“¿Cómo vamos a estar en contra de la memoria histórica?”, se pregunta Rosa de Sancha durante la entrevista con lavozdelsur.es junto a su prima María Teresa en el cementerio municipal de San Fernando. Sobre las losas donde se encontraban los restos de su abuelo, la nieta del comandante de Infantería de Marina recuerda a la tía Pila, quien las llevaba desde pequeñas para que no olvidasen nunca el lugar donde estaba.
“Desde el día en que lo fusilaron, el 28 de agosto de 1936 a las dos de la madrugada, sabían el lugar exacto donde fue. Allí atrás estaba la tapia donde los asesinaban, el mismo día a las nueve de la mañana parte de mi familia estaba aquí, y le hemos recordado desde entonces”, explica.
Su abuelo, Manuel de Sancha, fue asesinado por oponerse a sacar las tropas a la calle tras el golpe sublevado. Sin embargo, el militar no solo no era republicano, sino que era católico y de ideas liberales y monárquicas. “Estamos cansadas de que se equivoquen, él no era republicano, era un militar de la República”, explica Rosa sobre su abuelo, que independientemente de su ideología no obedeció a los golpistas y se mantuvo firme con las decisiones del gobierno legítimamente constituido.
La lucha de su tía Pila fue tal que llegó a ir hasta Burgos después de la guerra para buscar al mismísimo Franco con objeto de pedir explicaciones por el asesinato. No solo no encontraron respuesta, sino que la familia tuvo que vender el valioso piano que tenían y con el que Manuel de Sancha compuso varias obras musicales.
“Estaba aquí debajo, había tierra y una especie de arriate con una cruz al que se le puso su nombre, luego obligaron a quitar las cruces, porque ya no era solo mi abuelo, sino otros muchos”, cuenta la descendiente del militar, que yacía junto los restos de 147 represaliados, de los cuales solo unos pocos han podido ser identificados por los análisis que la administración tiene concertados con el laboratorio público de la Universidad de Granada.
Hoy, 88 años después y sin reconocimiento por parte de la autoridad militar pese a la llegada de la democracia, sus nietas pueden al fin recuperar sus restos, identificados tras unos análisis en un laboratorio privado y la intermediación de Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática Social y Política de San Fernando (Amede). El reconocimiento de sus restos ha sido posible gracias a la colaboración de un familiar varón, al transmitirse mejor el cromosoma XY de los hombres. Los análisis dieron un 99,99% de éxito, permitiendo que el equipo de arqueólogos y antropólogos forenses recuperaran los restos del represaliado.
Las familias que han querido repetir el proceso tras los negativos han tenido que costearlo por su propia cuenta, como en el caso de Rosa y María Teresa. “Esto va en memoria de nuestra abuela, ella luchó mucho por esto”, cuenta María Teresa con un rosario en las manos que siempre llevaba Adelina, viuda de Manuel. El complejo proceso que las ha llevado hasta la identificación de sus restos todavía no ha terminado. Ahora las nietas quieren darle una sepultura digna y trasladarlo al panteón familiar ubicado a unas cuadras, dentro del mismo cementerio.
“Tenemos la suerte de tener una familia maravillosa, en el aspecto de que, con distintas tendencias religiosas y políticas, y con diferentes puntos de vista, estamos todos de acuerdo”, explica la nieta del represaliado, que “toda la vida” ha escuchado la historia de su abuelo por parte de su familia. Su prima asiente. “Hablamos entre primos, unos que se criaron en Madrid, otros aquí, y cuando nos reunimos es que todos cuentan lo mismo, eso quiere decir que las versiones coinciden, que no hay diferencia entre lo que dijeron sus hijas, sus hijos y luego nosotros y los que vienen ahora”, aclara.
Manuel de Sancha espera un funeral digno gracias a los memorialistas
María Teresa y Rosa han podido ver los restos de su abuelo esta pasada semana por primera vez. El destino ha querido que coincida con la triste efeméride del golpe sublevado, un 18 de julio, jornada en el que apartaron y detuvieron a Manuel de Sancha, tan solo unos días después de haber sido nombrado en puesto militar de mando por el gobierno de la República.
“Pasó unos días terribles, su decisión fue muy difícil porque sabía, por dos días que se quedó al mando, lo que iba a pasar”, lamenta María Teresa. La nieta del militar se refiere a su nombramiento como comandante tras la destitución de Olivera, a quien la República destituyó tan solo unos días antes por perder la confianza en él. No estaban equivocados. Este militar fue finalmente el que publicó el bando de guerra y ordenó a las fuerzas armadas a ocupar la ciudad.
Quien no lo hizo fue Manuel de Sancha, que pagó caro desobedecer a los golpistas. “Él conocía lo de Calvo-Sotelo, lo que sucedía en África. Yo siempre digo que mi abuelo pensaba que hiciera lo que hiciera iba a morir, pero él lo tenía claro… hizo lo que tenía que hacer, aunque no cambiase el destino de la historia”, dice Rosa.
Entre sus recuerdos y en honor a su memoria, siempre estarán las necesidades que pasó la familia tras su muerte, un “trauma” horrible que vivieron desde adolescentes la madre de Rosa, con tan solo quince años cuando fue asesinado, y el padre de María Teresa, con dieciséis. La familia “totalmente desamparada” tuvo la fortuna de ser ayudada por un primo que les “rescató” económicamente.
Para ellas, la historia del comandante de Infantería de Marina terminará el día en el que puedan enterrarlo dignamente. Su deseo es que fuera el 28 de agosto, con una ceremonia íntima, pero en la que se le recuerde justamente. Lamentablemente, creen que no les va a dar tiempo. “A ver, si no cuando sea… hemos esperado años, no nos importa por un mes más o menos, lo que sí queremos es que todo sea fiel a lo que fue nuestro abuelo”, añade.
Como religioso practicante, Manuel será enterrado con honores y bajo el rito católico, algo muy importante para las nietas. “No se puede olvidar este tipo de cosas, como que él era cristiano, muy cristiano, y que era monárquico, como la mayoría de los oficiales que trabajaron para la República. Eso también es parte de la memoria histórica y democrática”, explica.
En el proceso, las nietas del comandante están “muy agradecidas” con el trabajo de los memorialistas del equipo de Amede y la identificación presuntiva, trabajos que ha coordinado el arqueólogo Jorge Cepillo, en contacto continuo con ellas. Tampoco se olvidan del Ayuntamiento isleño, a Diputación y a los numerosos trabajadores y voluntarios que participaron en los trabajos de la fosa.
En conversación con lavozdelsur.es, Jorge Cepillo explica que al no dar los resultados esperados en casos como el de Manuel, se hace una identificación presuntiva anima a las familias a acudir a un laboratorio privado, dando por ahora en todos los casos positivo. "Es una larga espera, son muchos años de trabajo y al final este es el momento más feliz para todos, para nosotros como profesionales y para ellos como familia, que por fin pueden recuperarlo", dice.
En el caso de Manuel la pieza que ha permitido su identificación es un diente. "Establecimos la edad con el método de estructuras cranales, y el sexo con la morfología del cráneo, si no con funciones discriminantes mediante medidas de los huesos", añade Paula Yanke, antropóloga y parte del equipo interdisciplinar que trabaja con Amede. Cepillo aclara que el estudio antropólogico es la base sobre la que los arqueólogos determinan si es compatible o no con la persona que se busca. "Para de Sancha la edad fue determinante. Llevaba una pala de hombro oficial, botones de la Armada y juntando todos los datos de los compañeros de esa saca, pudimos empezar a definir identidades presuntivas", explica.
Murió al grito de "Viva España"
El investigador Miguel Ángel López Moreno, uno de los mayores conocedores de la represión en La Isla, recuerda cómo en la tarde del 17 de julio, cuando se fraguó el golpe militar contra la República, Manuel de Sancha se reunió con el capitán del mismo cuerpo Enrique Paz Pinacho y el capitán de Corbeta, Francisco Javier Biondi Onuba, atracado en La Carraca. Si bien no se sabe qué hablaron, los tres fueron arrestados en el penal de Cuatro Torres, para luego pasar al de la Casería de Ossio, siendo asesinados semanas más tarde sin juicio.
La Isla fue una de las primeras ciudades donde se consumó el golpe. El mismo 18 de julio a las tres de la tarde, Gámez Fossi, coordinado con Cádiz, saca las tropas a la calle y se hace con la ciudad. Manuel de Sancha se negó a obedecer las órdenes y las exigió por escrito al infrigir la ley. No hubo documento y el comandante de Infantería de Marina fue detenido y sustituido por Olivera, que las acató. El 28 de agosto sería asesinado junto a otros diez militares y un joven maestro y concejal.
Para la familia de Sancha, el asesinato es también una represalia de Queipo de Llano a modo de respuesta por lo que ocurría en la zona republicana y contra todos los militares que desobedecieron, sin distinción alguna. Sea como fuere, Manuel de Sancha gritó "Viva España" al ser fusilado, tal y como confesó un cura que presenció su asesinato.
El militar estaba casado con Adelina García Fontenla y tenía ocho hijos: Manuel, Adelina, Manuela, Emilia, José, Gabriel, Teresa y Ángel. Manuel de Sancha compuso varias obras musicales, y era un reconocido pianista. Unos meses antes de su muerte ofreció un concierto benéfico para los desempleados de La Isla en calidad de director de la Coral de Santa Cecilia. Como compositor, hizo una partitura para coral de voces mixtas que se estrenó en la Iglesia Mayor de San Fernando. El hecho de que mezclara hombres y mujeres en un grupo le causó numerosas críticas.
Humanista e intelectual de su tiempo, el militar fue arrebatado a su familia a sus 55 años simplemente por hacer su trabajo con honestidad y coherencia. Hoy rescatamos su memoria, que es la de España y la de todo el pueblo de San Fernando.