Un istmo es una franja alargada de terreno que une dos continentes, y mi pregunta es: ¿qué continente andaluz queremos ser? un continente de centralismo que nos ha conducido a una socioeconomía con los peores datos de desempleo, exclusión social y competitividad de todo el panorama nacional. O un continente andalucista donde seamos nosotros y nosotras los poseedores de la toma de decisión de nuestros recursos socioeconómicos priorizando siempre las oportunidades para la mayoría en contra del privilegio de unos pocos.
En Andalucía, es necesario obrar una inquietud que nos represente como identidad para contribuir a la mejora de nuestro bienestar ya que, de lo contrario, como queda reflejado en los indicadores socioeconómicos actuales si tenemos que depender del centralismo estatal nuestros problemas jamás se solucionaran.
Cada año, el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos refleja, por un lado, cuáles son los “istmos” negativos que está repercutiendo en una realidad socioeconómica de desigualdad atroz que no satisface, en ocasiones, ni nuestras necesidades más básicas. Y, por otro lado, la necesidad de un andalucITSMO que se propague en cada patio andaluz para así facilitar un mejor desarrollo para todos y todas. Entre los “istmos” negativos a subrayar:
- Un sentimiento andaluz que se va difuminando ya que el Estatuto Autonómico Andaluz no se ha visto beneficiado de manera equitativa por todas las regiones. En este caso, según el Centro de Estudios Andaluces, los andaluces y andaluzas opinan que los grandes beneficiados son Sevilla y Málaga con casi un 80 % dando entender una sensación de orfandad por parte del resto de provincias. En este caso, resulta imposible edificar sentimiento andaluz.
- Una Constitución Española que, desde sus inicios hasta ahora, no le ha transferido ni las competencias ni los recursos suficientes a nuestra región para obtener mejores resultados socioeconómicos. No obstante, otras regiones poseen privilegios en competencias, fiscalidad y financiación que le han permitido tener mejores resultados socioeconómicos con respecto a nosotros.
- Un autogobierno andaluz que simplemente no existe porque estamos sujetos al camino que nos marca desde el Congreso de los Diputados, independientemente si nos interesa o no tal sendero. En este caso, sino tenemos un mínimo de representación en la Moncloa hasta que seamos participe, y ejerzamos presión, con el diseño de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) olvidémosno de políticas, de cualquier tipo (industrial, económicas, energética, financieras, agrarias, y fiscales, entre otros) para lograr una soberanía andaluza.
- No somos una colonia por nuestro proceso histórico y contexto geopolítico. Sin embargo, si somos una economía de “periferia” con rostro extractivista que nos lo marca los países occidentales disfrazado de globalización utópica. De ahí, nuestro mercado laboral de poca calidad y mucha precariedad. Además, nuestra dependencia tecnológica, política y enérgica, entre otros, nos grita quienes somos realmente. Asimismo, si nos ponemos ortodoxos, sólo tenemos que observar la configuración de nuestro PIB en comparación con naciones como el catalán, vasco o madrileño para darnos cuenta qué es lo qué quieren de nosotros socioeconómicamente.
- Un mucipalismo que no coopera, sino que competimos entre nosotros con el agravio de beneficiar a los de siempre; es decir, a la élite socioeconómica. En ésta línea, sino tenemos visión como mínimo de comarca o de mancomunidad, por ejemplo Bahía de Cádiz, dificilmente saldremos de nuestra realidad de desigualdad.
- Un sindicalismo que sólo tiene qué preguntarse una cuestión. Existiendo hoy la pobreza del siglo XXI, es decir, personas que aún trabajando son pobres, ¿están contribuyendo, realmente, con sus funciones de defender al trabajador?. En el caso andaluz, después de cuarenta años siendo la región de Europa con más paro: ¿están cumpliendo con Andalucía?
- Unos medios de comunicación con dos premisas: primero, en el caso del sector público totalmente politizado que orquesta una línea comunicativa en función del partido político que gobierne. Y segundo, en el sector privado que falsea noticias distorsionando procesos electorales. Además, los medios de comunicación, al estar presa de una elite empresarial dudo que estén por la labor de potenciar desde sus canales los impuestos progresivos. Pues bien, con esta tesitura difícilmente Andalucía progrese hacia un Estado del Bienestar adecuado.
Estos son sólo algunos de los “istmos” endogámicos que padece Andalucía. En nuestras manos está, que lado de la orilla queremos pertenecer; es decir, ser una franja de tierra para el privilegio de una minoría. O, por el contrario, ser nosotros y nosotras mismas las que nos levantemos con el fin de la generar verdaderas opciones socioeconómicas para todos y todas las andaluzas.
Anduve por carreteras latinoamericanas y cuando toqué sus miserias, irremediablemente recordaba las de mi tierra; es decir, la desigualdad. Será que somos hermanos y hermanas gemelas; será que somos hijos e hijas del SUR. Seguí andando, y contra más miseria latinoamericana descubría, más andalucista me hacía.
Después de casi un lustro, volví a mi tierra, de los tres mil años de historia, y me convertí en un docente. Gracias a ello, me recorrí oriente y occidente, y al manchar mis manos con sus “dolores”, al igual que en Latinoamérica, lo comprendí todo: el andalucismo debe ser el único corazón tartésico que debe latir en nuestro pecho si queremos que en las arterias de nuestros barrios andaluces fluya un maremoto sanguíneo, de tal magnitud, que rompa el centralismo y agite nuestras conciencias andalucistas para así desembocar en un ISTMO de oportunidades desde Despeñaperros hasta el Estrecho de Gibraltar. .
En fin, como diría Rafael Alberti galopemos hacia un andalucISTMO, con la participación e implicación de los actores sociales importantes de la región, que posibilite una construcción de identidad lo suficientemente sensible a nuestra causa. De esta manera, contribuiremos al autogobierno deseado, y lo más importante: pan, trabajo y libertad para todos los pueblos de Andalucía.
Por la revolución de los desiguales…