Celebramos un Día de Andalucía entre tambores de guerra no muy lejos de nosotros y cuando la extrema derecha se arma como nunca para conquistar el Palacio de San Telmo.
Con independencia de otras consideraciones geoestratégicas o económicas, el mayor peligro que representa la invasión de Ucrania es que puede ser solo un primer paso hacia la reconquista del Imperio que anhela el nacionalismo ruso. Y, lo más importante, que no se puede descartar que, en ese camino imperial, Rusia utilice su armamento nuclear. Las consecuencias más vale no imaginarlas.
Entre nosotros, la torpeza de los dirigentes del PP y la corrupción endémica de ese partido están dando alas a Vox. Algunas encuestas anuncian que incluso podría situarse por delante del partido de Moreno Bonilla; sus dirigentes se envalentonan y refuerzan su discurso xenófobo, totalitario, barriobajero y mentiroso; eso sí, poniendo por delante los problemas y preocupaciones que más directamente sufre el común de los andaluces.
Y en este contexto, hay que seguir clamando ante la inoperancia y la irresponsabilidad de una izquierda andaluza que se difumina, casi ni aparece y se muestra incapaz de ofrecer un proyecto novedoso y que pueda ilusionar a las ciudadanía.
El PSOE sigue acomplejado, silente y casi invisible. Parece mentira que un partido que puede con todo derecho presentarse como el que lideró los años en que se produjo la mayor transformación de la historia andaluza no sea capaz de enfrentarse a sí mismo para separar el grano de la paja. Callando, otorga a quienes se empeñan en mentir para hacer creer que el caso fue la categoría, y que los miles de socialistas honrados que no han dejado ni un minuto de trabajar por el bien de Andalucía son ladrones y chorizos. Parece mentira que el PSOE no esté siendo capaz ni de reafirmarse a sí mismo. Casi escondido y sin proyecto, el partido se inmola sin necesidad de enemigos votando con la derecha en el Parlamento y mostrando que una cosa son los papeles y otra lo que se hace en la práctica.
A su izquierda, el panorama no es más atractivo. Se ofreció la posibilidad y el compromiso de conformar una única candidatura que movilizara a la sociedad, abriera un debate sobre nuestro futuro y diera protagonismo y fuerza a la gente que día a día construye lo mejor que se hace en nuestra tierra. Pero los hechos muestran también la irresponsabilidad tremenda y la torpeza de los dirigentes.
Anticapitalistas sigue empeñado en entender la política como una mera práctica sindical y en instalarse en planteamientos sectarios, por maximalistas, que no llevan nada más que a montar un chiringuito detrás de otro. Más País-Andalucía, no sabemos si en nombre propio o también de Andaluces Levantaos, dice que no hay prisa porque las elecciones se van a retrasar.
No se puede ser más irresponsable.
No hay prisa, si lo único que se busca es conformar una candidatura en el último minuto para buscar huecos en puestos de salida. Hay mucha urgencia si se trata de ofrecer ilusión, un compromiso, un gesto...; si lo que se quiere es mostrar que hay voluntad, que queremos y estamos dispuestos a dejar a un lado lo que nos separa para centrarnos en la Andalucía que nos une.
Y no sirve de excusa que todo se retrasa -según se dice- porque algunas fuerzas reclaman no sé qué tipo de capitulaciones para después de las elecciones, para que cada una siga siendo ella misma, en lugar de tener la generosidad y la inteligencia de seguir siendo una piña, única forma de tener fuerza parlamentaria, de hacerse valer y de mantener el compromiso unitario ante los electores.
No nos merecemos partidos y dirigentes incapaces de percatarse de lo imprescindible y prioritario de ponerse en marcha de la mano, para salir unidos a las calles y despertar la conciencia y la complicidad de la gente, sembrando unidad ciudadana y esperanza.
A nuestro alrededor se está poniendo en marcha un monstruo y quienes en Andalucía han asumido la representación de la ciudadanía progresista están en Babia, apocados o buscando tan solo cómo colocarse mejor en la punta de la cola de un pequeñísimo ratón.
No tengo más palabras. Me inunda la frustración, la indignación y la vergüenza. Hay que poner fin a tanta irresponsabilidad.
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