón de España absoluto. “Va en categoría junior y ya está compitiendo con los grandes, ha hecho él más puntos que yo que soy su entrenador”, dice alegrándose por su primo.
Actualmente, el récord personal de Jorge es 100 kilos en arrancada —cuando la barra pasa del suelo a la cabeza en un solo movimiento— y 120 en dos tiempos— el levantamiento se realiza en dos movimientos. Daniel carga 105 en la primera modalidad y 128 en la segunda.
La halterofilia tomó impulso y despegó llegando a expandirse por toda la provincia. Del foco isleño nacieron, lo que él llama, “nuestros hijos”, los clubs de El Puerto, Sanlúcar y dos en Algeciras. “Ya van 5 cuando antes no había nada”, señala el entrenador que hace 9 años se animó a engancharse de nuevo a lo que comenzó en su niñez “porque no me gustaba ni hockey ni fútbol, ni boxeo ni la colombofilia”.
El boom del crossfit tuvo un efecto rebote. Los ejercicios con pesas habituales en el deporte de moda despertaron la curiosidad por la halterofilia. “Ha sido muy bueno porque nos ha dado visibilidad”, asegura.
“El crossfit nos ha dado visibilidad”
Al fin y al cabo, esta es “la base de todos los deportes”, según Lorenzo, es la “esencia”. Para él, la aplicación de la fuerza está presente en cualquier ejercicio físico, incluso en la postura para aguantar tantas horas una partida de ajedrez. El levantamiento de pesas es individual, aunque los compañeros del club hacen piña y se apoyan, y longevo ya que la fase final se alcanza a los 35 años. Sus ingredientes principales son la adquisición de técnica y la acumulación de carga. No hay trucos, “aquí tu máximo oponente eres tú mismo y tu afán de superación”.
Jorge destaca esa capacidad de sacrificio que culmina en la satisfacción personal y supone un chute de autoestima para los atletas. “Estás entrenado y sufres, estás levantando pesas y quiera que no, eso cansa, salgo de aquí reventado pero contento”, confiesa el levantador, al que le motiva superarse día a día y decir “la semana pasada con 30 kilos estaba muerto y hoy he hecho una con 35”.
En el club todos tienen claro que el éxito no es cuestión de fuerza sino de técnica. La clave es aprender los movimientos, asimilar carga y seguir unas pautas: descanso, alimentación sana, regularidad y “técnica, técnica y técnica”, repite Lorenzo. La edad ideal para empezar a adquirirla está entre los 8 y 10 años. La isleña Mónica Esparragosa comenzó con 7 y a los 11 ya ha conseguido la medalla de oro en su categoría en el Campeonato de España de Técnica. Hasta Lidia Valentín, en una masterclass, se fijó en esta joven promesa que levanta 28 kilos en arrancada y 30 en dos tiempos.
“No es lo que carga sino cómo lo carga”
Su pasión también nace en el ámbito familiar. Fue su tío Gastón el que le descubrió este deporte. “Él empezó a hablarme de la halterofilia y a enseñarme un poco de técnica”, afirma la pequeña que pidió a su padre que la apuntara al club. “Vengo todas las tardes, he hecho amigos y me gusta mucho practicarlo”, dice en un descanso. “No es lo que carga sino cómo lo carga. Ella juega con los kilos”, comenta su entrenador mientras vuelve a su tarima.
Mónica no es la única de la familia que se interesó por la disciplina. Su hermana Carmen, de 13 años, se apuntó con ella y también ha brillado en su categoría. La campeona de Andalucía se prepara para competir en el campeonato de España sub 15. “Me ayuda a estar en forma. Por ejemplo, cuando en educación física todo el mundo se cansa antes, yo puedo aguantar más”, expresa.
Las hermanas Esparragosa entrenan junto a su padre, que quiso probar un tiempo después, y a su hermano Pablo, el último de la familia en incorporarse, proclamado campeón de España sub-15. Como dice Jorge, este es un deporte de generaciones. En los campeonatos observa que coinciden los hermanos, los padres o los primos.
Por motivos fisiológicos, los chicos levantan más peso y las chicas tienen una mayor resistencia. “Hay un prejuicio de que las chicas en este deporte no aguantan más que los chicos, pues es todo lo contrario”, sostiene Lorenzo recorriendo la sala donde los deportistas siguen elevando las barras al cielo.
El club isleño se encuentra inmerso en futuros proyectos. Además de acoger campeonatos andaluces y nacionales, como ya hizo el año pasado, se plantea habilitar el centro de tecnificación de Andalucía donde se ofrecerían jornadas de técnica. Una meta inalcanzable hasta que no dispongan de un espacio propio. Según explica el veterano, “tenemos el objetivo de llegar a tener unas instalaciones dignas para poder hacer este centro de referencia”. Este deporte pisa fuerte en busca de su reconocimiento en la localidad donde tuvo un pasado glorioso. Lo hará, gracias al cariño incondicional de las personas que continúan brindando la posibilidad de conocerlo. Una herencia que no se pierde.