María José García-Pelayo fue el lunes a Moncloa a ver a Pedro Sánchez. Pelayo iba en calidad de presidenta de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y no como alcaldesa de Jerez, aunque ella es de las que dicen que es 24/7 alcaldesa de Jerez y seguro que, en algún momento, 'lo de Jerez' salió a relucir. Pelayo fue, más que nada, a pedir dinero, pero claro, no para Jerez, no solo para Jerez, sino para los ayuntamientos, que estima que están infrafinanciados para los servicios que prestan a los ciudadanos, sobre todo por el hecho de ser la administración más cercana.
La alcaldesa Pelayo, que es un tanto dada a la declaración llamativa, a dar ella misma el titular para el que lo quiera 'comprar', ha pedido alguna vez en público la condonación de la deuda de Jerez, un trato similar al de Cataluña (el cupo no-cupo, se entiende... o no del lodo) y artefactos dialécticos similares, pero seguro que el lunes con el presidente estuvo en modo, digamos, político. Lo que está claro es que no hubo ningún tipo de compromiso por parte de Sánchez, entre otras cosas porque no parece que en la compleja agenda del presidente, con múltiples problemas y en muy distintos frentes, se vaya a buscar un hueco al municipalismo. Además, la representatividad del PSOE actualmente en los municipios españoles es tirando a regular. Barcelona es la única gran-gran ciudad en la que gobierna. En Andalucía va primero Dos Hermanas y luego San Fernando...
Jerez tiene, es así, un problema económico muy serio, son del orden de 1.200 millones de deuda que, ciertamente, están factorizadas en los bancos, pero hay que pagarlos igual –perdón, refinanciarlos igual– porque esa cantidad no se vaya a poder pagar nunca. Mientras ese dinosaurio esté ahí, las inversiones en equipamientos para la ciudad se van a ver forzosamente comprometidas. Es normal que Pelayo busque 'algo', algún gesto del Gobierno central –igual que ha buscado la complicidad de la Junta, "ir de la mano" de Juanma– pero por ahora ha topado con el Pedro Sánchez más granítico... y no cabe esperar cambios.
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