Ir al contenido

Ana Rosa Quintana: luces, sombras y dilemas éticos

Queda por ver si el tiempo pondrá o no a Quintana en el estante de las figuras efímeras

27 de febrero de 2025 a las 19:11h
Ana Rosa Quintana, en mitad de la emisión de su programa.
Ana Rosa Quintana, en mitad de la emisión de su programa.

Ana Rosa Quintana, una de las caras más conocidas en televisión, también en determinado mundo editorial y empresarial urbanístico. Todo comenzó en 2008 con Sabor a hiel, su debut novelístico. El libro se convirtió en un fenómeno de ventas, pero también en el epicentro de una tormenta. La escritora Lucía Etxebarria acusó a Quintana de plagiar fragmentos de Un milagro en equilibrio (2004), señalando similitudes textuales en diálogos, descripciones y estructuras narrativas. Aunque Quintana negó las acusaciones y el caso no llegó a tribunales, la polémica dejó una pregunta en el aire: ¿es posible que una autora novel, por muy talentosa que sea, coincida tanto con otra obra sin cruzar líneas éticas? La crítica literaria, más allá de la polémica, no fue clemente. Medios como Babelia tacharon la novela de "previsible" y "anclada en clichés". 

Tras Sabor a hiel, Quintana exploró otros géneros. En 2016 publicó “as cosas claras, un libro de autoayuda con consejos basados en su experiencia. La crítica lo calificó de "superficial" y "oportunista", pero el producto fue consumido por un público ávido de consejos de una figura mediática.

Su incursión en la ficción histórica con Dime quién soy (2020) tampoco convenció a los expertos. Críticos como Ana Rodríguez Fischer señalaron anacronismos y una ambientación "de cartón piedra". Quintana ligó su nombre al éxito comercial, aunque sin rigor literario.

Ana Rosa Quintana amplia su negocio al sector inmobiliario, gestionando, a través de su grupo empresarial, Slow Suites, más de cuatro decenas de apartamentos turísticos,ubicados en zonas exclusivas de Madrid y Sevilla, impactando en los precios de alquiler al convertir viviendas residenciales en apartamentos turísticos, provocando el desplazamiento de residentes locales a otras zonas más asequibles, ya que los precios de alquiler en sus vecindarios se han vuelto insostenibles. También, está el controvertido proyecto urbanístico en Ronda, con gobierno del partido popular, promovido por la empresa de su marido, Juan Muñoz, Plano a Plano Producciones, cerca del emblemático Tajo de Ronda.Medios como El Confidencial y Diario Sur destacaron que el proyecto podría contribuir a la gentrificación de Ronda y a la saturación de pisos turísticos en áreas sensibles. Organizaciones como Ecologistas en Acción denunciaron que proyectos como este priorizan el beneficio económico sobre la sostenibilidad.

Además de las polémicas literarias y urbanísticas, Ana Rosa Quintana ha enfrentado críticas por declaraciones y segmentos en su programa considerados xenófobos o racistas por parte de colectivos y audiencia. Algunos ejemplos destacados han sido los estereotipos sobre migrantes. En 2020, su programa AR emitió un reportaje titulado “Menores extranjeros sin control”, donde se vinculaba a jóvenes migrantes con la delincuencia. Colectivos como SOS Racismo denunciaron que el enfoque alimentaba estereotipos y estigmatizaba a este grupo. 

También ha divulgado comentarios sobre el velo islámico. En 2018, durante un debate sobre el hiyab, Quintana afirmó: “Hay mujeres que lo llevan por imposición, y eso en España no puede tolerarse”. Sus palabras fueron criticadas por simplificar un tema complejo y generalizar sobre las mujeres musulmanas.  Respecto del trato a personas racializadas, en varias ocasiones, invitados y espectadores han señalado que el programa utiliza un tono paternalista o sensacionalista al abordar temas relacionados con minorías étnicas. Organizaciones como Amnistía Internacional han subrayado que este enfoque fomenta la discriminación y el odio.  

Es innegable que Quintana aprovecha su plataforma televisiva para promocionar sus negocios. Sus entrevistas son palanca para sus lanzamientos, algo que pocos escritores "puros" pueden replicar. Pero esto no la exime de su responsabilidad por utilizar un medio para manejar temas sensibles sin rigor, como la migración o la diversidad cultural. Quizás la respuesta esté en el medio, al fin y al cabo, es un consumo rápido en versión “fast food”. 

Por otro lado, Ana Rosa Quintana, ya no goza de la audiencia de antaño, las contradicciones y la superficialidad militante de como trata asuntos como la vivienda o la inmigración son cada vez más evidentes y su popularidad no ha hecho más que bajar o, en el mejor de los casos, pendular. Así el programa TardeAR, ha sido cancelado debido a sus bajos índices de audiencia que, tampoco se mantiene estable el programa por la mañana, es movedizo y oscila entre un 12, 6% y un 15% de cuota de pantalla, muy lejos del 26% que tenía. Estos datos indican una clara tendencia inestable a la baja en la audiencia. 

Queda por ver si el tiempo pondrá o no a Quintana en el estante de las figuras efímeras, como una suerte de comunicadora cuya fama está ligada a negocios poco transparentes, con todas las luces, sombras y dilemas éticos que eso conlleva.

Lo más leído