Hay una vieja canción italiana (con varias versiones en español) que dice en su estribillo eso tan famoso de que "el mundo no se ha parado ni un momento". Será así, claro, pero seguro que todos hemos sentido alguna vez cómo todo se para, eso, exactamente un momento. Eso es un poco lo que ha ocurrido el fin de semana (y la mañana del lunes) con el reloj del Gallo Azul, que ha decidido que el mundo, el tiempo, se suspenda en el centro de Jerez, justo a las diez menos veinte (menos diecisiete, más bien), eso sí, no sabemos si de la mañana o de la noche. Afortunadamente, el reloj ha vuelto a funcionar e iba en hora el lunes por la tarde...
Era el 22 de diciembre del año pasado cuando el Ayuntamiento celebraba, como solo se celebran estas cosas en Jerez, la recuperación del reloj que donó en su día Bodegas Pedro Domecq a la ciudad, con su original estatua de hierro, todo de hace 90 años. Noventa días después, día arriba o abajo (más bien abajo), el reloj ha decidido tomarse un respiro, lo que alertó a algunos vecinos, comerciantes y curiosos de la zona, que no daban crédito a que el reloj –o el mundo, que al final nunca se sabe– se hubiera detenido.
Bueno... ¿y quién mira la hora en un reloj de este tipo, en el que además, en los usos horarios, en vez de números, poner, pone P E D R O D O M E C Q? Pero si toda la gente lleva un reloj en su muñeca y, llegado el caso, puede ver perfectamente la hora en el móvil. Está claro que en el mundo queda mucha más gente romántica y soñadora de la que nos imaginamos... o lo mismo fueron los tunos que estuvieron el fin de semana de francachela en Jerez. Ya está, seguro. Probablemente, algún grupo de tunos se arrancó en la terraza del Gallo Azul o la de La Maceta con el bolero 'El reloj', ya saben, el de "reloj, no marques las horas", y el reloj, que como diría Kiko Veneno, "era mu buena gente", y simplemente decidió descansar de Jerez y sus cozitas, unos días, un finde largo...