Fue casualidad, nadie lo esperaba e hizo que cambiaran todos los planes. Los gaditanos Pedro Fernández Quirós y Germán Servando Garbarino de la Rosa —propietarios de la tienda Herakles Reproducciones Arqueológicas— llevaban un tiempo barruntando sobre los misterios y enigmas de La Cueva del Pájaro Azul, pero ni por asomo se imaginaban qué se iban a encontrar cuando intervinieron en el inmueble.
“Nosotros queríamos recuperar todo exactamente igual que como se quedó tras su cierre. La idea era hacer una fotocopia de la cueva antigua en su esplendor”, explica Pedro Fernández a lavozdelsur.es a la entrada del espacio, que ha trascendido lo lúdico para convertirse en un atractivo museístico más de la ciudad.
Todo comenzó hace unos años, cuando el Ayuntamiento de Cádiz sacó a concurso la rehabilitación de la finca con objeto de recuperar la taberna del Pájaro Azul, una de las cunas del flamenco desde los años 60 hasta su cierre, en 1985. "Fue un proyecto ilusionante, tratábamos de recuperar un poco de aquellos tiempos perdidos que no van a volver. Sin embargo, las circunstancias cambiaron y tuvimos que dar un giro", reconoce el promotor.
De 180 grados. La tasca, en el subsuelo de la calle San Juan —pleno centro histórico de Cádiz—, guardaba una sorpresa milenaria. "Cuando empezamos a rehabilitar el local ya tuvimos varias pistas y nos dimos cuenta de que el espacio era más antiguo de lo que se pensaba. Un día, saltó la alarma y con la ayuda de unos arqueólogos descubrimos que algo que pensábamos que era del siglo XVII o XVIII era romano y fenicio", explica Fernández mientras camina por las dependencias de la cueva, dividida en varios espacios. Lejos de acabar con el proyecto de la taberna, los promotores dieron una vuelta de tuerca a la idea y obviaron la decoración de los años 60 y 70 poniendo en valor los restos arqueológicos. Sin embargo, la dimensión del hallazgo fue tal que tuvieron que centrarse en su carácter histórico.
“Sabíamos que era algo fenicio, pero poco más. Cuando hicimos la obra de accesibilidad para hacer la nueva escalera vino la segunda parte: le dimos sentido a todo”. El descubrimiento trascendió a los medios de comunicación el pasado verano de 2020: Pedro y Germán habían encontrado parte del antiguo puerto fenicio de Gadir. “Estas habitaciones estaban tapadas desde el siglo XVII. Hubo que limpiarlas y desmontarlas totalmente con un equipo de arqueólogos —TripMilenaria—", explica a lavozdelsur.es Fernández, que finalmente no tuvo alternativa que abrir el inmueble a visitas: "Todo el mundo quería verlo, adaptamos la idea y ahora hacemos guías".
3.000 años de historia en 45 minutos
Abierta al público el pasado 31 de julio, las reservas para visitar La Cueva del Pájaro Azul se han ido agotando pese a los diez pases diarios que han llegado a tener. A través de un paseo por la Cádiz subterránea de unos 45 o 50 minutos, los guías turísticos del enclave ponen en contexto a los visitantes y cuentan lo que sucedió en Cádiz desde época fenicia. “Nos centramos en la construcción del Puerto, qué es y por qué se hizo. Luego salpicamos la guía con historias del XVII, del XVIII y del XIX, contamos la leyenda del Pájaro Azul y finalizamos con el descubrimiento de la taberna en 1958”, explica Fernández.
Pero ¿qué es eso de la leyenda del Pájaro Azul? “Un bandolero de principios del siglo XIX que se dedicaba al contrabando de tabaco. Se hizo muy famoso porque usaba el subsuelo de la ciudad para esconderse”, comenta. La misma Cádiz subterránea que a través de pasadizos y galerías ha llenado de historias milenarias la ciudad.
No es fácil imaginarse el Cádiz de aquella época en la actualidad. La ubicación de La Cueva del Pájaro Azul coincidía con la del Puerto de Gadir al ser un lugar estratégico dentro de la ciudad. “Se ha certificado la teoría de que había un tercer canal a través de la calle Arquitecto Acero. Ese canal unía el Océano con el canal Bahía-Caleta. Cualquier barco que estuviese por aquí podría ir al Océano, a La Caleta o a la Bahía por el Ayuntamiento”, dice el promotor, ubicándola en el contexto del siglo III a.C., donde la ciudad fue clave por la Segunda Guerra Púnica.
Pese a su importancia arqueológica, la mayor parte de los gaditanos que se asoman a la cueva vienen para escuchar las historias que sus familiares les han contado de la taberna. “Es lo que más gusta, cómo fue el descubrimiento y cómo funcionó los primeros años”, explica.
El descubrimiento de la cueva, igual que el del Puerto Fenicio que ha tenido lugar este pasado año, también fue de “casualidad”. “Movieron un barril, vieron un hueco y dijeron: vamos a mirar. Como pasa en tantos sitios y más aquí en Cádiz”, dice Fernández. Con anécdotas recopiladas de la familia del empresario vinatero Manuel Fedriani Consejero, que transformó el lugar en un referente del flamenco, llegan hasta el declive y su posterior abandono.
En una de las dependencias de la cueva, un cuadro contiene numerosas fotografías de la taberna del Pájaro Azul. “La gente viene aquí a buscar a sus familiares”, señala el empresario. De hecho, la guía que ofrecen se ha enriquecido en tan solo unas semanas a partir de las anécdotas de los visitantes. “Hay gente que se emociona. Este era mi abuelo, este el tío de mi padre. No podemos imaginarnos cómo era aquello… 100 personas fumando, bebiendo, comiendo y cantando mientras una mujer cocina papas con choco en una esquina”, explica entre risas. El declive vino acompañado de unos tiempos difíciles tras la Transición y la llegada de los años 80. "Esto estaba mal y la calle peor. A los niños les tapaban la cara”, dice.
Cuarenta años después, poco o nada tiene que ver la ciudad de hoy. Pedro Fernández y Germán Garbarino no han abandonado la idea de devolver al Pájaro Azul un poco de lo que fue. Con las restricciones por el covid mediante, los empresarios ya preparan un ciclo de espectáculos, en los que van a incidir en la didáctica del flamenco y en un una guía turística cantada, para unir “dos universos complementarios pero distintos”. Es la Cádiz "hueca" que cabe debajo de sus pies: la ciudad más antigua de Occidente.
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