A veces la vida da un vuelco inesperado. La de Gonzalo García García ha tomado un rumbo que el sevillano, de 35 años, ha afrontado con valentía. Resiliencia. La palabra resuena en su cabeza desde que perdió su pierna derecha tras sufrir un aparatoso accidente mientras practicaba escalada en un rocódromo. Un deporte, cada vez más popular, al que se enganchó hace cuatro años.
El 23 de mayo de este año, unos días después de haber participado en un campeonato, Gonzalo fue a entrenar. Estaba probando unos bloques cuando se resbaló y cayó desde unos cinco metros de altura. “Estoy acostumbrado a caer, aprendemos a hacerlo”, comenta a lavozdelsur.es. Sin embargo, aterrizó en una colchoneta deformada. “Había una raja y hundí toda mi pierna. Tuve una torsión del tobillo y me rompí la tibia, la rótula, me afectó a las arterias y sufrí roturas de músculos y nervios”, dice mirando su muñón.
No puede enterrar el recuerdo de ese fatídico día. “La pierna era un acordeón, el hueso casi me traspasaba, estaba rota por todas partes. Esa imagen todavía la tengo en la cabeza, no se me va a olvidar en la vida”, expresa.
Quedó tendido en la colchoneta. Su mundo se había paralizado. Pronto escuchó el sonido de la ambulancia, que le trasladó de inmediato al Hospital Virgen Macarena, donde estuvo 15 horas en observación. Después, entró en quirófano. “Intentaron salvarme la pierna con un bypass, estuvieron haciéndome operaciones cada 48 horas durante 24 días”, explica.
A principios de junio, en una de esas intervenciones, todo se complicó. El bypass reventó y casi no puede contarlo. “Perdí el 55% de sangre de mi cuerpo, perdí el conocimiento”, dice Gonzalo, que se llevó un susto cuando notó un charco de sangre al levantar la sábana. “Cuando me quitaron el vendaje, tenía la pierna abierta en canal, vinieron de Vascular, alguien metió los dedos, como el que busca una fuga de agua, y taponó la herida. Dijo: de aquí no me muevo hasta que lleguemos a quirófano”, detalla.
Según le comentaron los médicos, que el bypass fallara era una posibilidad en estos casos. La inflamación de los músculos obstruyó la arteria. La única solución que encontraron los profesionales fue amputarle la extremidad. “No podían hacer otra cosa”, añade. Para colmo, el muñón se infectó y tuvo que quedarse ingresado en el hospital otro mes más.
El 24 de julio le dieron el alta. Gonzalo cree que es el primer caso de Europa en el que una persona pierde un miembro de su cuerpo en un rocódromo. Es inusual que la práctica de este deporte llegue a estos extremos. “Puedes torcerte una rodilla, pero esto no”, comenta este sevillano que demuestra una actitud admirable después del duro golpe.
Pronto dejó la silla de ruedas para desplazarse con muletas. Y así, con agallas, decidió hacer el Camino de Santiago en la medida de sus posibilidades. “Como empecé la rehabilitación en agosto, prácticamente no he tenido, así que pensé que el Camino me vendría bastante bien”, expresa.
"Perdí la seguridad en mi mismo"
En cada etapa, ha completado unos seis kilómetros, poco a poco, con sus muletas y su tesón. “Una de las cosas que perdí fue la seguridad en mí mismo, y gracias al camino la he ganado. También me ha ayudado el apoyo de la gente, muchos no entendían cómo podía hacerlo así. Dicen que no es habitual la forma en la que me lo he tomado”. Gonzalo está satisfecho. Lo más importante es que no se ha hundido. Sigue adelante ante las adversidades e incluso se plantea volver a retomar la escalada en un futuro.
De momento, este amante del deporte desde pequeño, no ha dejado de hacer ejercicio. Le han surgido distintas oportunidades como la posibilidad de probar circo aéreo y practica piragüismo, surf y, hace poco, se lanzó con la escalada.
Tiempo no le falta. Debe estar de baja laboral un año y medio aproximadamente para lograr su recuperación. Sin embargo, no podrá volver a ejercer como técnico en trabajos verticales, que compaginaba con rutas como guía de turismo activo. El sevillano buscará una alternativa, de eso no cabe duda.
“Tienes que permitirte un día malo y tienes que llorar. Es necesario. Pero no me ha afectado verme sin pierna, en ningún momento he dicho que no quiero vivir. Cuando vi el muñón dije, bueno, ya está, para delante. Me ha tocado esto y tengo que afrontarlo de la mejor manera”, expresa.
A finales de octubre, Gonzalo empezará a probarse las prótesis que le cubre la Seguridad Social. Le preocupa que no le asignen la idónea para continuar haciendo deporte como le gustaría y está dispuesto a luchar por ella con campañas. Su objetivo es llegar a adquirir el modelo que le permita “realmente tener mi vida de antes, enfocada al mundo del deporte”.
Por ahora, el sevillano, mientras sigue con su rehabilitación, se ha prestado para compartir su historia de superación en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Le gustaría animar a otras personas que hayan sufrido algún contratiempo en sus vidas.
“Aquí no se acaba todo, siempre va a haber gente que te ayude”. Sus palabras son una buena dosis de motivación. “No tener una pierna es una putada, pero te brinda otras oportunidades. Al fin y al cabo, hay que tomárselo como una vida nueva y no tiene por qué ser peor que la que llevabas antes. Es simplemente diferente y con nuevas sensaciones”. No hay barreras para Gonzalo. Su empeño por seguir disfrutando de la vida es ejemplar.
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