Querida sociedad andaluza, cuando vayáis a votar en estas elecciones generales acordaos de cuando un familiar (hijo-hija, nieto-nieta, sobrino-sobrina, vecino-vecina, amigo-amiga, conocido-conocida, se tiene que marchar por obligación de su barrio a otro país en una compañía aérea “low cost”, y así tener que desapegarse de su gente, debido a que en su tierra no hay ni empleo ni oportunidades. Acordaos de las colas interminables de paro década tras década gracias al centralismo. Acordaos de que somos el territorio con mayor tasa de desempleo en toda la Unión Europea (inclusive en el mes de julio, mes junto a agosto de mayor posibilidad laboral por el maravilloso turismo). Acordaos de aquellas familias andaluzas que esperan en Cruz Roja para que les proporcionen un bien relacionado con el alimento. Y así, podría seguir hasta las siguientes elecciones.
Acordaos de que Andalucía late a ritmo de 1d3; es decir, que uno de cada tres andaluces y andaluza es desigual. En este sentido, y según el último informe del Banco de España sobre las situaciones financieras de las familias y empresas, más de un tercio de las familias andaluzas no pueden hacer frente a facturas relacionadas con los servicios básicos, ya que no disponen de los ingresos suficientes. Entre los elementos se destacan: alimentación, agua, calefacción (o aire acondicionado), agua y servicios financieros, entre otros.
Acordaos en el momento de votar que cuando un grupo familiar no le queda otra opción que la elección entre comer, vestirse, calentarse o sofocar las olas de calor con el pago de sus diferentes recibos, significa que están bajando unos cuantos peldaños hacia la extrema exclusión social. Imagínense, si tuviésemos que añadir otras variables como “educación” y “sanidad”, que visto lo visto, veremos a ver qué ocurre con tales “servicios públicos”.
Esta situación de no llegar a fin de mes: ¿por qué ocurre de manera más sangrante en Andalucía? Pues muy simple respuesta, porque somos una región que no genera empleo de calidad y, además, nuestros salarios son de los más bajos del territorio español. Asimismo, en realidades de incremento de inflación, si teóricamente el impacto es mayor en poblaciones de renta baja; era indudable que la población que iba a sumergirse en un quebrantamiento del poder adquisitivo más agudo sería la andaluza.
Por otro lado, si añadimos que la política monetaria que impuso la UE para corregir la subida de inflación es subir los tipos de interés afectando directamente a las hipotecas (de tipo variable) de las familias; el 1d3 andaluz me parece a mí que se queda corto.
En esta línea, el resultado socioeconómico es claro, las familias andaluzas con peores rentas están siendo obligadas a privarse de bienes como la alimentación, dejando sin margen de maniobra para afrontar cualquier suceso extraordinario, con todo lo que ello supone.
También, según informe de Cáritas, el tener que optar que tipo de alimentación puede permitirse una familia es un factor de riesgo a largo plazo para la salud de sus integrantes, ya que dejar de consumir alimentos frescos puede conllevar a serios problemas saludables; pudiendo ocasionar enfermedades como: obesidad, enfermedades cardio vasculares, diabetes, y así fomentar estados emocionales negativos poniendo en peligro la salud mental. Paralelamente a esto último, es importante destacar que según una encuesta del comparador de precios idealo.es el alcohol es el quinto producto que han dejado de comprar los usuarios por delante, incluso, de la ropa, electrónica, calzado y productos de belleza. Así, el hecho de que algunas familias reconozcan haber preferido mantener el alcohol antes que otros elementos de la cesta de la compra es cuanto menos preocupante.
Pues bien, toda la realidad socioeconómica actual andaluza está escrita por dos motivos: primeramente, por una Unión Europea que ha trazado una ruta socioeconómica para Andalucía muy clara y ha sido siempre apoyado por el centralismo español que son: turismo, agricultura, ausencia de estructura productiva y concentración de la riqueza; y, dos, no considerar Andalucía como un Pilar en nuestras vidas.
De ahí, que tenemos como resultado: dependencia socioeconómica absoluta (no gestionamos y tampoco controlamos nada de cualquier elemento que configura nuestra cesta de la compra), paro, desigualdad, y sin voz en el Congreso de los Diputados, ni voto en los Presupuestos Generales del Estado, ni oportunidades siendo la tierra con mayor población y expansión territorial de todo el panorama nacional.
Por tanto, vivimos en Andalucía en una especie de generación ninini; me reitero, ni voz en el Parlamento, ni voto en los PGE, ni oportunidades en nuestra tierra.
No obstante, no está todo perdido. Ahora tenemos la oportunidad de alcanzar la ansiada voz andaluza en el Parlamento español, votando en estas próximas elecciones a un partido andaluz, para de una vez por todas poder denunciar nuestras miserias como manifiesta Blas Infante y poder combatir nuestras desigualdades. Es imprescindible, que lleguemos a Madrid y podamos ser incisivos en los PGE, ya que, de esta manera, las inversiones planificadas no se quedaran por el camino, sino que llegarían, en su totalidad, a Andalucía; y, además, nosotros y nosotras podríamos decidir cuáles serían los destinos de esas transferencias de dinero que hasta ahora solo vislumbra turismo y salarios mediocres.
Pongamos a nuestra Andalucía como un Pilar en nuestras vidas, como una inefable inquietud, para que ninguna familia más tenga que padecer el desasosiego de no llegar a fin de mes o verse en el fango de la limosna. El tren del andalucismo está en marcha. Adelante Andalucía, hoy la semilla es Cádiz directo hacia Madrid; mañana llegará hasta los confines del Mediterráneo; y quién sabe si seremos faro en Europa para otras naciones con situaciones socioeconómicas similares.
Tenemos la ocasión este domingo, con nuestro voto, de transitar desde la generación ninini a la generación noniná de oportunidades para todos y todas las andaluzas y andaluces.
Apoyemos, con nuestro voto, a Pilar González, nuestra candidata por el partido andaluz, donde cada palabra que manifiesta es un raudal de reivindicaciones andalucistas.
Y, acordaos, andaluces y andaluzas, del daño que hace el centralismo a Andalucía antes de votar. Acordaos, andaluces y andaluzas, “sin voz en el Congreso de los Diputados jamás tendremos oportunidades”. Por la revolución de los desiguales.