Junto al embalse de Bornos, un grupo de arqueólogos y arqueólogas se afanan con los picos y los pinceles bajo el sol intenso del mediodía. Diarios de campo, mapas, dibujos y anotaciones jalonan las mesas auxiliares que tienen dispuestas a su alrededor. Unos ojos poco habituados a la arqueología, al rastreo del pasado y de la historia, apenas vislumbran el asentamiento que una vez se emplazó en este entorno de vistas incomparables, pero una vez puestas las 'gafas' de arqueóloga, gracias a las explicaciones del equipo, comienza a tomar forma la villa romana que este paraje albergó en otro tiempo.
Así lo explica Macarena Lara Medina, la directora del proyecto: "Los arqueólogos e historiadores nos tenemos que desprender de lo que hay ahora para intentar contextualizar. El río Guadalete pasa por aquí en medio, un entorno fluvial, alrededor de los cuales se disponen los asentamientos. Las ciudades solían estar en las zonas altas, y alrededor de ellas se disponían las villas, las zonas productivas, los hornos, los asentamientos menores".
Este yacimiento de época tardorromana que durante dos semanas su equipo está excavando en Bornos es una villa de dimensiones considerables, tres hectáreas y media. "En época romana había muchos tipos de asentamientos menores, de producción agrícola… pero esta es enorme. Seguramente toda esta zona no era para autoconsumo, sino para producir", apunta Macarena.
Mientras pronuncia estas palabras, su mano abarca la zona más lejana, la destinada a la zona productiva, donde uno de los tres equipos en los que se divide esta excavación trabaja sin descanso. El hallazgo de este equipo incluye también la que posiblemente fuese la zona residencial, que sería el centro de la villa, con un patio porticado (llamado peristilo) y una zona ajardinada, alrededor de la cual se disponían las estancias. "Se ve claro porque están las columnas", señala Macarena Lara.
Un deambulatorio (pasillo) se aprecia donde se ubican las columnas, y también habría, según explica el equipo, un muro semicircular, que pertenecería a una exedra, una estancia con asientos, que sería la principal, donde comían y hacían vida. Probablemente, habría un triclinio (un comedor). "Ahí se daría la típica imagen que tenemos de los romanos inclinados comiendo", apunta la arqueóloga y profesora.
Además de esas dos zonas, la residencial o central y la productiva, han hallado también un edificio construido posteriormente, del que aún no están seguros. Aún es pronto para datar a ciencia cierta lo excavado. "Se da un fenómeno en época romana, cuando se empieza el Imperio a cristianizar, a partir del siglo IV, en que ya hay libertad religiosa. Muchos centros productivos importantes, como las villas, se convierten entonces en templos, en centros religiosos", explica la arqueóloga. Aún no saben con seguridad si este edificio es de esos, pero es tardío, algo que se aprecia en la orientación de la construcción, diferente a la del resto de muros.
La reconstrucción minuciosa de una parte de la historia romana de Cádiz
Acompañar a este equipo de profesores, alumnos y expertos en sus primeras jornadas de excavaciones es ser testigo de la emoción de los primeros pasos, de cuando está todo por descubrir. En tan solo cuatro días han hecho ya varios hallazgos, además de los muros y la estructura de las dependencias. Sin contar con todo el trabajo previo de desbrozado y limpieza. Por ejemplo, han encontrado un fragmento de terra sigillata, de una vajilla de lujo, y un aplique. Todo parece indicar que se trata de una villa noble, por estos descubrimientos y por sus dimensiones. La cercanía del yacimiento con la ciudad romana de Carissa Aurelia, en el término municipal de Espera, también es esclarecedora en ese sentido.
Otro de los hallazgos más interesantes para el equipo es una moneda de la ciudad romana de Carteia, en el municipio de San Roque. Eso les da pistas de los vínculos monetarios, económicos y productivos que habría en la época entre los distintos asentamientos de la zona.
Eso es lo que este equipo quiere estudiar a través del proyecto 'Mare in rure': cómo se articulaba el territorio en época romana, y, más específicamente, el territorio que ahora ocupan cuatro municipios gaditanos: Arcos, Bornos, Puerto Serrano y Villamartín. Al iniciar el proyecto, pretendían llevar a cabo un análisis comparativo entre poblamientos romanos de la Bahia de Cádiz y el interior. Al comenzar a buscar información, investigaciones previas, se dieron cuenta de que el material era escaso.
En la fase de prospecciones ("peinar el campo, la superficie", como explica Macarena), hallaron los puntos de interés en los que centrarse. Solo entre estos cuatro municipios, dieron con 57 yacimientos, de los cuales unos doce son totalmente inéditos, "con un potencial alucinante", según aclara esta arqueóloga. Y añade: "Miramos a la Bahía de Cádiz pero también al valle del Guadalquivir, por la producción de aceite y demás. Probablemente esto era un punto de intersección, de vías de interior que cruzan la provincia, y luego Sevilla, Córdoba...".
La cercanía del río Guadalete tampoco es casual: para los romanos, eran más seguras, económicas y sencillas las conexiones fluviales y marítimas que las terrestres. "Eso es lo que queremos explorar para intentar conocer la articulación de todo el territorio, porque hay vías de comunicación, acueductos... Una gran infraestructura. En época romana, cuando llegaban, lo que hacían era urbanizar todo, entonces hay mucha construcción. A partir de la investigación y de las nuevas líneas que van surgiendo, intentaremos vincularlo con alguna ciudad, no te voy a decir Carissa con seguridad, pero al final está ahí, así que seguramente la villa perteneciera a esa ciudad", señala.
Han delimitado tres sondeos o zonas donde excavar, pero esta villa daría para mucho más. Harían falta muchos años y un gran equipo para poder excavar un yacimiento tan grande como este, apunta la arqueóloga. "Me voy a morir y no lo voy a excavar todo", comenta risueña. Como en muchos otros sectores que se enfocan en la investigación, el problema es la financiación. En este caso, el Ayuntamiento de Bornos ha financiado parte de la excavación, algo que no siempre sucede.
En este paraje junto al embalse de Bornos también están las huellas, en el aire, de todo lo que no hallarán, pero que estaba ahí: según cuenta el equipo, los habitantes de Bornos les han trasladado que el yacimiento ya se conocía, y que, incluso, en décadas pasadas, los niños del lugar acudían a sacar las vasijas de un enterramiento que había allí, anexo a donde ahora excavan, para ver quién acertaba en ellas con una piedra. "Todo eso ya es historia oral. Posiblemente, sería el enterramiento asociado a la villa", añade Macarena Lara.
Eso (también por el efecto del embalse, que antes cubría el área) ha desaparecido.
Para reconstruir la historia de este rincón en la provincia de Cádiz, el trabajo posterior es minucioso. "Todo el material que se encuentra se pone en una bolsa con los datos: sigla, numeración, yacimiento, año, sondeo y unidad estratigráfica, porque, con eso, luego montamos toda la secuencia histórica que nos sirve para interpretar. Vamos excavando de lo más reciente a lo más antiguo, pero luego tenemos que contarlo al revés", explica la experta.
Luego, vendrá la fase de laboratorio, la parte "no visible", en sus palabras, de la arqueología. "Así es como montamos y construimos la historia", añade.