Airbus Puerto Real en segundamano.es

La última traición de un Gobierno, esta vez el más progresista de la historia, a una comarca a la que no sólo hurta su futuro, sino su propia idiosincrasia

Periodista.

Protesta de trabajadores de Airbus Puerto Real, recientemente.

Como un vulgar anuncio de una página de venta de segunda mano; como si aquello fuera un local de los tantos que abren y cierran en esta tierra —cada uno con su propia historia y drama personal detrás—; como si no hubieran pasado casi 30 años desde la inauguración de una de las plantas más modernas, de otros tantos años de aquel mítico vuelo del A380 sobre las cabezas de autoridades que se afanaban por vender que Cádiz estaba a la vanguardia, que la Bahía volaba alto, que era imparable, que no iba a ocurrir como en el naval, donde siempre estábamos con la espada de Damocles encima esperando un anuncio -el enésimo- de cierre. Esta vez, con la aeronáutica, la Bahía de Cádiz podía respirar tranquila.

“60.000 metros cuadrados, un espacio dinámico, flexible, modulable, con buenas comunicaciones, con la autopista cerca, el tren y el puerto”. Da vergüenza leer esto. Airbus Puerto Real no es una nave cualquiera, no es un espacio de oportunidad. Es una fábrica, donde generaciones de trabajadores y trabajadoras han dejado su experiencia, su sabiduría, sus ganas, su profesionalidad. Es el Día de la Familia, cuando los pequeños íbamos aquella inmensidad de nave con piezas enormes, máquinas mastodónticas a ojos de un niño, y a montarnos en un helicóptero para el que había cola.

Airbus Puerto Real era la esperanza. El camino, y qué camino, que muchos gaditanos y gaditanas querían tomar para quedarse en esta tierra con un empleo digno. Ya fuera buscando los tan demandados cursos de formación en aeronáutica, nunca suficientes por parte de una Junta de Andalucía (la de antes, la de ahora) que no hacía real esa apuesta de boquilla, o en la Universidad, con una estrenada (ya hace un tiempo) facultad de Ingeniería que tendría que ser aliada de esta industria.

Y eso que aquí lo habíamos visto todo. Los anuncios, las palabras grandilocuentes, los proyectos ultramodernos que son humo. Antes, el cierre de un gigante como Delphi, que después de 15 años en barbecho, está siendo desmontado, o el polígono vacío de pequeñas empresas de la industria auxiliar que ya han sufrido el cierre diferido de Airbus Puerto Real. Por ver, hemos visto hasta una tanqueta en una barriada obrera.

Pero esto es el colmo del cinismo. La última traición de un Gobierno, esta vez el más progresista de la historia, a una comarca a la que no sólo hurta su futuro, sino su propia idiosincrasia. Están equivocados. El metal corre por la sangre.

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