Jesús Jurado (Málaga, 1986) lleva varios años escribiendo sobre la eclosión del nuevo andalucismo social y cultural. Definirlo no es fácil, pero es lo que intenta en La generación del Mollete (Lengua de Trapo, 2022), un libro en el sigue el rastro de una generación que creció celebrando la jornada previa al Día de Andalucía —28F— en los patios de los colegios con pan y aceite.
“No he conseguido encontrar el momento exacto en el que la Consejería (de Educación) lo estableció, pero tiene que ser entre 1990 y 1992. Los que tuvimos nuestra infancia a partir de los años 90, podemos sentirnos identificados”, explica a lavozdelsur.es. Sin embargo, no es la única práctica que acompaña a los millennials andaluces. Cualquier hijo de la autonomía recuerda con nostalgia aquellas clases de música en la que nos enseñaron a tocar el himno de Andalucía con la flauta. “La gente que era un poco más mayor empezó a celebrarlo más tarde”, concreta Jurado, que estudió Ciencias Políticas en Granada y Relaciones Internacionales en Sevilla. El año pasado consiguió plaza como funcionario de Hacienda en Madrid, ciudad donde lleva seis años.
"Hay mesetarios —término que se utiliza en redes para madrileños y castellanos que critican al andaluz y el andalucismo— que no lo llevan muy bien, pero hace unos años era impensable que los periodistas andaluces pudieran hablar en andaluz. De unos años para acá, podemos verlo en tertulias, en Pasapalabra o en el ámbito de la opinión”, explica. Eso sí, es más difícil verlo en los telediarios y en el mundo de la información. "Parece que cuanto más neutral tiene que ser algo, más neutro tiene que ser el acento. Hay multitud de programas de entretenimiento en el que se ve el andaluz. Pero en un spot que no sea de Cruzcampo o de un producto limpieza, cuesta más", lamenta. Todo ello tiene que ver con la desvaloración del andaluz, tal y como sostiene el investigador y lingüista onubense Ígor Rodríguez Iglesias.
En el trabajo, que no califica de ensayo sino de crónica, aparecen numerosas fuentes de investigaciones, artículos periodísticos y referencias en redes vinculadas con la eclosión del nuevo andalucismo. En este empoderamiento identitario, tiene una gran importancia el ámbito de la música y otras manifestaciones (contra)culturales. "Estamos redefiniendo las cosas que ya teníamos, e incluso lo que hacíamos de forma natural ahora lo hacemos más conscientes. Es importante porque hay una capacidad de decisión y acción colectiva”, dice el investigador, que cree que el movimiento puede ser “interesante” a nivel político precisamente por esta cuestión.
La resignificación de los símbolos de Andalucía —tanto los institucionales como los artefactos culturales—, es omnipresente en las redes sociales de los jóvenes andaluces. A 30 años de la Expo del 92, su mascota, Curro, ha resucitado entre una generación que prácticamente ni le conoció. "Yo no recuerdo la Expo, tenía solo seis añitos, pero sí a su mascota", dice Jurado. La reinterpretación de las folclóricas y de personalidades como Rocío Jurado y Lola Flores en el ámbito del feminismo andaluz, la música —Califato 3/4, entre el breakbeat, sevillanas y bulerías o Gata Cattana— y los memes —también en andaluz escrito de modalidad EPA— hacen el resto. En ese proceso influye incluso lo ajeno que se torna como propio también en el exterior, como el fenómeno Rosalía, uno de los temas con el que da comienzo al libro y sobre el que el investigador escribió hace cuatro años en Ctxt.
Un nuevo andalucismo con un horizonte político confuso
En la configuración de este andalucismo millennial reconocerse en el plano es complejo por la propia diversidad y transversalidad. "No podemos vivir nuestra identidad sin una perspectiva interseccional”, dice Jurado. Tal vez ese sea uno de los problemas —y oportunidades— para que el nuevo andalucismo se torne como opción política.
"No soy demasiado optimista, porque no hay motivos para serlo. Algunos amigos me han comentado que yo le presto una atención desproporcionada a lo político cuando se trata de un movimiento cultural y social, pero forma parte de mi propia perspectiva y es inevitable”, explica el ex miembro de Podemos, que simpatiza con los postulados de la nueva Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez, formada por Anticapitalistas y fuerzas andalucistas como Izquierda Andalucista y Primavera Andaluza.
No obstante, la confusión es intrínseca al propio fenómeno, que más que un movimiento constituye una serie de manifestaciones “amplias” y “diversas”. “He intentado atar cabos sueltos y hacer una foto de grupo. Echábamos en falta una imagen de conjunto que nos hiciera comprender mejor lo que está pasando”, dice. De lo que no cabe ninguna duda, recalca, es que lo netamente andaluz se ha puesto “de moda”.
“Hay que aprovechar esa visibilización pública de lo andaluz. La única forma de hacerlo es apostar porque seamos nosotras mismas las encargadas de redefinir los símbolos de Andalucía y actualizar (el andalucismo) hasta las expectativas que tenemos hoy. Si no, puede quedarse en una simple moda, en una recuperación de lo estético”, advierte. Por ahora, con un andalucismo social, cultural —y político— en pleno desarrollo, es difícil vaticinar lo que va a suceder. Tal vez a Jurado le dé para una segunda parte y que esta incluso pase de crónica a ensayo.
'La generación del mollete. Crónica de un nuevo andalucismo' se presentará este jueves 17 de marzo en la cafetería del Ateneo de Madrid junto a la senadora de Adelante Pilar González, el periodista José Enrique Monrosi e Isabel Cerrano (IECCS). El sábado 2 de abril Jesús Jurado estará en el centro social La Yerbabuena de Jerez.
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