Como los partidos que se dicen nacionalistas de izquierda –vale ERC mismo–, el Salón Vinoble siempre ha tenido dos almas: de una de ellas se podría decir que tiraba más para el 'salón', de la otra más hacia la 'feria'. El otro día, el presidente del Consejo Regulador, César Saldaña, lo dejó claro durante una intervención: citó dos veces la palabra profesionalización, así que ya saben, es claro defensor del salón-salón y cabe suponer que el PP que le ha dado las llaves del evento está de acuerdo. Que a ver, que el propio Saldaña dejó claro que Vinoble siempre ha sido profesional, lo que pasa es que ahora se perfila que va a ser solo para profesionales (importadores, enólogos, sumilleres, prensa, etc). Ese es el matiz. Y es importante.
El caso es que no siempre ha sido así. Con su XII edición, Vinoble cumple 26 años, de los cuales veinte (o diecinueve y medio, para ser más exactos) la organización del evento estuvo en manos de Pedro Pacheco y del PSOE (tanto de Pilar como de Mamen Sánchez) que, con sus cosas, coincidían en que la cita tenía que estar, de alguna manera, abierta a la ciudad. Un acto social, si se quiere. A ver, ¿cuánta gente tenía antes señalado en rojo el último fin de semana de mayo de los años pares? Personal de bodegas, prensa, compromisos municipales, personal municipal, políticos de la provincia, hostelería y hoteles (de la provincia), profesionales liberales... ¿Pero quién no ha oído preguntar eso de "vas mañana a tomar algo a Vinoble" como el que quedaba en la Feria? Pues eso.
Siempre ha sido un evento abierto a eso que se da en llamar 'la sociedad', la sociedad de Jerez. Lo quiso así Pacheco y, con matices, las alcaldesas socialistas siguieron esa línea (no hablamos del evidente bajón de la cita, no es el tema... bueno, o tal vez sí). ¿Por qué? Pues por idiosincrasia de Jerez o así. Porque hace calor y hay vino. Cosas que en Berlín, por ejemplo, nunca sucederían... o quién sabe. Este cronista está seguro de que viendo el panorama de alguna de las primeras ediciones (las que fueron realmente buenas), un tal Hans se mostró irritado y dijo no vuelvo a Jerez, que así no se puede trabajar, como tampoco me cabe duda de que un tal Toni (y este hombre existe), con idéntico panorama, se lo pasó estupendamente y durante cosa de una década cerró los años pares a finales de mayo su tienda de vinos en Liubliana (Eslovenia) para estar –y divertirse, claro– en Vinoble.
Aún no sabemos hasta donde va a llegar la anunciada 'profesionalización'. Para los que lo tienen marcado en rojo en el calendario, con un poco de suerte solo se queda en 'semi'...