Cuando Luis llegó este sábado a las calesitas de Triana para poner en marcha este tiovivo como cualquier otro día se encontró con una atracción completamente vandalizada. Por primera vez en sus 90 años de historia dudó de si podría volver a girar. Sin embargo, aquellos que este lunes hayan paseado por el barrio de El Tardón, en Triana, junto al Mercado de San Gonzalo, habrá podido ver que Luis no ha faltado a su cita.
Hace unos días, unos vándalos atacaron el lugar. "Se han llevado los fusibles del cuadro eléctrico. Están descatalogados y no hay manera de arreglarlos", explica este vecino de Triana a lavozdelsur.es. Los trianeros que pasan por la zona reconocen que ha sido el tema de conversación en el barrio. Tal es así, que la situación no tardó en llegar a oídos de José Luis Sanz. El alcalde de la capital hispalense estuvo en las calesitas el mismo domingo para interesarse por la situación. "Me preguntó cuál era el problema más grande que tenía", señala Luis.
Sin electricidad no podía seguir funcionando una atracción que ha visto a tres generaciones de vecinos del barrio montarse en cada uno de los caballos o coches que se ven. En sus inicios, allá por la República, en 1936, su coste era de una peseta. Una cantidad que ya queda muy lejos. "Yo me he montado de pequeña aquí y ahora están mis nietos", comenta Soledad mientras recuerda las diferencias con el tiovivo de su infancia. "El carro de caballos es el mismo", apostilla mientras espera a su nieto, que a pesar de vivir en Salteras cada vez que pasa insiste con un "abuela, los cacharritos".
Si los nietos de Soledad han podido montarse este lunes, primer día sin colegio, es porque el propio Ayuntamiento a través de sus técnicos han hecho un arreglo exprés. "Estuvieron ayer y han hecho un apaño para poder trabajar estos días, hasta que yo busque un electricista", comenta Luis León. No obstante, duda mucho de que pueda encontrar piezas como las originales. "No creo porque tienen más de 60 años".
No es la primera vez que Luis sufre un ataque en su lugar de trabajo. En dos ocasiones le han prendido fuego al toldo que cubre las calesitas cuando se apagan. Esta vez han ido más allá. El propietario recrea con gestos lo sucedido. "Esto lo tengo yo atornillado, no sé si se lo querían llevar o destrozar", dice sobre un coche de caballos con más de 100 años que ha tenido cuyo eje ha quedado destrozado. La única solución ha sido ponerle bridas. También han robado los faroles. "Ha sido una alegría poder seguir en estas fechas", dice Luis con cierto alivio.
Mientras cuenta lo ocurrido se acerca otra vecina del barrio. Se acaba de enterar de la situación. "Mi primo es el que arregla los coches de caballo. Te lo deja nuevo si quieres", ofrece. Amparo ha ido a llevar a su nieto, pero también tiene recuerdos en primera persona. "En este cochecito me he montado yo más chica que mi nieto. Esto para el barrio y para los niños es todo", añade. "Cumplo 67 años, pero mi padre me traía de chica. Yo he traído a mi hija y ahora a mi nieto. Y creo que mi madre llegó a traer a unos sobrinos hace 80 años", narra.
Amparo no tarda en mostrar su rechazo a lo sucedido. "Estoy horrorizada, no son vándalos, son lo siguiente porque esto es un símbolo para Triana. Son los primeros juguetes que hubo para los niños". Aquí acude cada sábado, algo que permite a la zona mantener "su esencia de barrio". "Somos vecinos de toda la vida y nos conocemos. Es el emblema de Triana y no hay un niño que pase por aquí y no diga que quiere los cacharritos. Tampoco un padre o un abuelo que no se haya montado", afirma.
En el siguiente turno llega Marta, que ha acudido con su sobrino. Ella ya conocía la noticia, aunque su historia es muy similar a las anteriores. "Es noticia en todo Triana. Yo me montaba de pequeña y he venido con mis padres toda la vida", asegura. "Entiendo que faltará seguridad porque esto lleva toda la vida y no le ha pasado nada nunca. Esto es un símbolo del barrio", coincide con las demás. Su sobrino no vive en la zona, pero también identifica el lugar. "Tengo que cruzar para que no lo vea porque si no hay que montarlo".
A pesar de que las calesitas de Triana han vuelto a girar, la intención de Luis es traspasar el tiovivo. De hecho, reconoce a lavozdelsur.es que se encuentra en venta. Pese a ello, si no le llega una oferta satisfactoria deja claro que no tiene problemas en "morir con las botas puestas". "No lo puedo abandonar después de tantos años. Eso sería lo último", asegura. En caso de venderlo y que desapareciera del paisaje de El Tardón "lo sentiría mucho", pero de momento no llegan las ofertas. "Me llama gente de fuera, de Madrid, Portugal, Murcia... pero cuando les digo el precio me contestan con un ya veremos".
Tres generaciones en una familia de antiguos feriantes
Luis acumula más de 50 años en el lugar. Es la tercera generación de un trabajo que comenzó con su abuelo en el 1936. Poco después se haría cargo su padre. "En el año 59 mi padre cayó enfermo con una neumonía, lo tuvieron que operar y le dijo el médico que se buscara otro modelo de vida porque no podía seguir en la Feria". Sin embargo, el padre de Luis no tenía otro modelo. Aquello fue en invierno, por lo que el tiovivo ya se encontraba situado en Triana. Y allí se quedó. Desde entonces su funcionamiento ha sido ininterrumpido, a excepción del covid. Una foto lo demuestra. Del pequeño puesto de mando, Luis saca una imagen y explica cada uno de sus elementos. En el centro se observa el tiovivo. A su lado, un mercado de San Gonzalo muy distinto y un corral de pollos con los animales sueltos por allí. "No se ve ni un coche".