Los distintos gobiernos que se suceden en Jerez llevan mucho tiempo diciendo que la ciudad debe mirar hacia el río Guadalete (bueno, otras veces la tesis es que debería mirar hacia la Bahía o hacia la Sierra, esto va un poco según sople el viento... tampoco es que tenga mucha importancia), sin que haya grandes consecuencias a efectos prácticos: un sendero aquí, una tala allá, pero es cierto que decirse, se dice. De hecho, cada equis tiempo la Junta y/o el Ayuntamiento nos sorprenden con planes que, es un poné, se incumplen al 80% o así... y hasta el próximo. Pero está claro que en la sociedad ha calado que algo hay que hacer hacia el río Guadalete o con el río Guadalete, a elegir.
Algo de esto se han debido oler las Hermanas de Belén, las actuales inquilinas –qué palabra, la verdad– de la Cartuja, que han anunciado que se van. Alguna de las hermanas de esta orden, de origen francés, ha debido ver por internet esa expresión tan del gusto de políticos y periodistas patrios, "poner en valor" –el río Guadalete, se entiende– y, precisamente, como son francesas y saben perfectamente todos los desmanes y tropelías que se han cometido en nombre del 'mettre en valeur" del que se traduce dicho giro, han decidido que mejor se las piran. Las monjas no están por ver cómo florece definitivamente el turismo y la habitabilidad en la zona ni vivir junto a una hipotética 'Costa Guadalete', que con las visitas al monasterio ya tienen bastante para decir que son incompatibles con su reclamo de "silencio, soledad y vida escondida".
Desde estas líneas se desea lo mejor a estas monjas, como a (casi) todo el mundo. Ahora bien, no está de más recordar que durante los años que han estado en la Cartuja ha habido distintas voces que han criticado algunas reformas realizadas por su cuenta y riesgo en el que es, a todas luces, el principal monumento de Jerez y que, desde un punto de vista patrimonial, no se sostienen...