(Como dicen los telefilmes que pasan por la tele los domingos por la tarde, “basado en hechos reales”). El otro día se ve que no quedó muy satisfecho –no sé muy bien si con la atención recibida o con la fecha que le daban para prestársela, creí entender que lo segundo– un usuario de un centro de salud de Cádiz (provincia), al que no se le ocurrió otra que decir que –atención– estaban ante un amigo de Juanma (desconozco si dijo Moreno o no, pero ya saben que en Andalucía es algo completamente innecesario). Vaya, una versión revisada y puesta al día, 2.0, del ‘usted no sabe con quién está hablando’ de toda la vida.
Bien, lejos de amilanarse y volver a mirar las citas o, directamente, mandar a paseo al individuo, la enfermera o la persona de recepción que le estaba atendiendo, creo que sonrió y le dijo que le parecía estupendo, que a ver si le contaba a “su amigo” Juanma las condiciones en que estaban trabajando y le decía algo tipo “hombre, Juanma, creo que se te está yendo de las manos lo del SAS”.
Cuando me contaron la anécdota recordé que me tocaba ir al médico, no porque me sienta mal o algo por el estilo, sino porque tengo que renovar unas medicinas que, en principio, hacen más llevadera mi vida, aunque no sé si mi hígado estará muy de acuerdo. Total, que miré por internet a ver cuándo podía obtener cita para ver a mi médica –o que me viera ella a mí, para ser más exactos– y descubrí con alborozo profesional y estupefacción personal que los medios de comunicación no siempre mienten ni exageran: no tengo fechas hasta primeros de noviembre. Mínimo, catorce días. A ver, todo el mundo sabe que ahora la consulta del médico para los que están de verdad ‘medio malos’ es ir directamente como urgencia, pero esto me parece excesivo, así que he decidido hacerme amigo yo también de Juanma. En lo que escalo posiciones, voy a comenzar pidiéndole amistad por Facebook, algo es algo. Ya les voy contando…
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