El precio de la gasolina alcanzó de media en España los 1,586 euros el pasado 23 de febrero. Un día más tarde, Vladímir Putin lanzaba una ofensiva contra Ucrania, una guerra en el corazón de Europa. Rusia es fundamental para abastecer de gas a todo el continente. Todo apunta a que el cierre definitivo del ‘grifo’ es cuestión de horas o días.
El efecto dominó es evidente: Europa, cuando aún no ha finalizado el invierno, debe buscar alternativas para calentarse. Y eso se nota en el recibo eléctrico o en los carburantes. Este jueves, la gasolina de 98 octanos superó la barrera psicológica de los dos euros. El pasado lustro ha rondado entre 1,2 euros y 1,4, con diversos picos que se explican por situaciones puntuales y la pandemia. ¿Cómo afectará esto a la mayoría?
En una gasolinera low cost de Jerez, Silvia explica que “me quedaba un cuarto del tanque y he repostado. Hoy está a más de 1,8 euros. Si la semana que viene está a dos euros, ¿qué puedo hacer? ¿Cuánto más lo vamos a notar?”. Cuenta que vive con sus padres y que “yo sí pago el recibo de la luz. Se nota mucho. Mi suegra tiene una pensión muy pequeña y está desde las cuatro de la tarde con la estufa. Para ella sí que es difícil”.
La crisis energética va por barrios. En otra de las gasolineras más baratas de Jerez, un hombre que supera los 70 años mira con cierta confusión. “No hay gasoil, ¿no?”. No hay colas, porque en apenas 10 minutos desfilan una veintena de coches y algunos se marchan en menos de un minuto. Como en casi todas las low cost, no hay empleados que ayuden: es el cliente contra la máquina. Paran, la máquina les dice que no hay diesel, y se marchan.
Un kilómetro más arriba, el empleado de otra gasolinera, de una conocida marca, cuenta que mucha gente va a llenar el depósito y no han vivido desabastecimientos. Eso sí, a menudo estos desabastecimientos no se explican por la idea de que vaya a faltar combustible, sino por la idea de que llenar el depósito días adelante será más caro. Y manda un mensaje: "Esto lo puede solucionar el Gobierno si baja los impuestos".
No es algo menor en otros aspectos más allá de las gasolineras. La semana comenzaba con ese afán de hacer aprovisionamiento de aceites por una razón: Ucrania es uno de los grandes productores. Como siempre, en una economía globalizada, las consecuencias en el día a día pueden sorprender. El sector de los dulces indicaba que tiene reservas para 2 ó 4 semanas. Si se encarece el de girasol, aumentará la demanda del aceite de oliva. Y la propia sensación del consumidor de que un bien aumentará de precio genera también incrementos en las compras, que provocan mayor riesgo de desabastecimiento puntual y, por supuesto, del coste en el consumidor final.
El ejemplo claro es el del papel higiénico en marzo de 2020, que se acabó no porque no se produjese suficiente, sino porque todo el mundo quería tener reservas. En estas economías de escala, los portales de compras por internet ya mostraban esta semana que el producto de cocina más vendido es la freidora sin aceite, un robot de cocina que se parece más a un horno pequeño que a la freidora de toda la vida.
Guillermo Oliva, de OlivaPan, explica que sus proveedores ya le están racionando el aceite y las harinas. “Máximo, garrafas de cinco litros traen. Hemos estado con 25 al día. El aceite de girasol nos ha subido un 26%, y la harina, un 41%”. Mara es una de las empleadas en esta empresa de pan y dulces. “Usamos principalmente el aceite para los que vienen fritos, como las rosquillas y las torrijas. Para el resto, usamos el aceite de oliva”.
Junto a las cocinas, puede presumir de algunos sacos de harina y seguirán adelante, pero ya hay que empezar a tirar de la compra de ingredientes fuera del canal habitual, y acabar en el supermercado supone, así, un sobreprecio. Por el momento, cuentan, no van a tocar precios. Pero sería inevitable en algunos sectores.
Jesús Ramírez es el propietario de La Chata Café Bar, en el polígono industrial Bertola, un establecimiento que da servicio a trabajadores y clientes de los negocios de la zona. “El fin del mundo no sé, pero se está notando la subida de precios. Tanto a mí como empresario como al cliente. Hay menos afluencia. Si sumamos el precio de la luz...”.
El sector estaba mejorando tras ir dejando poco a poco atrás la pandemia. “Desde lo de la guerra, los precios están en casi el doble. Sube el pan, el aceite… El aceite que antes te costaba un euro, ahora te sale por tres”. Añade que “no tenemos mucho margen para subir precios. Prefiero quitármelo de otras cosas. Quizás otros compañeros que trabajen otro tipo de producto necesitan un mayor rendimiento y hayan subido precios. Aquí, por lo pronto, no”.
Al igual que ocurriese desde marzo de 2020 con el medio ambiente, una crisis como una guerra europea puede desencadenar que, paradójicamente, acabe resultando beneficiado el medio ambiente. Es básico en la teoría económica que existen bienes sustitutivos ante incrementos de precio. El del coche para ir a trabajar tiene otros: transporte público o bicicleta. En la tienda de Trek Jerez, de la empresa El Motorista, explican que llevan dos años de pico de ventas. “La gente se encerró hace dos años y buscó bicicletas para rebajar la barriga y hacer deporte”, cuenta Jorge, responsable de tienda.
Entonces comenzó un aprovisionamiento para responder al aumento de la demanda. “Más o menos, para 2022 no vamos a tener tanta sequía de productos como en 2020 y 2021”. No ha visto, eso sí, un pico desde el inicio de la guerra de Ucrania, pero sí cree que tendrá consecuencias para su sector. Indica que el uso del carril bici no está todo lo extendido que la salud de cada ciudadano y el medio ambiente necesitarían. “Los resultados llegarán más adelante. La gente se concienciará más para moverse en bici y arrancar menos el coche”.
La industria, la pesca o el transporte, en aprietos
Esta semana, Acerinox comunicaba que iniciaba el proceso para aplicar un ERTE en su fábrica del Campo de Gibraltar. Fernando Grimaldi es el responsable de Industria de CCOO en la comarca. El problema va más allá de la plantilla de la empresa. A la vez, se quedan en puerto los pesqueros que no ven color a salir a la mar.
“Como ya nos ha dicho la experiencia, cuando Acerinox para, tienen que parar las contratas dentro de la empresa principal. De momento no hay notificado ningún ERTE en ellas, pero es inminente. La industria son entre 5.000 o 7.000 puestos de trabajo, eso solo los afectos al convenio del metal, súmale el resto, como la química”.
Acerinox ha sido una de las primeras en España en decir basta, pero tanto a nivel de empresas como de sectores, la cosa apunta a que irá a más. El transporte realiza paros como patronal desde el lunes; unos 2.000 trabajadores de Valeo, en Jaén, del sector del motor, se verán también afectados por un expediente temporal de empleo.
“Hay muchísimos pedidos, pero parece inviable fundir cuando sale más caro el collar que el perro”, remacha Grimaldi. “Con la guerra se encarece todo, porque podría comenzar un desabastecimiento para la industria, el precio del níquel llegó a 80.000 dólares la tonelada”.