
Manzanilla, miel y limón en la heladería Soleluna (Chiclana)
Ingredientes naturales sin colorantes ni conservantes. Esta heladería artesanal cumple 22 años como referente del frío en Chiclana. En 2019 cambió el plástico por tarrinas, cucharas y vasos hechos a partir del maíz y la palmera y apostó por productos sin gluten. Su vitrina cambia diariamente recurriendo a sabores clásicos y otros a los que Salvatore Insolera y Silvia Simbola llaman "experimentos". Desde la playa de La Barrosa, innovan con propuestas como esta. También han llegado a elaborar helado de aceite de oliva virgen extra con naranja y jengibre; albahaca tailandesa o crema catalana garrapiñada.

American Pie en la heladería Margarita La Fresca (Rota).
El arquitecto Fran Campoy inauguró en 2015 este local que se ha convertido en un clásico roteño. El residente en El Puerto, nacido en Jaén y criado en Sevilla, puso en marcha este laboratorio de helados en la calle Higuereta desde donde lanza creaciones con las que ha llegado a participar en concursos. Con frecuencia presenta nuevos sabores como el de American Pie, inspirado en la tradicional receta americana del pastel de manzana. Este guiño encaja en la vitrina con otras apuestas originales como el helado de queso parmesano con mermelada de tinto de Conil y guayaba, o el de natillas.

Limón con lavanda en La Cremería (Cádiz)
Se cumple una década de helados diferentes elaborados con maestría con las manos del italiano Carlo Guerriero. Del obrador situado frente al parque de Telegrafía Sin Hilos de la capital gaditana salen creaciones de primera calidad que mezclan la tradición con las tendencias. El maestro heladero presenta en su vitrina opciones veganas como esta, pero también helados aptos para diabéticos e intolerantes y celíacos. El italiano juega con extractos de flores naturales y utiliza ingredientes locales como el queso Payoyo. También se atreve con el Té Matcha de Japón, la vainilla de Madagascar o el chocolate Ruby y se inspira en su tierra natal en algunas opciones como el chocolate con Amaretto di Saronno.

Tejas en Da Massimo (El Puerto).
El maestro heladero Massimo Pozzi aterrizó en la localidad en 2010 para revolucionar el mundo del helado. desde el principio quiso “darle un enfoque muy personal a mi local” de 15 metros cuadrados ubicado en la calle Luna desde donde elabora todo lo que se le pasa por la cabeza. Inquieto con espíritu emprendedor, el italiano no deja a nadie indiferente con helados salados, gastronómicos a base de plancton y para perros. Convierte cualquier alimento en helado y cambia su vitrina con mucha frecuencia. A la famosa tarta imperial de Pepe Mesa le sigue las milhojas acompañadas de Baileys y las tejas, clásico producto portuense. Mezclas de todo tipo que refrescan los paladares.

Esponjitas en Da Darío (Jerez)
Los helados artesanos del italiano Darío Zaccheo ya se han hecho un hueco en el centro jerezano. Llegó a la calle Porvera hace unos meses para inaugurar su primera heladería fuera de su país natal y se ha ganado la aprobación del público. “El helado está hecho con leche que se hace aquí, en Nueva Jarilla, y fruta fresca del frutero de aquí al lado”, asegura detrás de una vitrina repleta de sabores de toda la vida y algunos inventos con golosinas. Además de apostar por los productores locales, el heladero hace un guiño a su tierra. Así, utiliza las avellanas de Piamonte, famosas en todo el mundo.

Gin Tonic en Helados Toni (Sanlúcar)
Imagina tomar una copa en forma de helado. La mítica heladería sanluqueña de la plaza del Cabildo lo ha hecho posible gracias a la apuesta por los sabores gourmet de Lorena Jorda, quinta generación que continúa la tradición. Desde uno de los negocios más antiguos de la localidad gaditana, fundado en 1896, las tarrinas y cucuruchos siguen generando expectación. Ginebra; vainilla con tocino; queso de cabra con gelatina de Pedro Ximénez y nueces o chocolate con manzanilla se suman al emblemático Secreto del abuelo, dedicado al patriarca, hecho con una crema de flan aderezada con piñones y caramelo.

Tigretón en La Polar (Jerez)
En la lista de las opciones originales se encuentra la de Tigretón. El popular pastelito hecho con bizcocho que tuvo su éxito en los 70 ahora se convierte en helado para seguir dando larga vida a su sabor. Y lo hace en la histórica heladería ubicada en la plaza del Arenal de Jerez, un establecimiento que lleva ofreciendo las últimas novedades de La Ibense Bornay desde hace más de 40 años. Joaquín ‘Ximo’ Valls, segunda generación de la familia fundadora del local, regenta este clásico que se reinventa con tarrinas que van más allá de la vainilla o el chocolate. Turrón duro, tocino de cielo o sorbete de mango salen de la fábrica con la que mantiene una relación especial. "Carlos Bornay, el dueño de La Ibense Bornay es familia nuestra, primo hermano de mi padre", decía a este medio.

Topolinos en el Salón Italiano (Cádiz)
Aunque este sabor resulta familiar, los conos rellenos de nata y cubiertos con chocolate se han convertido en algo especial. Un estandarte de la capital gaditana que ha causado furor desde que Arturo Campo creara este postre en la mítica heladería de la calle Ancha en los años 50. Los topolinos perduran en el tiempo e incluso se han recogido en un libro sobre el chocolate en España de la firma gaditana Pancracio. Los italianos organizan una topolinada cada año que genera enormes colas para degustar este helado con más de medio siglo de vida.

Manzanilla, miel y limón en la heladería Soleluna (Chiclana)
Ingredientes naturales sin colorantes ni conservantes. Esta heladería artesanal cumple 22 años como referente del frío en Chiclana. En 2019 cambió el plástico por tarrinas, cucharas y vasos hechos a partir del maíz y la palmera y apostó por productos sin gluten. Su vitrina cambia diariamente recurriendo a sabores clásicos y otros a los que Salvatore Insolera y Silvia Simbola llaman "experimentos". Desde la playa de La Barrosa, innovan con propuestas como esta. También han llegado a elaborar helado de aceite de oliva virgen extra con naranja y jengibre; albahaca tailandesa o crema catalana garrapiñada.

American Pie en la heladería Margarita La Fresca (Rota).
El arquitecto Fran Campoy inauguró en 2015 este local que se ha convertido en un clásico roteño. El residente en El Puerto, nacido en Jaén y criado en Sevilla, puso en marcha este laboratorio de helados en la calle Higuereta desde donde lanza creaciones con las que ha llegado a participar en concursos. Con frecuencia presenta nuevos sabores como el de American Pie, inspirado en la tradicional receta americana del pastel de manzana. Este guiño encaja en la vitrina con otras apuestas originales como el helado de queso parmesano con mermelada de tinto de Conil y guayaba, o el de natillas.

Limón con lavanda en La Cremería (Cádiz)
Se cumple una década de helados diferentes elaborados con maestría con las manos del italiano Carlo Guerriero. Del obrador situado frente al parque de Telegrafía Sin Hilos de la capital gaditana salen creaciones de primera calidad que mezclan la tradición con las tendencias. El maestro heladero presenta en su vitrina opciones veganas como esta, pero también helados aptos para diabéticos e intolerantes y celíacos. El italiano juega con extractos de flores naturales y utiliza ingredientes locales como el queso Payoyo. También se atreve con el Té Matcha de Japón, la vainilla de Madagascar o el chocolate Ruby y se inspira en su tierra natal en algunas opciones como el chocolate con Amaretto di Saronno.

Tejas en Da Massimo (El Puerto).
El maestro heladero Massimo Pozzi aterrizó en la localidad en 2010 para revolucionar el mundo del helado. desde el principio quiso “darle un enfoque muy personal a mi local” de 15 metros cuadrados ubicado en la calle Luna desde donde elabora todo lo que se le pasa por la cabeza. Inquieto con espíritu emprendedor, el italiano no deja a nadie indiferente con helados salados, gastronómicos a base de plancton y para perros. Convierte cualquier alimento en helado y cambia su vitrina con mucha frecuencia. A la famosa tarta imperial de Pepe Mesa le sigue las milhojas acompañadas de Baileys y las tejas, clásico producto portuense. Mezclas de todo tipo que refrescan los paladares.

Esponjitas en Da Darío (Jerez)
Los helados artesanos del italiano Darío Zaccheo ya se han hecho un hueco en el centro jerezano. Llegó a la calle Porvera hace unos meses para inaugurar su primera heladería fuera de su país natal y se ha ganado la aprobación del público. “El helado está hecho con leche que se hace aquí, en Nueva Jarilla, y fruta fresca del frutero de aquí al lado”, asegura detrás de una vitrina repleta de sabores de toda la vida y algunos inventos con golosinas. Además de apostar por los productores locales, el heladero hace un guiño a su tierra. Así, utiliza las avellanas de Piamonte, famosas en todo el mundo.

Gin Tonic en Helados Toni (Sanlúcar)
Imagina tomar una copa en forma de helado. La mítica heladería sanluqueña de la plaza del Cabildo lo ha hecho posible gracias a la apuesta por los sabores gourmet de Lorena Jorda, quinta generación que continúa la tradición. Desde uno de los negocios más antiguos de la localidad gaditana, fundado en 1896, las tarrinas y cucuruchos siguen generando expectación. Ginebra; vainilla con tocino; queso de cabra con gelatina de Pedro Ximénez y nueces o chocolate con manzanilla se suman al emblemático Secreto del abuelo, dedicado al patriarca, hecho con una crema de flan aderezada con piñones y caramelo.

Tigretón en La Polar (Jerez)
En la lista de las opciones originales se encuentra la de Tigretón. El popular pastelito hecho con bizcocho que tuvo su éxito en los 70 ahora se convierte en helado para seguir dando larga vida a su sabor. Y lo hace en la histórica heladería ubicada en la plaza del Arenal de Jerez, un establecimiento que lleva ofreciendo las últimas novedades de La Ibense Bornay desde hace más de 40 años. Joaquín ‘Ximo’ Valls, segunda generación de la familia fundadora del local, regenta este clásico que se reinventa con tarrinas que van más allá de la vainilla o el chocolate. Turrón duro, tocino de cielo o sorbete de mango salen de la fábrica con la que mantiene una relación especial. "Carlos Bornay, el dueño de La Ibense Bornay es familia nuestra, primo hermano de mi padre", decía a este medio.

Topolinos en el Salón Italiano (Cádiz)
Aunque este sabor resulta familiar, los conos rellenos de nata y cubiertos con chocolate se han convertido en algo especial. Un estandarte de la capital gaditana que ha causado furor desde que Arturo Campo creara este postre en la mítica heladería de la calle Ancha en los años 50. Los topolinos perduran en el tiempo e incluso se han recogido en un libro sobre el chocolate en España de la firma gaditana Pancracio. Los italianos organizan una topolinada cada año que genera enormes colas para degustar este helado con más de medio siglo de vida.