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La bajuna alta política intenta imitar al Carnaval

Estos políticos bajunos descubrieron su éxito contando mamarrachadas en programas de TV de cuarta con las audiencias disparadas, porque a esta mediocridad llegamos

03 de marzo de 2025 a las 11:07h
Foto de Estados Unidos.
Foto de Estados Unidos.

Lo ocurrido en la sala oval de la Casa Blanca, entre Trump, Vance y Zelenski fue una parodia de uno de los mejores cuartetos del Carnaval de Cadi que yo haya visto. O sea, una escena real de esa Sala Oval la hubiera tomado cualquier cuartetero de Cadi y la hubiera llevado al Falla. Y ahora van Trump y Vance, y toman el cuarteto del Falla y montan un recibimiento a Zelenski. No irán ustedes a pensar que lo del otro día fue cierto, real, verdadero. Fue todo escenificado… ¿O fue en verdad así? ¿Una parodia misma de Trump y su vice de sí mismos? De otra forma no se entiende. Y, bueno, ustedes recordarán que Trump antes de ser presidente, siquiera candidato a algo, había sido enviado a una escuela militar por su padre, harto de que no le sirviera para nada útil, y todo ese rencor lo convirtió en fuerza teatral, que ustedes no habrán olvidado, que Trump se hizo entretenedor de televisión y fue una gran estrella de programas de risotada fácil, clase B.

Javier Milei pasó por algo tan parecido que pudieran ser el hermano mayor y el menor de los mismos padres, aparentemente, como el mismo Milei confesó sobre los malos tratos que sufrió desde su niñez y adolescencia. También, parece, sobre su imposibilidad de ser de alguna utilidad al decir de sus papás. Si fue tratado de idiota o débil mental, lo mismo que su propio decreto del otro día, luego retractado, para calificar a las personas con habilidades intelectuales especiales, queda abierto, pero parecería una parodia de lo que presuntamente sus padres hubieran podido hacer con él. Ustedes conocen que el Carnaval es una respuesta desabrida y satírica contra los actos de las personas de autoridad o poder.

Milei, también, como Trump, canalizó todo su rencor en energía teatral y se hizo entretenedor televisivo, especialista en carcajada grosera, insulto contra todo lo que él consideraba inferior a sí mismo y destructor de piñatas con forma de Banco Central, el que en realidad todavía existe a pesar de sus promesas: es lo que suele pasar con las sátiras de Carnaval, porque las sátiras de Carnaval son ficciones. Las de los políticos no son ficciones sino mentiras.

Otra de esas imitaciones de los políticos bajunos de la alta política son los trucos mentirosos, a diferencia del Carnaval. Si Milei no es lo bastante alto el Carnaval le pondría un banquito que se vería y jugarían a que se viera. El banquito sobre el que se subió Milei en el Congreso este sábado, para llegar bien al atril, estaba forrado con la misma moqueta del suelo, para disimularlo y que no se viera. Hace un año, el mismo banquito era de madera y se descubrió: lo descubrió un periodista gráfico. El sábado pasado se trataba de esconderlo.

Una buena chirigota de Cadi le haría un buen cuplé, o dos, a un Milei contando en una entrevista-publirreportaje que Trump le cuenta secretos de Estado, pero que él no nos los puede contar. Milei cuenta lo mismo, pero con la gracia hueca de un adulto al que le faltarían dos vueltas en el microondas. Pretende tener la misma gracia que una chirigota, pero tiene la misma gracia que un trozo de mojama que quedó sin envolver.

Estos políticos bajunos descubrieron su éxito contando mamarrachadas en programas de  dTVe cuarta con las audiencias disparadas, porque a esta mediocridad llegamos. Lograron con todas esas mamarrachas los votos de su público y del cuñadismo militante, porque digámoslo una vez más, y sin paternalismo ninguno: la ignorancia nos está sometiendo a su tiranía. ¿Y ahora qué? ¿Ahora que se le ven los palos al sombrajo? ¿Ahora que un Trump amaga con la Tercera Guerra Mundial como si Milei destruyera el Banco Central como si fuera una piñata de cartón? Pues pasa que el Banco Central argentino fue convertido, por decreto, en una sociedad anónima y solo un juez federal ha detenido, por el momento, ese raro proceso.

Ahora pasa que un asesor de Milei y un amigote suyo amenazan a un diputado de la Nación, el señor Manes, con la fuerza, violencia, del Estado, por mostrarle a Milei en el hemiciclo un texto de la Constitución. Y el señor Manes, como si se tratara de un cuarteto malo, recibe dos golpes en el pecho como anticipo de la violencia del Estado. El cuarto sería el que escenificara, satíricamente, esa barbaridad que ocurrió este sábado en el Congreso argentino. Lo que ocurrió en el Congreso no fue ficción sino performance, o sea, una advertencia escenificada y real, o con aspiración de volverse real.

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