Personas de todas las edades se encuentran en el Salón del Reino, el templo de los testigos de Jehová. Niñas de tres o cuatro años, adolescentes, parejas jóvenes, adultos y ancianos. La reunión comienza a las ocho de la tarde. Cantan con voz queda y al acabar la canción agachan la cabeza como si estuvieran sentenciados. El orador, el que lleva la batuta de turno, lee de las Santas Escrituras. Todos callan y escuchan cabizbajos lo que tiene que decirles el hermano mayor. Una vez terminado, levantan la mirada, se sientan, y abren un capítulo del libro de estudio. Como si de una clase de religión de primaria se tratase, el “profesor” lee el texto y después pregunta qué le sigue. Los asistentes que creen saber la respuesta alzan la mano. Por los costados de la sala se acercan dos hombres que flanquean los pasillos para ceder un micrófono inalámbrico. El hermano de la tarima le da paso como en la escuela, pero incluso más formal, primero diciendo su apellido y luego el nombre. Después de ser reconocido, este mira hacia su texto, recita un versículo y da su opinión al respecto. Y así con todo aquel que quiera participar en el estudio.
Famosos por las visitas en casa y por las polémicas en torno a las transfusiones de sangre, pero desconocidos en sus otros hábitos. Ellos visten de camisa y corbata -o pajarita-, ellas pueden ponerse lo que quieran siempre que estén decentes ante los ojos de Dios. Los testigos de Jehová son una religión arraigada en España desde 1974. Al ocaso del franquismo salieron de su escondite para oficializar su institución. A día de hoy en nuestro país hay más de 110.000 hermanos. No obstante, todavía hay personas que relacionan esta religión con la palabra 'secta', a lo que Paco Cordero, anciano de la Congregación del Norte replica: "La terminología de secta significa personas que están siguiendo un líder, un líder humano se entiende, por lo que está fuera de contexto. Nada de eso coincide con lo que somos nosotros".
En Jerez la institución empieza a edificarse a mediados de los 60. Dos madrileños -Jorge Mella y Vicente Páramo- llegaron a la ciudad para instaurar lo que actualmente ha atraído a más de 600 personas. Al principio se reunían unos pocos en hogares privados, pero debido al aumento de fieles construyeron en 1988 el salón en el que se encuentran a día de hoy. 500 personas son de habla española, pero Jerez también acoge a una congregación de habla inglesa, china y rumana, además de lenguaje de signos. La cifra de hermanos crece, se están quedando sin espacio, lo que provoca que piensen "hacer un complejo múltiple con varias salas", como afirma Carlos Egea, anciano de la Congregación de La Rosaleda.
"Es un manual de un padre que quiere lo mejor para sus hijos. Eso es la Biblia, un libro de instrucciones para saber cómo manejar nuestra vida"
Paco Cordero está jubilado, pero Carlos Egea sigue siendo docente, pero entre ambos se nombran como ancianos. "Anciano se denomina a aquel testigo de Jehová que por su experiencia y conocimiento de la Biblia tiene una edad espiritual en cuanto al manejo de las escrituras para poder enseñar a los que forman parte de la congregación", apunta Paco Cordero. Ser testigo de Jehová es un estilo de vida, una manera de vivir. "No naces con esta religión, yo lo fui cuando tenía 29 años. Yo ya era un hombre casado con una hija en el mundo. Yo sé vivir de esa manera, pero sé vivir de otra", comenta uno de los hermanos, que asegura que sus creencias le han llevado a la felicidad plena; y es que conciben a sus propias escrituras, a su Biblia, como un manual de la vida: "Es un manual de un padre que quiere lo mejor para sus hijos. Eso es la Biblia, un libro de instrucciones para saber cómo manejar nuestra vida", declara Cordero. ¿Qué limitaciones o normas tienen sus creencias? Ellos no entienden las palabras de la Biblia como obligaciones, para un testigo de Jehová, "es la manera fácil, cómoda, eficaz y bonita... de poder vivir".
"Nuestra fe es difícil de derrumbar, aunque también hay que nutrirla, la fe no es para siempre"
No solo van predicando la palabra de Dios e intentando enganchar a nuevas personas en sus creencias. Ellos estudian, se acercan a las cárceles para "encaminar algunas vidas", hacen labores sociales como dar alimentos y ayuda económica en algunas catátrofes naturales. ¿Fanatismo? Especifican que no tienen fe ciega en Jehová, que dicha fe no es la correcta porque puede desvanecerse con cualquier golpe de la vida. Su fe se basa en algo "sólido y tiene una parte muy importante del intelecto", como afirma Carlos Egea, a lo que añade: "Nuestra fe es difícil de derrumbar, aunque también hay que nutrirla, la fe no es para siempre".
Este colectivo religioso se despoja de toda relación icónica. Quizás tengan un punto de vista en común con los evangélicos, ellos no van venerando iconos o símbolos relacionados con la vida de Jesucristo: "La Biblia es muy clara frente a la idolatría. Hay textos que incluso la ridiculizan", comenta el anciano de la Congregación del Norte, pero es cierto que tampoco guardan el símbolo de la cruz.
Cuidan su dogma a la perfección. Quien se salga de las líneas que mandó a escribir Jehová queda totalmente fuera de la congregación, "pero no por nosotros, él mismo se excluye", asiente uno de ellos. Y sí, para ellos Dios personalmente ordenó que se escribiera la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras -su Biblia-. A pesar de esta afirmación, perciben a Dios como a un espíritu y no un cuerpo antropomórfico.
Sangre... Su ermita se encuentra en la calle Taxdirt, antiguamente conocida como La Sangre. Curioso que un colectivo que rechaza todo contacto con ella se establezca en dicho pasaje. Numerosos artículos denuncian la negativa de los testigos de Jehová a efectuar transfusiones de sangre. Los hermanos del Salón del Reino se cuestionan y esclarecen su postura: "¿Por qué nos hacéis siempre esa pregunta? Realmente los testigos de Jehová no hemos inventado el hecho de no aceptar sangre. Se nos atribuye a nosotros porque nosotros cumplimos con eso. Para Dios la vida es sagrada porque emana de él. Jehová ha dado la vida y la considera sagrada. Quitarle la vida al animal no es lo que se pena, Dios dice que la sangre va a representar la vida. Y como eso es sagrado, tú la sangre tienes que tirarla al suelo". De acuerdo con las palabras de Paco Cordero la sangre simboliza la vida, por lo que permitir que la sangre de otra persona entre en contacto con la propia significaría deshonrar a Dios. Este colectivo resalta que hay otras vías médicas para sanar a la gente y que no es esencial usar sangre ajena para ello.
"Ha habido testigos de Jehová que eran homosexuales" menciona Paco Cordero. ¿Ya no? "No, tienen que dejar de ser homosexuales. La homosexualidad no tiene ningún fundamento bíblico que lo justifique. La conducta homosexual, al igual que el matrimonio entre personas del mismo sexo, no tiene base bíblica. Es incompatible en absoluto con la forma de vida del cristiano". Religiones tan extendidas como el cristianismo y el islam tachan de antinatural cualquier relación entre personas del mismo sexo. Los testigos de Jehová, al ser igualmente cristianos, siguen esta misma línea y confiesan que hay hermanos que se "han curado". No obstante, afirman que no hacen una 'caza de brujas' y que respetan "su opción de vida". Ocurre lo mismo con las relaciones sexuales prematrimoniales y el aborto. Tener sexo antes del matrimonio está mal visto y se sale de la moral cristiana. Por otro lado, para esta religión la vida comienza cuando el espermatozoide entra en contacto con el óvulo, por lo que rechazan la pastilla del día después, pero no el preservativo.
"La Biblia enseña que el hombre no está hecho para gobernar y la historia lo demuestra, el hombre no es capaz de gobernarse correctamente"
Son personas muy ordenadas. Al igual que siguen al pie de la letra las palabras de la Biblia, respetan y obedecen la ley. No obstante, es un colectivo que hay que tener en cuenta en las elecciones porque no votan; pero cuando la ley decreta que es obligatorio sí meten la papeleta en la urna y especifican que ejercen voto nulo. A pesar de seguir la ley, no creen en un Estado gobernado por personas: "El tipo de gobierno que nos agrada es la teocracia más que la democracia. La Biblia enseña que el hombre no está hecho para gobernar y la historia lo demuestra, el hombre no es capaz de gobernarse correctamente", aclara Carlos Egea, que lo enlaza al segundo con sus creencias religiosas: "Estamos convencidos de que el reino de Dios, la teocracia, es la que va a hacer el cambio en la Tierra y ese cambio va a incluir desde eliminar fronteras -para acabar con este problema migratorio que hay ahora-, equilibrar los ecosistemas hasta quitar la enfermedad. Es el único que promete y ha demostrado que va a haber alimento abundante para toda la humanidad y que todos van a tener un trabajo y una casa propia. No existe ningún gobierno que haya conseguido algo parecido".
A diferencia de otras religiones que han generado devastadoras guerras, los testigos de Jehová se diferencian por ser un grupo religioso que evita cualquier conflicto con otras personas y se sienten orgullosos de ello: "Nunca hemos pertenecido a ningún ejército. Nunca hemos participado en una guerra. ¿Todos aquellos que se llaman cristianos pueden decir lo mismo?" Por este hecho han sido duramente criticados y martirizados en cualquier época de guerra, ya que no se posicionaban en ninguno de los bandos. Los testigos de Jehová fueron el segundo colectivo religioso más torturado por la Alemania nazi y a día de hoy siguen sufriendo discriminación: "Siempre. Siempre hemos sido maltratados cruelmente y ejecutados por diferentes situaciones. Principalmente por seguir el ejemplo de Jesús, y él lo dijo, seríamos odiados por imitarle, por no ser parte del mundo, por no ser igual que los demás", anuncia Carlos Egea.
"Nunca hemos participado en una guerra. ¿Todos aquellos que se llaman cristianos pueden decir lo mismo?"
Igualmente sostienen que el racismo no tiene cabida entre ellos: "Entre los testigos de Jehová nunca ha existido el racismo, porque la Biblia indica que Jehová es un Dios que no es parcial, sino que en toda nación el que le obedece es alguien que él aprueba", afirma Paco Cordero, a lo que el otro anciano continúa: "No se trata solo de abandonar la homosexualidad, el adulterio, la borrachera, la fornicación… si uno tiene un sentimiento de racismo en el corazón, tiene que desterrarlo antes de ser testigo de Jehová".
Otra peculiaridad de esta religión es su posición hacia las fiestas populares, ninguno asiste a las fiestas de cumpleaños ni festejan los días que "se inventa El Corte Inglés", como indica uno de ellos: "No nos regimos por las costumbres populares, aunque nos hagan parecer impopulares. Tampoco entramos en el bucle del consumo mercantil porque el calendario o la tradición lo impongan. Realizamos las fiestas y hacemos regalos siempre que nos apetece y siempre que podemos. Es lo más inteligente. Ni la Navidad ni los cumpleaños son fiestas que la Biblia indique que haya que celebrar".
El evolucionismo y el creacionismo quedan fuera de la lógica de los testigos de Jehová, ya que no hay fundamento bíblico para ello y manifiestan las evidencias que les han transmitido sus escrituras: "Tenemos muy claro que todo lo que nos rodea es fruto de un diseño inteligente. No hay una explicación para la homosexualidad, el suicidio y el altruismo, dentro de una especie que supuestamente tiene que sobrevivir". Por otro lado detestan la convicción de que "Dios se lleva a las personas", ellos contradicen esta suposición: "Dios no se lleva a las personas, no las necesita. Él las creó para que fuesen felices en la Tierra. Es una idea que ha difundido la Iglesia siempre y que es errónea", aclara Carlos Egea.
Finalmente, ¿qué esperan los testigos de Jehová sobre su creador? La respuesta es clara: el día del juicio final. Ellos lo perciben como un propósito de Dios, pero no como un cataclismo que acabe con la especie humana, sino todo lo contrario: "Lo entendemos como el día del juicio de Dios que empieza ahí para restaurar la Tierra a las condiciones paradisíacas que él había hecho. Por tanto nosotros lo esperamos con gozo. Deseamos que eso llegue".
Tampoco pasan el cepillo ni tienen una rendija con un cartel que ponga 'para el culto', pero sí poseen una urna alargada en el salón para que las cinco congregaciones depositen los donativos que ellos mismos crean convenientes. Luego este dinero se recoge entre dos, como aquellos animales que entraban en el arca de Noé. En pareja suman las cantidades y las exponen en el tablón de anuncios. Cargados con las revistas con mayor tirada mundial (100 millones entre ambas): ¡Despertad! y La Atalaya, abren la puerta a quien quiera incorporarse a las enseñanzas de Jehová y subirse al carro de una religión que tal vez no excluye, pero que sí tiene un pensamiento sólido que siguen con devoción y que es imposible de modificar.
Ya todo está escrito y decidido por un libro.
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