Fernando Álvarez González nació payaso y la vida le convirtió en el clown Pancracio. Ha recorrido medio mundo tras abandonar muy joven su Jerez natal para cumplir el sueño de abrazarse a la risa en el Circo de los Muchachos, la primera escuela circense en España que fue fundada en la década de los 60 por el padre Jesús Silva Méndez. Y ahora, medio siglo después, sigue haciendo reír desde París.
"Los niños en mi época necesitaban aprender a reír. Había mucha miseria, pero lo más duro era que los niños no sonreían. Esto fue algo que me influenció mucho y pensé que, a pesar de todos los problemas, la risa se podría prolongar al mundo entero a través de mí y de otros como yo que buscásemos hacer reír a los demás. La vida sin risa no es vida", cuenta el payaso Pancracio sobre esos orígenes que le hicieron vincularse al mundo del circo.
El Circo de los Muchachos estaba formado por niños de familias que emigraban a Alemania, Francia y Sudamérica. El padre Silva, que venía de la familia Feijóo, creadora del circo americano, fue recogiendo a esos niños y fundó una escuela de circo en una finca llamada Benposta y que empezó a conocerse como La ciudad de los muchachos. En una turné que realizaron por España, el circo llegó a Jerez.
"Yo no tenía –cuenta Fernando– las 25 pesetas que costaba la entrada y me colé. Estaban el padre Silva, el obispo de Jerez y todos los curas. Cuando vi al padre Silva le pregunté cuánto valía ser payaso. El obispo me dijo que de donde era y por qué quería ser payaso si estaba bien en Jerez. Yo le dije que me echaban de todos los colegios de curas y el padre Silva me preguntó si mis padres estaban de acuerdo. Mi madre lo aceptó y nunca la defraudé".
Su familia era humilde y pobre, aunque con el tiempo descubrió un secreto familiar. "Venimos de la familia Romero Valdespino, a la que pertenecían todas esas bodegas en Jerez del marqués y la marquesa del Real Tesoro. Al parecer, el Estado lo cogió todo y arruinó a mi familia. Nos echaron de la calle Limones. Mi familia era muy pobre. Todavía lo recuerdo. Lloré por dentro, pero nunca por fuera porque no quería que viesen que faltaba mi sonrisa", relata Pancracio.
De Jerez no se olvida. "Es, como Nueva York, un criadero de arte. A pesar de que hay poco trabajo, hay algo excepcional que atrae la cultura y el arte. Jerez es la cumbre del flamenco, pero también de muchas cosas interesantes que tenemos y no se habla tanto, por ejemplo de los bailes y danzas de carnaval", apunta.
¿Cuánto cuesta ser payaso?
Con el Circo de los Muchachos viajó por medio mundo. "Yo empecé de la nada. Pero como decía Aristóteles, la esperanza está en el sueño de los despiertos y yo, despierto y nervioso, hice de todo. Era una época en la que los españoles se reían por cualquier tontería, pero encontré profesores con más talento y profesionalidad que contar chistes tontos. Éramos niños, pero luego llegó la adolescencia y cada uno quería salir por su cuenta a ganar dinero. Crear y mantener una familia era imposible".
Y fueron pasando los años y el circo empezó a decaer. La escuela del circo no daba para mucho y los niños, ya adolescentes, se fueron marchando. Actualmente hay varios proyectos para recuperar la Ciudad de los Muchachos, pero "si no hay ayuda teatral, cultural o musical no se hará nunca nada. Si llega esta ayuda tal vez se pueda hacer algo, pero no será lo mismo que el Circo de los Muchachos, que viajó por todo el mundo. Este plato ya no se puede recalentar".
"El payaso tiene que ser un actor de la vida diaria sin esperar nada de nadie y sin mirar si hace o no reír"
El 25 de noviembre, Fernando regresará a sus orígenes artísticos para visitar el museo Circo de los Muchachos que se encuentra en Ourense y que homenajea a aquella pionera escuela de circo en España. Regalará sus sombreros y el libro Padre, ¿cuánto cuesta ser payaso?, que escribió hace unos años su hermano Luis. Será como cerrar un círculo tras décadas haciendo reír al mundo. "Hace poco un payaso que estuvo en Alemania me dijo que lo era gracias a mí porque la primera vez que me vio le dijo a su padre que quería dedicarse a esto. Es un gran payaso", cuenta el artista jerezano.
Los tiempos han cambiado mucho. "Las generaciones son distintas. El payaso de ahora también ha cambiado. Siempre he pensado que el payaso es un actor teatral a través de la historia. Entró en el circo para ayudar al circo. Hoy en día, el payaso es un antiguo acróbata que no pudo seguir su carrera de acrobacia. Y al final, el payaso muere de forma directa o indirecta. Pero no hay que olvidarse que el payaso de Molière o el arlequín de Goldoni no murieron nunca. Esos grandes actores o saltimbanquis, como en la película Los clowns de Fellini, siguen vivos. Ahora quedan personajes que dan toda su vida por la risa. Yo sigo haciendo galas y lo que me piden".
Pancracio ha compartido escenario con los mejores payasos del mundo y también tuvo sus vivencias con los televisivos Gaby, Fofó y Miliki. "Para mí el verdadero payaso es una profundidad de amor y poesía. Tiene que ser un actor de la vida diaria sin esperar nada de nadie y sin mirar si hace o no reír. Tiene que trabajar noches y día en la evolución de la sociedad para adaptarse a la misma. Es un trabajo muy complicado. Hoy en el mundo entero es muy difícil hacer reír".
En París lleva viviendo desde hace décadas. En la ciudad del amor se casó con María, una mujer que proviene de una gran familia noble rusa que huyó de su país por consejo del propio Lenin, que no quería cortarle el cuello a esta familia amiga. Anton, por el dramaturgo Chejov, y Vladimir, por el santo de Kiev, fueron los nombres elegidos para sus hijos.
Y en la capital parisina sigue formando parte de la resistencia, de aquellos que van en contra de las normas de una sociedad que se olvidó de sus payasos. "Ahora estoy estudiando mucho sobre la risa, sobre Benson, Rimbaud y muchos otros que han hablado sobre el poder psicológico de la risa, sobre cómo ayudar a esconder esa tragedia humana que todos tenemos dentro. No se ve a mucha gente riéndose por fuera. La tragedia interior y exterior a través de la risa son cosas muy importantes en filosofía. Para hacer reír a los demás, en un mundo con tantos problemas, tienes que dar lo que recibes con mucho amor". Palabra de payaso universal, "la profesión más poética en la que duras más años sin estar loco, ya que estás loco en otro planeta". Es Pancracio, es la resistencia de un arte que se niega a morir.
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