Bajo el lema Andalucía ¡SOCIALISTA! – Bases en marcha un numeroso grupo de militantes socialistas de Andalucía ha puesto en marcha una iniciativa de debate entre las bases de su partido para ayudar a diseñar un nuevo proyecto de progreso y bienestar para nuestra tierra.
Con ese fin, han organizado una amplia serie de seminarios y mesas de trabajo en torno a los grandes temas que, sin duda, van a marcar la agenda de las políticas andaluzas en los próximos años. En total, un centenar de grandes cuestiones que, a juicio de sus impulsores, requieren nuevos planteamientos y respuestas si se quiere forjar un nuevo pacto de progreso con el pueblo andaluz.
En el manifiesto que puso en marcha la iniciativa, se expresan con claridad la definición que une a sus promotores y sus objetivos: la necesidad de un partido socialista fundado en la democracia interna, nítidamente socialista, abierto a la sociedad, defensor de las trabajadoras y trabajadores, dispuesto a desarrollar un estado del bienestar sólido y eficiente, financiado con unos impuestos justos, en el marco de una nueva economía andaluza verde, moderna y socialmente avanzada que permita que nuestra tierra sea decisiva en una España fuerte y europea.
Que en un partido tan importante para la vertebración y el cambio social en Andalucía haya quien se proponga poner las "bases en marcha" con esos objetivos es una buena noticia, la expresión de que algo se empieza a mover para bien cuando nuestros representantes políticos o no están interesados o son incapaces de lograr la movilización y la complicidad de la sociedad civil que son imprescindibles para que los pueblos sean protagonistas y dueños de sus destinos.
Ni tan siquiera en un periodo de emergencia sanitaria está dejando la derecha andaluza de mostrar para quién trabaja y cuáles son sus principios morales e ideológicos y las consecuencias se empiezan a ver ya en las estadísticas económicas y sociales. El deterioro de los servicios públicos esenciales, la privatización explícita o más o menos encubierta y el retroceso en la defensa de los más desfavorecidos sin tener la más mínima voluntad de enfrentarse a las lógicas dominantes termina mostrando el precio real que tiene, tal y como ha ocurrido en comunidades como la Valenciana, Madrid o Cataluña, donde más fuertemente se han aplicado las políticas que ahora se diseñan en Andalucía. Con una diferencia y es que nuestra tierra dispone de todavía menos capacidades endógenas para hacerles frente.
El propio Partido Socialista se ha encargado de demostrarlo en un documento titulado El cambio a peor que señala las consecuencias de las políticas que viene aplicando la derecha en Andalucía.
Pero el cambio de rumbo que supuso el gobierno apoyado por el tripartito de derechas no se producirá por decantación natural, como a veces parece que piensan algunos dirigentes del PSOE o de Podemos e Izquierda Unida.
En el PSOE andaluz ni siquiera sería suficiente con el cambio de la persona que lidere una nueva etapa. Un cambio de liderazgo puede dar un impulso, como ha ocurrido en Cataluña, pero incluso allí ha quedado claro que no basta con cambiar de foto electoral. Por mucho que haya podido influir el cambio de Iceta por Illa (algo materialmente imposible de reproducir en Andalucía), lo relevante es que el PSC no ha conseguido en realidad recobrar su voto tradicional y la abstención ha alcanzado niveles estratosféricos no solo a causa de la pandemia. Le ha hecho falta algo más.
En Andalucía no se va a recuperar el voto del centro izquierda sin lograr que se produzca una reacción de la ciudadanía, sin que se dé algún tipo de catarsis, porque lo que han brindado hasta, ahora tanto el PSOE andaluz como Adelante Andalucía, han sido razones para provocar desafección y desencanto en su electorado.
Han mostrado que en Andalucía no hay un proyecto alternativo al de la derecha, y así es imposible que alcancen la fuerza electoral necesaria para evitar la consolidación del PP y sus socios por mucho tiempo.
Hacen falta caras nuevas porque al fin y al cabo la política y los compromisos ante el electorado han de tener rostro, nombre y apellidos que merezcan confianza y afecto y proporcionen solvencia. Pero no solo eso. Sin ideas, sin proyecto y sin la movilización social que haga fuerte al gobierno que trate de llevarlas a cabo nada se puede conseguir.
Por eso es esperanzador que haya militantes socialistas dispuesto a no dejarse llevar por la inercia, convencidos de que los aparatos no son suficientes para lograr que las cosas vayan bien. Implicar a las bases y simpatizantes de los partidos es efectivamente el primer paso para que broten nuevas ideas y proyectos, compromisos firmes e ilusiones compartidas. Estamos viviendo momentos en los que no hay manuales, ni guías de actuación ni protocolos que nos digan lo que hay que hacer para afrontar con éxito los problemas y retos que tenemos por delante. Es iluso creer que unos pocos burócratas van a poder determinar con éxito lo que conviene a los pueblos.
Ojalá, esta iniciativa interna de izquierdas del PSOE tenga éxito, consiga ganar apoyos y sistematizar ideas que permitan movilizar la inteligencia colectiva a ilusionar a su partido primero pero a la población en su conjunto después y, sobre todo, proyectarse con éxito en un nuevo gobierno de progreso. Y ojalá vaya seguida de otras parecidas no solo a su izquierda sino en la propia sociedad porque no son solo los partidos quienes han de movilizar su conocimiento y voluntad de cambio sino todas las personas, desde las altamente preparadas a las más corrientes, que son quienes conocen de primera mano lo que ocurre en nuestra tierra y lo que nos convendría hacer para mejorar nuestra situación.
Si las direcciones de los partidos de la izquierda fueran no ya responsables sino coherentes, mínimamente inteligentes, no solo estarían impulsando en su interior este tipo de debates sino que estarán reclamándolos y organizándolos entre ellos y con la sociedad.
Algo se mueve, aunque no sea todo lo que debe moverse si queremos que el cambio sea una realidad en Andalucía.
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