Llueve a cántaros en El Puerto. Los techos de unos edificios con muchas historias que contar están mojados. Lejos quedan aquellos pubs donde las noches se alargaban y en las que, solía irrumpir el actual rey Felipe VI —se desconoce si con un movimiento de cadera. A unos metros de El Kalamón—uno de los míticos— la discoteca Eclipse se convertía en pasarela de moda mientras Paloma San Basilio iba a la peluquería y una familia se tomaba unos mantecados de La Perla. El centro comercial de Vistahermosa en estado puro.
Han pasado 40 años desde que este espacio surgiera, a principios de los años ochenta, y echara a andar con el fin de dar servicio a los propietarios. Pero terminó siendo punto de encuentro para todo el mundo. “Al principio había muchísimos bares”, recuerda María García Maiquez desde la farmacia Vistahermosa, el primer establecimiento que arrancó, junto con el estanco, cuando aún no sonaban las canciones de Alaska.
Alrededor de 40 locales abiertos simultáneamente y, cada uno de un estilo diferente, para todos los gustos. Muchos recordarán un bar de rock americano, Búfalo, que ofrecía música de lo más alternativa.
Junto a los bares, la farmacia. Por entonces, “no había ninguna en la zona, venían vecinos de Fuentebravía y Las Redes, y también gente famosa”. La portuense ha sido testigo de la evolución de este coqueto enclave que “se puso de moda” y que “ahora se ha puesto otra vez”.
Fue su madre, Carmen López Llopis, quien fundó esta histórica farmacia que habrá vendido ibuprofenos a personajes de la esfera social. Estuvo 30 años al pie del cañón, como una de las propietarias pioneras de la zona hasta que falleció. Desde entonces, su hijo Nicolás García Maiquez, tomó las riendas junto a su hermana, técnico. María recuerda cuando “antiguamente el paciente confiaba plenamente en los farmacéuticos, pero Internet nos ha matado, todo el mundo indaga y la venta online nos ha hecho polvo”.
Son otros tiempos para un negocio que ha vivido una época en la que la palabra Vistahermosa estaba en boca de muchos que elegían pasar sus vacaciones en la costa portuense y, como no, frecuentar los locales. Se daba rienda suelta a un pequeño rincón que movía la economía. Esplendor con ambientazo que se esfumó con la crisis de 2008 y que, ha vuelto de nuevo.
“Es un motor de empleo evidente, la gente que veranea aquí contrata jardineros, hace compras en los supermercados, disfruta de los restaurantes y no solo del centro comercial, sino del resto de El Puerto”, dice Catalina Sustacha Duñabeitia, directora de la Comunidad de propietarios de Vistahermosa que administra y se ocupa de los distintos servicios, no solo de la zona comercial, sino de toda la urbanización, la más grande de la ciudad.
La zona residencial llena de lujosos chalets a escasos minutos de la playa, en la actualidad con una superficie de casi 1.660.000 metros cuadrados, se empezó a construir mucho antes que el icónico comercial. En 1963, los hermanos Osborne Vázquez, propietarios de unas fincas, decidieron adquirir los terrenos ubicados en las inmediaciones y optaron por la promoción urbanística de estos. Así, constituyeron la sociedad Vista Hermosa S.A. e iniciaron las obras.
“Empezaron a hacer chalets en El Cangrejo Rojo, en la zona del Club Mediterráneo, pero luego se segrega y ya no tiene nada que ver con la urbanización”, explica Catalina. Dos años después, se aprobó el Plan Especial de Ordenación Urbana de Vista Hermosa. En sus inicios, los primeros vecinos no eran de El Puerto. “Fue una apuesta personal de mucha gente que vivía en Cádiz, donde el suelo es finito”, comenta.
Después, se sumaron familias de Sevilla y de Jerez que asentaron sus segundas residencias. Al principio, eran pocas las personas que residían todo el año. “Después de la pandemia, con el teletrabajo, hay mucha gente que se ha venido a vivir de forma estable. Lo hemos notado en la ocupación del centro comercial, que no solamente tiene vida en verano”, expresa Catalina.
En total, existen 1.798 viviendas construidas, de las que 456 son apartamentos y 220 son bungalows. “Vistahermosa tiene mucho prestigio, muchos propietarios son de Madrid y del País Vasco”, añade la directora frente a un enorme plano de la urbanización. Desde allí comenta que hay muchos hijos de antiguos propietarios que, además de recibir su propiedad en herencia, deciden comprar en el lugar donde han crecido.
Esta zona pretende ser “atractiva para las familias” y, por ello, cuenta con unos servicios que la convierten en una localización no apta para todos los bolsillos. Vistahermosa fue pionera en montar su propia depuradora de aguas residuales, aunque en 2001 la red de saneamiento se conectó a la planta municipal. También llegó a tener red eléctrica propia.
Otro de los símbolos de la urbanización es el Vista Hermosa Club de Golf, con casi medio siglo de vida, donde unos señores miran al cielo desde el césped. Por las calles hay cámaras de seguridad, zonas verdes “que son verdaderos pulmones, pinares muy bien cuidados” y hasta una capilla para ofrecer servicios religiosos.
Una urbanización que guarda una joya comercial, un espacio de ocio y restauración en el que los locales más veteranos conviven con los nuevos proyectos que siguen apostando por la zona.