El suelo, perdón, la tierra, ese material más o menos desmenuzable, opaco, tan variado, que cubre nuestros campos, de apariencia mineral a primera vista está lleno de vida.
Si hoy tuviera que explicarle a alguien por qué para hacer agricultura ecológica es necesario prescindir también de los abonos de síntesis química tendríamos que quedar para otro día
El problema es que no hemos sabido parar, hemos seguido simplificando cada vez un poco más, buscando mayor producción o una obtención más fácil, y, en el último medio siglo, de manera exagerada
Hay una cuestión importante, a este respecto, a la que se hace poco caso (por no decir ninguno), me refiero a la grave carencia de materia orgánica que sufren los suelos de los olivares andaluces
En esta situación, embalses sin agua, acuíferos exprimidos, lluvia escasa y mal repartida, la solución que se plantea para el campo es incrementar el regadío