Este sábado se cumplen 20 años desde que Carlos Cano nos dejó. El andaluz universal, como diría el amigo Jesús Vergara; el poeta contestatario que nunca se calló pese a que quisieron quitarle la voz; la palabra del andalucismo coherente y cocinado a fuego lento en el tiempo del activismo franquicia; o parafraseando a Machado, la copla de un sur de la rabia y de la idea que combate a una España de charanga y pandereta. Tono Cano, director de la revista de cultura andaluza contemporánea secretOlivo y sobrino del cantautor narra a lavozdelsur.es las dos frases que guían Ibn Cano: una que dijo Enrique Morente a José Antonio Labordeta en la capilla ardiente de Carlos, "se ha roto el alambre que lo sostenía todo”, y el epitafio que escribió Carlos en la tumba de su madre, “siempre viva en quien te quiso”.
Al maestro, que falleció también por estas fechas hace diez años, no le faltaba un ápice de razón. Pablo Cano se quedó sin su padre con tan solo cinco años. Tono no recuerda si fue en el primer o segundo verano tras la muerte de Carlos cuando le hizo una promesa. Con las palabras de Morente y Carlos como base se puso a recopilar la memoria familiar compartida mientras “escarbaba” en la figura de su tío a través de su obra. El resultado es el tercer número de secretOlivo, Ibn Cano —literalmente “ibn”, “hijo de” Cano—, un mapa emocional con las claves para entender el desarrollo y trayectoria de su padre que Tono desarrolló para su primo.
A través de reconocidas voces del activismo social, de la literatura, del arte o de la política, la revista Ibn Cano, disponible en la web de secretOlivo, hace un recorrido por la vida y obra de Carlos con una fuerte carga íntima y sentimental. “Hay mucho cariño en todos los textos, todo ha fluido”, dice Tono Cano con respecto a la selección. “La figura de Carlos es importante, esencial para entender Andalucía; por un lado, tenía muy claro qué quería contar y por otro, me interesaba que entre las firmas se viera una pluralidad que reflejase muy bien lo que Carlos significa”.
La composición además de rica es heterogénea: Juan José Téllez —autor de su biografía más completa: Una vida de coplas—, Ana Silva, Ignacio Camacho, Aristóteles Moreno, José Chamizo, Federico Mayor Zaragoza, Sebastián de la Obra, Antonio Sánchez Morillo, Carlos Taibo, Olalla Castro o Jairo García Jaramillo. Sin embargo, la revista no solo ofrece luz sobre la obra de Carlos a través de las palabras, sino que cuenta con las bellas ilustraciones de Carlos Azagra, Mª Luz Reyes Nuche, Garrido Barroso, Annie Knock, El Guardabosques o el retrato que hizo el artista urbano El Niño de las Pinturas a Carlos Cano en un tronco de olivo.
“En unos meses cumplimos diez años y la verdad es que un milagro que sigamos vivos. La independencia se paga con cicatrices y navajazos, que decía un grande”, se sincera el director de secretOlivo sobre la trayectoria de la revista, un "eje de periodismo cultural independiente", como definieron tras su fundación en marzo de 2011 Tono y su compañero Miguel Blanco. “Nos ningunearon, nos vetaron y ahí estamos, con la ilusión intacta como el primer día”.
Al mismo tiempo, se sienten orgullosos de haber servido de inspiración a otros proyectos que han cambiado por completo el panorama social y cultural durante esta década. De hecho, sobre el futuro de secretOlivo inciden en “no perder nunca de vista los objetivos fundacionales” y seguir creciendo de forma independiente. “Es algo fundamental para no perder la credibilidad, el resto vendrá solo, con más o menos apoyo”, añaden. Entre las ideas que tienen sobre la mesa, se encuentran iniciativas para recuperar el espacio público para la cultura. “Se trata de salir a la calle, de relacionarse, participar y compartir; paseos poéticos, jornadas didácticas, ciclos musicales… hay tanto por hacer”, señala. Todo ello sin abandonar el papel: “Es cada día más difícil, pero es algo que tiene su toque romántico y nos llena profundamente”.
Cantar a la matria andaluza
Carlos Cano, que tenía siempre a su madre y a su abuela presentes antes de cada copla, cantaba a la “matria andaluza”. En Ibn Cano, Ana Silva, tejiendo un hilo conductor entre María Zambrano y Carlos Cano, habla de cómo el poeta es depositario de la lengua materna, la lengua andaluza, heredada de su madre, su abuela y las mujeres de su familia. “Lengua que es la primera expresión de libertad recibida de quien lo trajo al mundo entre amasijos de pan, costura y cantes en una casa cualquiera del Realejo granadino”, sostiene en la revista.
Tono Cano desenreda con emotiva fluidez en otros de los textos de Ibn Cano, en las que describe la historia de su familia a partir del fusilamiento del abuelo de Carlos —su bisabuelo—, capitán en la fábrica de pólvora de El Fargue: “Pepa (su bisabuela) volvió con la orden de abandonar el pueblo en veinticuatro horas (…) desamparada, repudiada, expropiada y silenciada, así llegó a un Realejo marginado, el único sitio donde pudo encontrar una casa en la que quedarse provisionalmente y en la que estuvieron resistiendo más de veinte años (...) Con las mismas dificultades, pero con algo de paz, estas dos mujeres sacaron adelante a la familia, ese concepto tan tradicional como diverso, con mucho esfuerzo y paciencia, que es el arma de los pobres”, escribe Tono. Así las recordaba Carlos Cano, "siempre trabajando, siempre cantando”.
Con tan solo dieciocho años, Carlos emigró aprovechando una oferta de trabajo de verano en Suiza y recorrió durante casi un año media Europa. De vuelta a su Granada natal, un vecino suyo, tuno y estudiante de la universidad, le regaló una guitarra. Con ella emigra a Barcelona donde descubre a los andaluces de la emigración y través de ellos la arbonaida y el ideal de Blas Infante. De vuelta de nuevo a Granada, conoce a Juan de Loxa. En 1968 empieza a cantar sus primeros poemas, canciones de Violeta Parra y de Atahualpa Yupanqui. “Carlos como Cohen, antes que músico fue poeta”, sostiene Tono. En el edificio que hoy es sede de la Fundación Euroárabe hizo su primer recital el 18 de mayo de ese año. A final de 1968 y tras un concierto de Antonio Mata funda con él y con Juan de Loxa el Manifiesto Canción del Sur, presentado el 14 de febrero de 1969 en un concierto de Carlos Cano, Antonio Mata y Nande Ferrer.
Durante los años siguientes, la voz de Carlos traspasó las fronteras del Manifiesto. Gracias a Paco Ramírez pudo participar en el homenaje a Lorca de 1972, organizado por la Unesco en París donde conoció, entre otros, a Enrique Morente. “El impulso de Carlos Cano y Enrique Morente esos años simboliza el resurgir de la cultura popular andaluza tras la dictadura”, afirma el director de secretOlivo. La revista, que repasa cada una de las facetas de su vida, tanto históricas como vitales, también recuerda a algunas de las figuras olvidadas por la desmemoria colectiva. Es el caso del poeta granadino Pablo del Águila.
El desarrollo del andalucismo de la Transición, su impulso y el desencanto posterior a lo largo de la etapa felipista, también forman parte del olvido —intencionado— de la obra de Carlos. Ignacio Camacho le recuerda al son de la Verdiblanca, que también veía “roja”: “No fue nunca, en sentido estricto, un nacionalista. Se lo impedía su concepción universalista de la condición humana, el que lo conectaba con el idealismo de (Blas) Infante. Era demasiado ácrata”. Otro ácrata, Carlos Taibo, recuerda en la revista otra cita del propio cantautor: “Tengo dos motivos para ser muy anarquista: el primero ser andaluz, el segundo ser artista”. Por su parte, Tono Cano siente el andalucismo de Carlos como “un nacionalismo humanista, sensible y libertario. Un andalucismo con la inteligencia y el conocimiento de José Aumente y la entrega de Diamantino García”. Ni más, ni menos.
Un aneurisma congénito, causante de problemas cardiovasculares en varios miembros de la familia, le retó durante los últimos años de su vida. Aquel invierno se paró todo. Tras haber presentado De lo perdido y otras coplas volvía en avión a Madrid el 28 de noviembre. Carlos se desmayó, el vuelo no despegó y lo trasladaron al hospital de Granada donde el doctor Eduardo Ros le operó de ese nuevo aneurisma. Tras semanas de incertidumbre, Carlos nos abandonó. Fue un 19 de diciembre del año 2000 cuando su corazón dejó de latir. A la capilla ardiente y a la ceremonia en el Ayuntamiento de Granada asistieron según contaba en su crónica Jesús Arias más de 20.000 personas. Sus cenizas fueron esparcidas entre el Malecón de La Habana, el patio de los leones de la Alhambra, la caleta de Cádiz y el ciprés más antiguo de su casa en la vega de Granada.
Ibn Cano se acompaña de un EP digital de cinco canciones que sirven de guía musical para acompañar a los textos. Una de ellas, Que desespero, la versiona Pablo Cano —se la dedicó su padre a su madre— y cierra el disco musical ¡Viva Carlos Cano! de reciente publicación. De hecho, Pablo está organizando con Tono un concierto en Inverfest para el próximo 28 de enero, día en el que Carlos cumpliría 75 años, con la colaboración de artistas como Javier Ruibal, Pasión Vega, Marwan, Andrés Suárez, Rozalén oToni Zenet entre otros.
La revista se cierra con una carta que el propio Carlos escribió a su hijo Pablo, encontrada en una de sus chaquetas meses después de haber fallecido. “Era un momento muy complicado, nos emocionó profundamente y gracias a Pablo pudimos publicarla y compartirla en secretOlivo”, reconoce Tono. "Le digo que, si quiere ser hermoso, piense en cosas bellas. Si pretende la elegancia, que tenga dignidad. Si busca el amor, que utilice siempre la ternura. Si quiere un mundo justo, que transforme su vida en algo mejor (…) Pero, sobre todo, espero que algún día me pida que le cante con los ojos cerrados la Verdiblanca, y que no me pida que le diga los nombres de todos aquellos que tiraron por la borda nuestro futuro”. En memoria de Carlos, que lo dio todo.