¿Queríamos agua? Pues ¡agua va! Y es que la situación hídrica de Andalucía ha cambiado sustancialmente en la mayor parte del territorio, tras un serial de sucesivas e intensas borrascas que, en tan sólo un mes, ha llenado embalses, ríos y acuíferos.
Esta agua bendita para el campo, a excepción de los perjuicios causados por las inundaciones en zonas como el Bajo Guadalquivir, donde hay cerca de 10.000 hectáreas bajo agua-, o en la Campiña de Jerez, supone un alivio para la población en general y para la actividad de regadío agrícola, ya que empiezan a levantarse las restricciones impuestas en los últimos años con motivo de la sequía.
Precisamente, para que no se repita la agonía sufrida por los agricultores y ganaderos, y por la sociedad en general, por la falta de precipitaciones y, teniendo en cuenta que el cambio climático va a incrementar los periodos secos, seguidos de episodios de lluvias torrenciales como los de este mes de marzo, es importante tomar medidas urgentes para equilibrar la situación y minimizar el impacto de ambos.
Sobre las posibles soluciones, el debate está en la calle y en los discursos de los responsables políticos. En este sentido, desde COAG y desde CREA llevamos años demandando una gestión hídrica integral y con proyección, más aún en un contexto de cambio climático. En este sentido, entendemos que es clave poner en marcha un plan estratégico de recarga de acuíferos.
Hay que destacar que los acuíferos de Andalucía representan una reserva hídrica estratégica que, si se gestiona adecuadamente, puede complementar de manera significativa el abastecimiento de agua en la región. Sin embargo, su potencial como "embalses naturales" ha sido subestimado hasta el momento, por lo que creemos que las autoridades competentes deben intensificar los esfuerzos para cuidar y tener mejor conocimiento de las masas de agua subterráneas.
Una gestión eficaz de los acuíferos requiere la identificación y protección de sus zonas de recarga naturales. Estas áreas, donde el agua superficial se infiltra para reabastecer los acuíferos, deben ser preservadas para asegurar su funcionalidad óptima. Además, es esencial poner en marcha instalaciones que permitan la recarga artificial con el excedente de aguas superficiales que circula por los sistemas de canalización existentes, especialmente durante episodios de lluvias intensas como los últimos temporales.
Esta práctica no sólo incrementa las reservas de agua subterránea, sino que también contribuye a prevenir inundaciones y a mejorar la calidad del agua almacenada. De hecho, el Plan Hidrológico del Guadalquivir ya contempla medidas de recarga artificial en los acuíferos sobreexplotados, pero su ejecución es prácticamente inexistente, lo que impide que esta solución pueda paliar el deterioro de las masas de agua subterráneas y mejorar su disponibilidad en épocas de escasez. Destacar que ya existen proyectos piloto de recarga artificial de acuíferos, como el caso del Viar, desarrollado en colaboración con Emasesa, la Comunidad de Regantes El Viar y la Universidad de Málaga.
Hay que tener en cuenta, asimismo que, en este contexto de cambio climático, los planes hidrológicos prevén una reducción de entre el 15% y el 20% en la recarga natural de los acuíferos, llegando incluso hasta el 25% en algunos casos. Además, la variabilidad del régimen de precipitaciones está aumentando, con lluvias más intensas en periodos cortos de tiempo, como ha ocurrido este mes de marzo, en el que se han registrado desbordamientos de ríos, arroyos, ramblas e inundaciones.
En este escenario, la recarga de acuíferos es una solución clave para recuperar las reservas subterráneas, mejorar la salud de los ecosistemas y almacenar recursos para los periodos de sequía. Además, aliviar los caudales circulantes por las infraestructuras de canalización de aguas superficiales, mitiga los efectos de las inundaciones y mejoran la gestión global del agua en la cuenca.
La integración de la gestión de los acuíferos en los Planes Hidrológicos al nivel de las aguas superficiales es fundamental para lograr una administración integral y sostenible del agua. Esto implica considerar las aguas subterráneas no como recursos aislados, sino como componentes esenciales del ciclo hidrológico que interactúan con las aguas superficiales y los ecosistemas asociados.
Otros países ya han desarrollado estrategias exitosas en la gestión de acuíferos. California es un referente en este ámbito, con proyectos como el Sistema de Recarga de Acuíferos del Condado de Orange, que trata 280.000 metros cúbicos de aguas residuales diarias mediante procesos avanzados, permitiendo su reinyección en los acuíferos para su posterior reutilización en el suministro urbano. Esta iniciativa ha demostrado ser una solución eficaz y económicamente viable para garantizar la disponibilidad de agua en períodos de escasez.
Por otro lado, hay que tener presente que la Directiva Marco del Agua exige que todas las masas de agua, incluidos los acuíferos, alcancen el buen estado antes de 2027. Si no se ejecutan las medidas previstas, este objetivo será inalcanzable. El propio Plan Hidrológico del Guadalquivir señala que la falta de ejecución de las medidas de recarga artificial es uno de los motivos clave por los que no se han cumplido los objetivos ambientales en los dos ciclos de planificación anteriores. Lo mismo ocurre con las cuencas andaluzas, que tienen el reto y el compromiso inmediato de mejorar la situación de calidad de los acuíferos, tanto cualitativa como cuantitativamente, de cara también a las generaciones venideras.
En Andalucía, en estos momentos, la realidad es alarmante, ya que, de un total de 171 masas de agua subterránea, hay 71 acuíferos en mal estado cuantitativo y 78 en mal estado químico*, por lo que es prioritario poner el foco en los acuíferos.
Por todo lo dicho, y aprovechando que empiezan a redactarse los planes hidrológicos del cuarto ciclo, Andalucía debe adoptar un enfoque proactivo y coordinado en la gestión de sus acuíferos, poniendo en marcha las medidas ya previstas y planteando otras, usando siempre el mejor conocimiento científico y tecnológico disponible. Sólo mediante una gestión integral del agua se podrá garantizar la seguridad hídrica de la región.
*Fuente: Planes Hidrológicos del tercer ciclo de cada demarcación