Las palabras también tienen miedo y se refugian en otras cuando son perseguidas, igual que se refugiaron en otra identidad las personas que las pronunciaban. Pero el pueblo no dejó de usarlas aunque olvidara su origen etimológico. Os acompaño algunos ejemplos.
En la localidad de Monda se encuentra la fuente o lavadero de la "Jaula", atribuyendo la gente su nombre a la forma del mismo como una cárcel. En verdad, "jaula" proviene de la palabra en árabe andalusí "hawla" (حوْل) que significa "alrededor o afueras" del pueblo.
En la impresionante "Casa del Rey Moro" en Ronda, patrimonio hidráulico de Andalucía, se puede bajar a la "mina". No por el parecido con las galerías de un pozo, sino porque abajo hay un embarcadero o una "mina" en árabe andalusí (الميناء). La misma mina del barrio de Barcelona.
En muchas localidades existe una "calle del peine". Se llama así porque estaba situada "entre" dos calles. La palabra "entre" se dice en árabe andalusí "beine" (de baina بينه con imela, pronunciar e por a). Es lógico el paso de la bilabial "b" a la "p" (que no existe en árabe).
Se atribuye el nombre de la bellísima "Sala de la Barca" en la Alhambra de Granada a la forma abovedada del techo. Sin embargo, proviene de la palabra en árabe "baraka" (بَرَكَة) o Sala de las Bendiciones que todos debían recibir antes de entrar al encuentro del Rey Nazarí.
A las faldas del Castillo de Almodóvar del Río se encuentra la fuente de "arriba". Es decir, se encuentra abajo de la fortaleza y no hay ninguna fuente de abajo. Su nombre proviene del árabe andalusí "ar-ribat" (الرِّباط), es decir, la fuente de la muralla.
La calle que da a la espalda de mi casa se llama de la "charquilla". No hay ni hubo nunca una charca o una laguna en ese lugar, pero siempre fue el camino hacia Córdoba, es decir, hacia el este que en árabe se dice "axarquía" (الشَرْقِيَة).
Y por la misma razón, también existen "palabras refugio" al otro lado de la calle de agua. Como la "rue bazo" en la kasbah andalusí de Rabat, que no es calle bazo y nada tiene que ver con el órgano del cuerpo humano, sino con la adaptación de "ribazo", su verdadero nombre.
El andaluz y, muy especialmente el Flamenco, está plagado de estas "palabras refugio" a las que atribuyen disparatados orígenes etimológicos o ninguno y que después documentan para revestir de academicismo, porque parten de la visión nacional católica de nuestra historia.
De ahí que sea necesaria una visión holística de la filología, así como una visión crítica de muchas de estas presuntas fuentes documentales, porque será más verdad lo que el pueblo mantuvo en su garganta sin saberlo, que las mentiras escritas en papel para negar al pueblo mismo.