Si en anteriores artículos planteé la duda sobre qué es patrimoniable y sobre el freno o acicate que supone el patrimonio en la urbe, hoy quiero hablar sobre cómo un bien se convierte en patrimonio con un claro ejemplo: la conocida como antigua Tenencia de Alcaldía de El Cuervo de Sevilla.
Quizás la peor acción institucional para el patrimonio arquitectónico sea la indiferencia, el desconocimiento, el silencio administrativo, o dicho de otro modo, dejar que un edificio pase a manos del abandono para que poco a poco lo que fue habitable se convierta en ruina. La antigua Tenencia de Alcaldía ha sufrido el abandono desde que su infraestructura dañada imposibilitara cualquier uso civil del mismo. Sin embargo, lo que antaño fue indiferencia puede ser superado por la falta de sensibilidad institucional, llegando a convertirse en un verdadero acto vandálico. Y entiéndase esto último como el "espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana", tal y como recoge la RAE.
Mientras que la opción de demoler el edificio parece totalmente descartada, la reciente subvención del Plan Contigo propuesta por el gobierno municipal para la rehabilitación de este inmueble parece esconder una modificación/reforma importante del diseño original del edificio. Al respecto, varios colectivos se están uniendo en pos de defender, recuperar y conservar, tras su restauración, el pasado arquitectónico del municipio, y especialmente el de este inmueble.
¿Pero por qué debe ser restaurada y conservada la antigua Tenencia de Alcaldía de El Cuervo? Esta construcción podría haberse demolido cuando terminó de cumplir su uso como primer Ayuntamiento, podría haberse demolido también cuando terminó de usarse como oficina de Correos, pero no se hizo, se conservó. Poco a poco ha ido acumulando un total de 86 años de antigüedad, convirtiéndolo en uno de los bienes inmuebles más longevos de la localidad. Pero siendo realistas, el mero hecho de que un edificio tenga tantos años no significa que no pueda o no deba ser derruido. Muchos otros edificios, bienes inmuebles de diferente índole y con muchos más años que este han sido destruidos sin mayor contemplación. Así pues, ¿qué hace especial a esta construcción, qué argumentos podrían sustentar su conservación?
Son tres argumentos principales los que sustentan esta propuesta de conservación: Su antigüedad dentro del contexto local; la variedad de usos y la relevancia de alguno de ellos; el momento actual.
1. Su antigüedad dentro del contexto local:
Son pocos los edificios dentro del municipio cuerveño que superan en edad al que tratamos. Si hablásemos de Roma, Madrid, Sevilla o incluso Jerez de la Frontera, un edificio de la II República, como este, obtendría pocos puntos para ser protegido si sólo contara su edad. Pero al ser El Cuervo un pueblo de tan reciente formación, dicha obra arquitectónica se enmarca como pieza clave en el resurgir urbano del pasado siglo XX. Y esto es así sobre todo por el uso como dispensario médico, lo que hacía aún más si cabe, afianzar el concepto de centralidad urbana frente a la dispersión de chozas existentes. Además, el hecho de haber sido levantada utilizando en su aparejo una amplia cantidad de ladrillo macizo la diferencia del resto de viviendas de la época en la zona que eran construidos principalmente de piedra de sílex traída de las canteras de las Peñas del Cuervo o directamente con barro y materiales vegetales (destinados a Chozas).
2. La variedad de usos y la relevancia de alguno de ellos:
El hecho de que fuera uno de los pocos edificios institucionales le permitió cubrir variados usos a lo largo del tiempo. El primero, como Casa del Médico, servicio fundamental para una población cada vez mayor y cuyo siguiente núcleo más cercano era el de Lebrija, a unos 9 kilómetros. Posteriormente tomó el uso de Tenencia de Alcaldía dependiente de Lebrija, al estar todavía su terreno incluido en el municipio lebrijano. Sería de este uso de donde obtiene su actual nombre. Frente al mismo, se han sucedido multitud de actos segregacionistas, como la Manifestación Segregacionista del 19 de abril de 1989, famosa por el momento en el que Andrés Amarillo subiéndose al balcón de la Tenencia, retira la bandera lebrijana. Con la segregación en 1992 se convierte en el escenario del primer ayuntamiento municipal, aunque el mismo sería trasladado poco después.
La posibilidad de salvaguardar para las generaciones futuras parte del origen del actual núcleo con un elemento tan simbólico como el que fue Tenencia y Primer Ayuntamiento es una oportunidad que no se puede ser desperdiciada.
3. El momento actual.
Este punto es quizás el más importante de todos y sobre el que quiero hacer reflexionar. El patrimonio obtiene valor cuando se le da importancia y respeto, y en consecuencia se protege y se conserva, entre otras cosas, como símbolo de madurez y sensibilidad social. Todo radica finalmente en una decisión que podrá ser considerada más o menos acertada tanto para los que vivimos el presente como para los venideros. Es por ello por lo que esta coyuntura en concreto, cuando se ha decidido intervenir el edificio, marcará la senda entre la opción de transformarlo de manera que pierda su valor actual o mantenerlo, obteniendo de forma añadida a lo ya mencionado la acción ciudadana del compromiso de su protección y puesta en valor.
En un momento en el que exprimir al máximo los metros del suelo urbanizable parece la tónica general, detenerse y reflexionar sobre el impacto en el paisaje arquitectónico de una acción de este calibre dentro de diez, veinte años es de obligado cumplimiento. No podemos pretender con el actual modelo económico que no se derriben edificios, pero tampoco se puede hacer desaparecer cualquier tiempo pasado con una demolición. Las paredes tienen memoria, y como herederos del pasado, es nuestro deber recuperarla. Es nuestra Historia lo que nos ha convertido en sociedad, si perdemos la una, perderemos la otra. El Cuervo de Sevilla se merece su Historia, su arquitectura y su pasado, pero cuanto más tarde en protegerla, menos le quedará.
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